En Chile habrá elecciones municipales en octubre próximo, funciones que Juan Pablo Cárdenas describe como "un buen negocio". Razón eminente que nos lleva a evocar La Comuna. Si vas al Cementerio del Père Lachaise, en París, donde reposan tantas celebridades, en el ángulo sureste, en la división 76, encontrarás el Muro de los Federados, ante el cual 147 combatientes de la Comuna fueron fusilados por el ejército versallés, al término de la Semana Sangrienta en mayo 1871. Desde entonces simboliza la lucha por la libertad, la nación y los ideales de los Comuneros. |
A 153 años de la Comuna de ParísDemocracia comunal y soberanía popular: ¡siempre de actualidad!Por Florence Gauthier - Historiadora, Universidad de París 7-Diderot (traducción de Tlaxcala)Coloquio Guillemin, Comuna de París, nov. 2016Publicado en H. Guillemin et la Commune. Le moment du peuple?, Utovie, 2017 Henri Guillemin se interesó mucho por la Comuna de 1871, y le consagró primero numerosos trabajos de acercamiento, para mejor entender el contexto, en torno al Segundo Imperio y de esta Curiosa Guerra de 1870, que le intrigó sobremanera y en la cual volvió a encontrar la alta traición de las clases dominantes. Guillemin contó la historia de la Comuna de 1871 en una serie de conferencias y, siempre en busca de las luchas libradas por los oprimidos, sintiendo la necesidad de arrojar luz sobre lo que él llama "la dictadura de las gentes honestas", de la "gente como se debe", de las "gentes de bien", para retomar las expresiones con las que ellos mismos se adornaban hasta hace poco, cuando el término "élites" las sustituyó. Deseo agradecerle a la Asociación de Amigos de Henri Guillemin por invitarnos a releerlo y a compartir su gusto por la justicia y la fraternidad con los oprimidos. Mi contribución constará de tres partes: empezaré recordando la institución democrática y popular por excelencia que fue la Comuna de París, con la elección de representantes revocables por el electorado, luego lo que de ella impresionó tanto a uno de sus contemporáneos, Karl Marx. Por último, evocaré rapidamente el ejemplo de la Comuna de Shanghái, que se interesó en la Comuna de 1871 en la China de la Revolución Cultural Proletaria de 1966-1971. |
I. La elección de la Comuna el 26 de marzo de 1871 El fracaso militar del Segundo Imperio en Sedán provocó la insurrección en París y la proclamación de la Tercera República el 4 de septiembre de 1870. Sin embargo, el nuevo gobierno capituló el 26 de enero de 1871 y París fue sitiada por el ejército prusiano. El gobierno de Thiers huyó a Versalles y el 18 de marzo, al llamado de la Guardia Nacional de la ciudad, el pueblo de París se sublevó. Pocos días después, la Guardia Nacional, que no pretendía ejercer el poder, decidió organizar las elecciones de la Comuna de París, que tuvieron lugar el 26 de marzo de 18713. El Llamado a los electores parisinos, fechado del día anterior, 25 de marzo de 1871, y redactado por el Comité Central de la Guardia Nacional, pone de relieve la cuestión crucial del sistema electoral, precisando la naturaleza de las relaciones entre electores y elegidos. REPÚBLICA FRANCESA Nuestra misión ha terminado; vamos a ceder el lugar en vuestro Ayuntamiento a vuestros nuevos representantes electos, a vuestros mandatarios electos. CIUDADANOS, No perdáis de vista que los hombres que mejor os servirán son los que elejiréis de entre vosotros, viviendo vuestras propias vidas, sufriendo los mismos males. Hôtel-de-Ville, 25 de marzo de 1871 - El Comité Central de la Guardia Nacional : El sistema electoral es, aquí, el del mandatario, del agente de confianza, revocable por los electores y responsable ante ellos. La idea de este sistema es que el elegido está al servicio de los electores. No se trata de buscar "estrellas mediáticas", como se empeñan en producir nuestros sistemas actuales, sino personas capaces de prestar este servicio público por excelencia y de asumir la pesada responsabilidad que les incumbirá. Los electores tienen -por consiguiente- todo interés en encontrar personas de confiar, que conocen y con las cuales hablarán del mandato que les confían y de su servicio a venir. Este sistema electoral afirma el principio según el cual son los electores quienes escogen a sus mandatarios, y no éstos últimos los que presentan sus candidaturas para hacerse elegir. El objetivo es constituir una "representación popular" con "mandatarios" controlados por los electores, y elegir "servidores" del pueblo en lugar de "amos". De lo que se trata es pues de una relación de confianza: si el mandatario traiciona la voluntad general, la voluntad del electorado, simplemente será revocado y sustituido por un nuevo mandatario confiable. El proyecto de la Guardia Nacional del 25 de marzo de 1871 consistía en elegir los miembros del futuro Consejo Municipal de la Comuna de París, con la esperanza de que el movimiento siguiera en toda la República, y que pronto se eligiera la Cámara de mandatarios revocables a la escala de todo el país. El Comité Central de la Guardia Nacional de París publicó también, el mismo 25 de marzo, sus Recomendaciones, en las que expuso el proyecto general a escala nacional esta vez, de las que extraigo el siguiente pasaje: "Ciudadanos, Como se ve, el proyecto era constituir una república democrática y social a partir de la organización de las comunas en todo el país, células de base de la vida social, económica y política, federadas entre ellas en una Asamblea Nacional Legislativa, cuyos mandatarios serían también agentes de confianza, responsables ante sus electores. Este sistema electoral está vinculado a una concepción de la política fundada en el principio de la soberanía popular efectiva, y no sólo declarada. Esta concepción de la política busca establecer una forma de gobierno por el pueblo y para el pueblo. Y así llegamos al corazón de la política, que resumo en cuatro cuestiones: ¿Cuál es el objetivo de la sociedad? ¿Quién toma la decisión? ¿Quién es el soberano y dónde está? ¿Debe el Estado estar separado de la sociedad?
Las Recomendaciones del Comité Central de la Guardia Nacional revelan que sus redactores conocían bien las instituciones y las prácticas populares heredadas de la Edad Media: las libertades comunales, las bien nombradas. En 1871, ¡los Guardias Nacionales sabían que los pueblos más humildes de Francia seguían practicándolas! Este testimonio es interesante porque nos enseña que esas instituciones democráticas comunales, con su sistema electoral de asamblea general comunal, que elige a sus agentes de confianza, revocables en caso de no respeto de la misión que les fue confiada, pertenecían ciertamente a la cultura popular, así como a la experiencia revolucionaria de 1789-1794. Y, naturalmente, el Comité Central convocó a elecciones de la Comuna de París, apoyándose en la cultura y las prácticas populares, puesto que se trata de constituir, nuevamente, una República democrática y social con una soberanía popular efectiva.
La idea es la siguiente: el poder ejecutivo está estrechamente sometido al doble control del legislativo, formado por los representantes elegidos de la Comuna y el electorado. ¿Por qué? El poder ejecutivo es peligroso cuando escapa al control del legislativo, porque entonces puede interpretar las leyes y violar las decisiones legislativas. Por ejemplo, muchos casos de corrupción, grande o pequeña, pasan por este tipo de falta de control de la aplicación de las leyes... La solución consiste en poner al ejecutivo bajo el control del legislativo, pero no en abolirlo, ¡porque la aplicación de la ley es necesaria! Si comparamos con nuestro sistema actual, el artículo 3 de nuestra Constitución enuncia claramente que: "La soberanía nacional pertenece al pueblo, que la ejerce por medio de sus representantes y mediante referéndum. Como se ve, la referencia al soberano recae en el sistema electoral. Pero este no tiene nada que ver con el de la Comuna. Nosotros somos convocados en fechas muy precisas, el tiempo justo para elegir a nuestros representantes, que no son mandatarios revocables. Tampoco son los electores quienes los eligen. Son presentados por el sistema de partidos políticos, que interfiere entre electores y representantes. Resultado, los candidatos no son escogidos por los electores, sino por los partidos; no son los mandatarios de los electores sino de su partido, y son entonces los elegidos de los partidos quienes tomarán las decisiones soberanas, es decir, la formación de las leyes... ¿Dónde está el soberano en nuestro sistema actual? Ya no es el pueblo quien es soberano: si lo es sobre el papel de la Constitución, el sistema electoral organizado por los partidos políticos se lo impide. Así es que en nuestro sistema la transferencia de la soberanía se efectúa del pueblo a los elegidos, y así es como nuestros elegidos se convierten en nuestros amos. Hay teorías políticas que separan el Estado de la sociedad. La nuestra, por ejemplo, en la cual el Estado es autónomo de la sociedad, salvo en algunos breves momentos que son los de las elecciones. Una vez celebradas, el Estado es separado de los ciudadanos y de la sociedad. Los electores no disponen de otro recurso para hacerse escuchar sino las peticiones, la manifestación, las huelgas, los recursos judiciales y otros medios sumamente complicados... En el espíritu de la Comuna, el ejercicio de los poderes públicos está bajo el control muy real de los electores gracias a la institución del “commis de confiance”, ese mandatario revocable apenas pierde la confianza de su electores. Aquí, lo que el sistema actual llama el Estado, la Comuna lo entiende por el ejercicio de los poderes públicos no separado del control activo de la sociedad. Y eso puede hacer posible lo que el Comité Central de la Guardia Nacional desea realizar: "Esta asamblea funda el verdadero orden, el único duradero, apoyándolo en el consentimiento frecuentemente renovado de una mayoría consultada a menudo, y suprime todas las causas de conflicto, de guerra civil y de revolución." El objetivo es el de establecer la paz civil constituyendo poderes públicos controlados por los electores: se regresa entonces a la definición misma de la política, que tiene por función establecer la paz civil buscando soluciones políticas, y por tanto pacíficas, a los conflictos, mediante el debate y el consentimiento y que, por supuesto, reconoce la primacía del poder legislativo. Pero cuando el Estado hace la guerra a la sociedad, la política ha desaparecido y es entonces el inicio de la instauración de un estado de guerra. |
II. El espíritu de la Comuna fascinó a Karl Marx Él buscó comprender el espíritu de su constitución y lo comparó con la de 1793, en su persistencia en darle la primacía al legislativo sobre el ejecutivo y la participación de los electores en la formación de la ley mediante el control de los mandatarios revocables. Marx ya había desarrollado estos temas en Crítica de la filosofía del derecho hegeliano, que escribió probablemente en 1843, texto que quedó inconcluso y fue publicado póstumamente en 19279 . Allí, Marx trata la constitución y desarrolla su crítica a las teorías del Estado separado de la sociedad, en las cuales el ejercicio de los poderes políticos se constituye al margen del control de la sociedad y en oposición a ella: es esta separación la que Marx califica de despótica. Marx vio en la experiencia de la Comuna de 1871 la entrada de la sociedad, de ser posible de toda la sociedad, en el poder legislativo. El poder legislativo es la expresión misma de la conciencia social. Y cuando la sociedad en su conjunto entre en el control del poder legislativo, creará un real estado de democracia. Por tanto, el poder legislativo debe imponerse al ejecutivo, siempre peligroso dado que tiene la posibilidad de interpretar las leyes impunemente y actuar en secreto, sin publicidad ni debates. Marx también subrayó que la constitución de la Comuna le permitió a los servicios llamados públicos serlo realmente: "Los servicios públicos cesaron de ser la propiedad privada de criaturas del gobierno central (precedente). No sólo la administración municipal, sino toda la iniciativa ejercida hasta entonces por el Estado fue repuesta en manos de la Comuna." Esto ilustra sobre el uso de los servicios públicos, pero también sobre una descentralización verdaderamente democrática, porque es comunal. Y así fue como la Comuna derrocó al viejo poder estatal moderno, que Marx califica de tiránico, de parásito que asfixia a la sociedad, y lo remplazó por una "Constitución comunal" que debía organizar "la unidad de la nación" en una asamblea nacional formada por "delegados revocables en todo momento y obligados por el mandato imperativo de sus electores"11 . Marx concluyó que la Comuna "le proporcionó a la república la base de instituciones realmente democráticas". En su primer ensayo de redacción, Marx desarrolla la cuestión del Estado moderno que era el Segundo Imperio en Francia, como ejemplo de "un Estado separado de la sociedad e independiente de ella" que, "por usurpación", se convirtió en "el amo de la sociedad en lugar de su servidor". Para él, la Comuna: "Fue una revolución contra el propio Estado, esa rata aborto sobrenatural de la sociedad; fue la recuperación por el pueblo y para el pueblo de su propia vida social. No fue una revolución hecha para transferir el poder de una fracción de las clases dominantes a otra, sino una revolución para romper el horrible aparato mismo de la dominación de clase". Marx concluye: "Cualquiera que sea su destino (de la Comuna) en París, le dará la vuelta al mundo." |
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En su libro sobre El imaginario de la Comuna, Kristin Ross1 ofrece un estudio de las corrientes que se nutrieron de la Comuna y son independientes de "la historia oficial dictada por el comunismo de Estado", así como de la Tercera República. Y podemos añadir, de todas las historias oficiales... El recuerdo de un acontecimiento es una cosa", precisa Kristin Ross, "pero se distingue del movimiento que encuentra sus fuentes en él y produce acciones y un pensamiento creativos". Se trata, añade, de una prolongación, de una nueva vida que integra al acontecimiento de la Comuna de París. Y es cierto: este inmenso soplo de libertad que libera la breve experiencia de la Comuna, el heroico sacrificio de los Comuneros y su resistencia, han desde entonces despertado ese poderoso rechazo de lo inhumano que ni siquiera la amenaza de muerte puede hacer retroceder: "¡Vivir libre o morir! Tal es su consigna... Marx lo había sentido. Varios investigadores notaron que la experiencia de la Comuna había tenido incidencias en la evolución de su pensamiento. En efecto, retomó la cuestión eminentemente política de las relaciones entre Estado y sociedad, como acabo de indicar. K. Ross insiste en el hecho de que, en 1872, Marx y Engels redactaron un nuevo prefacio3 al Manifiesto comunista, incorporando lo que les había revelado la Comuna, "que, durante dos meses, puso por primera vez el poder político en manos del proletariado4 ". Ya no se trataba de apoderarse del aparato del viejo Estado y hacerlo funcionar para ellos, sino, como vimos más arriba, de sustituirlo por esta "Constitución comunal" formada por mandatarios revocables. Marx se interesó también en profundizar la cuestión de la propiedad comunal del suelo y las prácticas de las comunidades aldeanas en Rusia: fue su encuentro con Elisabeth Dmitrieff, una joven rusa, que entró en contacto con él en Londres a través de la Internacional, poco antes de la Comuna, y que le habló del movimiento populista, de los anarquistas rusos y de sus vínculos con la comuna campesina rusa. Elisabeth Dmitrieff participó en la Comuna de París y fundó la Unión de Mujeres. Un poco más tarde, Marx mantendría correspondencia con Vera Zasúlich, amiga de Kropotkin, sobre las posibles vías para construir una sociedad socialista que difería de lo que él había pensado hasta entonces, privilegiando (la noción de) el "progreso" del capitalismo. |
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III “Le dará la vuelta al mundo” Por último, quisiera recordar, aunque sea brevemente porque se trata de un gran trozo de historia, el gran "soplo de libertad" que sintió la Revolución China con la experiencia de la Comuna de París. En 1959, Mao Zedong había renunciado a la presidencia de la República China: entonces era muy criticado en el Partido Comunista Chino por su política del Gran Salto Adelante, y fueron los partidarios de una corriente economicista quienes tomaron el poder en el seno de este partido único instalado, desde la Revolución, según el modelo de la Unión Soviética. En 1966, Mao Zedong lanzó la Revolución Cultural Proletaria contra esa corriente economicista. Se apoyó en el Ejército chino y en su líder Lin Piao, y respaldó la creación de Guardias Rojos, procedentes principalmente de las universidades. Así, fue lanzada en China una gran campaña para la instrucción popular, para dar a conocer la Comuna de París, utilizando los textos de Marx sobre el tema. En la enorme ciudad de Shanghái, las luchas fueron encarnizadas, pero ofrecieron experiencias particularmente ricas, con la union deestudiantes, campesinos y obreros unidos para, no sólo mejorar la producción y las condiciones de trabajo, sino también para ayudarse mutuamente a comprender las cuestiones culturales y políticas. Se abrió una vasta campaña en todo el país para realizar los Cuatro Grandes Derechos, lanzados por Zhou Enlai en 1967, y que la Revolución Cultural se proponía que se reconocieran: osar expresarse, osar hablar francamente, osar abrir debates y expresarse libremente mediante carteles. Comenzaba un vasto movimiento en favor de la libertad de pensamiento y de expresión. En enero de 1967, los rebeldes crearon la Comuna de Shanghái. Se formaron numerosas organizaciones de masas bajo el nombre de Comuna en las universidades, las fábricas, en todas partes, sustituyendo o duplicando a las antiguas organizaciones. Sus representantes elegidos eran mandatarios revocables "de acuerdo con los principios de la Comuna de París" y su antiguo título de "Jefe" fue remplazado por el de "servidor del pueblo". Sangrientas batallas tuvieron lugar entre rebeldes y conservadores, y un pequeño número de rebeldes criticó la existencia misma del partido único en el poder. Luego, cuando Zhou Enlai y Mao murieron en 1976, el Partido restauró la corriente conservadora con Deng Xiaoping, reprimió a los rebeldes y llevó a cabo una contrarrevolución. La Banda de los Cuatro, nombre dado a cuatro líderes de la Revolución Cultural en Shanghái, intentó resistir, pero fueron reprimidos y juzgados. La contrarrevolución se impuso. Se han dado diversas interpretaciones a estos acontecimientos y, hoy en día, en China, existe un renovado interés por ellos. Y aunque los medios, los objetivos y el contexto de la Comuna de París y los de la Revolución Cultural Proletaria diferían en muchos aspectos, es notable constatar que el espíritu de la Comuna de París, con su Constitución Comunal, dejó un deseo infinito de volver a ella. |
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Las obras de Henri Guillemin en francés están publicadas por Utovie: https://www.utovie.com/ Sus dos únicos libros traducidos al español son Napoleón tal cual (Plaza & Janés, 1978) y ¡Los pobres, a callar!, libelo, traducción de Juan Vivanco (Grijalbo , 1997) |
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