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martes, 16 de marzo de 2010

Se fueron. Y ahora, qué…

escrito por Pablo Varas

No hubo en todos estos años al interior de la Concertación el mínimo intento de alterar el orden dejado por la dictadura, algunas opiniones se levantaron pero bajaban el tono, cuando llegaba el tiempo de estructurar las plantillas parlamentarias y claro, allí nadie se acordaba de los excluidos, todo era una carrera por ganar votos para llegar a una poltrona parlamentaria.

Pasan veinte años y el país sigue con la misma Constitución de 1980 que les sirvió, salvo algunos retoques. Sistema electoral estrecho, miserable y excluyente, al que los concertacionistas le sacaron el jugo, díscolos incluidos. Quedan miles de crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas sin condena, y muchos ni siquiera llevados a los tribunales. Justicia a medias, en “la medida de lo posible”… dijeron.

Pero un terremoto dejó al descubierto la realidad que la Concertación negaba, Chile no es el país con altos niveles de desarrollo, otras cosa es que si tenga esas capacidades para llegar a serlo. Chile es un país con malas políticas donde se abandonó el bien común, por las reglas y normas de la avaricia, el lucro y lo privado, como si de una nueva religión se tratara.

No es un volver a los tiempos del medioevo sostener que el Estado tiene siempre que jugar el papel protagónico. La inversión más grande, la de mayor envergadura viene de lo público. Lo que se pide es que ello genere posibilidades aceptables y dignas para la gran mayoría. No puede lo privado convertirse en el derecho de todos, cuando hay millones al margen de beneficios, o con recursos miserables con los cuales no pueden tener acceso.

Hay que destacar principalmente uno de los grandes crímenes de la concerta, uno con premeditación y alevosía, que fue hacer desaparecer a la prensa independiente, como Análisis o Cauce, entre otras. Las autoridades pensaban que colocando millones de dólares en las cuentas de El Mercurio y otros grupos, la libertad de prensa y de información estaba asegurada, que aquello era suficiente para que los chilenos puedan sacar sus propias conclusiones. En esas alturas del gobierno, entre los que tiene que tomar esas determinaciones nada se regala, nada. Si hay dinero para determinado diarios, con una historia criminal y golpista, es fácil suponer que ellos te dirán lo que en el gobierno… quería escuchar.

No es posible. Constituye un insulto a la libertad de información, que un medio de comunicación como es Punto Final tenga que recurrir a un tribunal para demostrar que hay una intencionada exclusión en la distribución de la publicidad del gobierno. Sin prensa independiente no hay democracia, eso no es lo mismo que un balazo en la cabeza de un periodista que se practica en algunos países, pero se parece demasiado.

Se fue la Concertación dejando intacto un sistema de pensiones que esquilma y masacra a los millones bajo su sistema de afp, que genera millones de beneficios para los grupos económicos, sus propietarios. Se despide sin haber tocado la Ley Laboral, heredada de la dictadura. Se va dejando un país con más… peajes.


Y en los nuevos (viejos) tiempos que vienen…

Una cosa es la reconstrucción del país, nuevos hospitales, una nueva red de caminos y carreteras, escuelas y liceos, casas dignas para los damnificados y los que ya eran pobres antes del terremoto, esperando que con el tiempo y los años no se conviertan en cordones de marginalidad y pobreza, ese Chile así reconstruido, no tiene futuro.

En esa pesada tarea, de gran envergadura, no estará la empresa privada, a esos les interesa lo que está ya construido para comprarlo a bajo precio, los concesionarios del sistema, los especuladores bursátiles, la reconstrucción se hará con el dinero de todos los chilenos, con recursos internacionales, y es de justicia exigir entonces ahora, que de sus beneficios se prodiguen todos, es lo más justo.

Y una cosa son las políticas que deben darse de manera rápida frente a este terremoto, y la otra que no se puede perder de vista, es la continuación de la lucha por romper los estrechos marcos de una democracia a medias. La catástrofe derrumbó casi de todo, pero el sistema político marginal, excluyente y pobre se mantiene, y eso no puede continuar.

La izquierda se puso muy solidaria junto al pueblo con todos los dramas del terremoto de 1960, el aportar para reconstruir una gran parte del Chile destruido y preparar las elecciones de 1964, donde en una campaña del terror, el PDC le ganó a la izquierda, es decir la política, el trabajo político, las batallas populares no se abandonaron

Y por decirlo de alguna manera: reflotar el “acuerdo de mínimos”, para empezar, cuando se estaba pidiendo votos para la segunda vuelta. No se puede tener tan mala memoria y perderla… en tan poco tiempo.




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