Vistas de página en total

lunes, 11 de octubre de 2010

El ridículo “vuelo del cóndor” de Ignacio Walker


escrito por Rafael Luís Gumucio Rivas

El 5 de Octubre la Concertación de Partidos por la Democracia tuvo un entierro miserable al cual asistieron, apenas, dos mil personas; daba lástima contemplar a la cámara enfocando a los cuatro presidentes de Partido y unos pocos diputados y, prácticamente, cero militantes.

Es lógico: hoy la Concertación no tiene nada que ofrecer como proyecto de país, como ideas creadoras y, ni siquiera, alguna parcela en el aparato de Estado para repartir entre los cuatro partidos. Así como van, no recuperarán nunca el poder; sería muy torpe por parte de Juntos Podemos o de los seguidores de Marco Enríquez-Ominami aliarse a tan desastrosa combinación.

La Democracia Cristiana, de ser un partido ideológico en el cual se debatían temas esenciales para el país, se ha convertido en un partido de patronazgo, cuyo único interés se reduce a administrar el Estado y a repartir cargos entre sus camaradas. Actualmente la DC es sólo un conjunto de familias: los Walker - una especie de reaccionarios inconcientes que nadie se explica por qué no están formando parte del gobierno de Sebastián Piñera; uno de ellos, Patricio, podría ser un perfecto Terqueada en los mal llamados “temas calóricos”; Ignacio forma parte de los llamados “príncipes”, ambos retoños de viejos falangistas, pero mucho más reaccionarios que sus ancestros (aunque don Horacio Walker fue quien expulsó a los falangistas, en 1938) – los Sabag, tan díscolos, que pasan votando por la derecha; los Rincón y los Martínez; el clan de los Zaldívar hoy está dividido, pues Adolfo prefirió la embajada en Argentina.

Este feudalismo familiar, ahora sin parcelas de poder en el gobierno – sin INDAP, sin Ferrocarriles, sin Codelco…- no es muy extraña a la historia de la Democracia Cristiana que siempre fue conducida por las familias fundadoras; la única diferencia es que antaño se compartían sueños e ideales y, ogaño solamente “pitutos” , tan añorados por los camaradas.

Ignacio Walker, presidente de la Democracia Cristiana, ante tanta orfandad, quiere refugiarse en las añoranzas de la historia de la Falange. En la actualidad, el famoso “vuelo de cóndor” del que hablaba Manuel Garretón, es decir, superar las derechas y las izquierdas, no tiene ningún sentido, pues dentro de este marasmo piñerista no existe ni la una, ni la otra. Por lo demás, si leemos bien la historia de la Falange, esta tercera vía jamás se llevó a la práctica – era la expresión de una idea del ideólogo Jaime Castillo que definía a la Falange como una vanguardia política, una minoría abrahámica, en términos de J. Maritain.

En general, en todo el período falangista, salvo cuando se apoyó a Eduardo Cruz-Coke, el sector más político capitaneado por Frei Montalva, Bernardo Leigthon y Rafael Agustín Gumucio, privilegió la alianza con los radicales.

Solamente en el “camino propio”, llevado a la práctica durante el de Eduardo Frei Montalva, la DC efectuó, deficientemente, aquella idea de “ni derechas ni izquierdas, ni colectivismo ni individualismo, ni socialismo ni capitalismo. Al corto tiempo de gobierno se vio con claridad que esa idea era absurda y que el verdadero desafío consistía en aliarse con la izquierda – la Unidad Popular- o con la derecha, aun cuando Eduardo Frei nunca se atrevió a reconocer que esa era su opción, escondiéndose en el “camino propio de la candidatura de Radomiro Tomic.

Durantes los años de la “la transacción”, a partir de 1990, la Democracia Cristiana privilegió formar un eje con el Partido Socialista – los dos no tienen que ver ni con su historia, ni con las ideas y líderes fundacionales – cuyo único objetivo fue la administración del poder que, muchas veces, se convertía en un miserable reparto de prebendas propias del poder.

Camilo Escalona y Juan Carlos Latorre, hoy Ignacio Walker y Osvaldo Andrade, son dos versiones de la misma ambición de poder. Hay ingenuos que aún creen que la actual Concertación sigue siendo el “Arco Iris” y que al interior de sus partidos existe una pluralidad de concepciones; personalmente, pienso que el senador Sabag está equivocado, pues no existe ningún predominio del sector llamado “progresista de este conglomerado; toda diferencia se solucionaba fácilmente durante los gobiernos de la coalición, mediante el loteo y parcelación de la administración pública.

La Democracia Cristiana no quiere – o es incapaz- de darse cuente de que hace mucho tiempo el socialcristianismo está obsoleto en el mundo, que la iglesia está más preocupada de la pedofilia que invade sus claustros, que de anunciar una doctrina social, acorde con los signos de los tiempos. Consecuentemente el electorado, con toda razón, los rechazó – en las elecciones municipales de 2008 apenas obtuvieron un 13,9%, lo que es igual a la votación obtenida por este partido en las municipales de 1960, es decir, han retrocedido cerca de medio siglo- . Para seguir haciendo el ridículo, el expresidente Juan Carlos Latorre proclamó, como gran triunfo, el haber subido de 13,9% al 14,2% en las parlamentarias de 2009, lo cual significa un miserable consuelo.

Es cierto que tendremos que esperar para que surja un nuevo sistema de partidos politicos, un régimen político más adecuado – el paso de una democracia representativa a una democracia participativa –por el momento estamos asistiendo al triste espectáculo de la podredumbre de los cadáveres de la Concertación – desde luego, incluida la Democracia Cristiana.

Rafael Luís Gumucio Rivas

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores