Captura CNN /
La monja que hace más de 15 años se desempeña como capellana del Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, lleva casi cuatro meses de encierro voluntario junto a las más de 50 internas del patio católico, quienes por la crisis sanitaria no pueden recibir visitas, ir a clases o participar de talleres. Pese a estas medidas de prevención, hace un par de semanas comenzó un brote de COVID-19 que según la misma religiosa, ha contagiado a prácticamente la mitad de las reclusas de ese sector del penal. Acá, cuenta cómo han enfrentado la pandemia y han combatido la angustia de estar contaminadas al interior del penal.
Fue a mediados de marzo cuando la hermana Nelly León decidió hacer sus maletas y alejarse por un tiempo de su hogar en San Felipe -junto a las Hermanas del Buen Pastor- para establecerse en el patio católico del Centro Penitenciario de San Joaquín por un período indefenido. Su idea inicial era estar junto con las internas del lugar donde se desempeña como capellana hace 14 años y evitar ser un foco de contagio para las reclusas y las religiosas de San Felipe, lugar desde donde viajaba a diario. A los pocos días, esa idea se transformó en obligación debido a los protocolos sanitarios que prohibieron los ingresos de externos a las cárceles.
En los casi cuatro meses que la religiosa ha convivido exclusivamente con las internas, la relación entre ellas se estrechó, Nelly comparte espacios comunes y organiza actividades que ayudan matar el tiempo. Durante el confinamiento lo más complicado para las reclusas -dice la religiosa- ha sido pelearle a la rutina y al aburrimiento. En el CPF de San Joaquín, al igual que en todos los otros penales del país, están suprimidas las visitas, los talleres e incluso las clases de enseñanza básica y media a la que asiste casi la mitad de las privadas de libertad del patio en el que reside la hermana. En ese escenario, a las internas no les quedan muchas cosas por hacer.
“Eso es lo más difícil. Lo que afecta más a las chiquillas es el ocio. Para matar el tiempo, cada patio realiza actividades con las funcionarias de Gendarmería. En este patio, por ejemplo, siempre hacemos cosas recreativas, jugamos bingo, se hacen competencias e incluso nos repartimos regalos”, cuenta Nelly León.
Esas dificultades, sin embargo, pasaron a un segundo plano hace un par de semanas, cuando según la religiosa comenzaron los contagios que hoy mantienen a la mitad de las casi 50 reclusas del patio diagnosticadas con coronavirus.
Según comunicó Gendarmería el 17 de julio, “un grupo de 45 personas, entre mujeres privadas de libertad y funcionarios del CPF Santiago se realizaron exámenes de PCR, como una acción preventiva para evitar la propagación del COVID-19. Las muestras fueron realizadas por un equipo del Cesfam Santa Teresa de los Andes, en las cuales se detectó que un grupo de 25 internas son casos positivos y asintomáticas, quienes están en buenas condiciones de salud y fuera de riesgo vital”. La mayoría de estos casos positivos corresponden a reclusas del patio católico. Una situación delicada y compleja para ellas y también para Nelly León, quien pese a compartir espacio con las reclusas, no se ha contagiado.
¿Cómo están las contagiadas?
Están con las angustias propias de estar con el virus. Están atentas a lo que les pueda pasar, pero en general yo siempre le digo que tienen que tener una actitud positiva porque si nos deprimimos nos vamos a enfermar más, la depresión no es un buen ambiente para que el virus nos afecte. Hay que cuidar el sistema inmune, pero en general están bien.
¿Cuántos contagios registran?
En este patio hay alrededor de 50 internas y hay un porcentaje importante de chicas contagiadas, debe ser como la mitad.
¿Han tenido casos de internas con complicaciones severas?
Han habido derivaciones a centros asistenciales, algunas chicas fueron a centros asistenciales fuera de la cárcel, pero todas han vuelto, ninguna ha sido intubada ni nada. Ni Dios quiera que sea así.
¿Tienen alguna necesidad con respecto a la salud de las internas?
Hoy no necesitamos mucha ayuda en términos de salud, ya que la enfermería está conectada con el Cesfam Santa Teresa de San Joaquín. Ellos han sido súper preocupados y accesibles cada vez que se les necesita, entonces no estamos con problemas de PCR ni con mayores problemas. Tenemos bastante buena atención.
¿Sabe cómo pudo haber ingresado el virus?
Ni siquiera me atrevo mencionar nada con respecto a cómo llegó el virus, es tan delgada la línea que no sé.
¿La situación de contagios no ha provocado motines como los que hemos visto en penales masculinos?
Nosotras no hemos tenido situaciones de motines o enfrentamientos con gendarmes como se ha visto en otros penales de varones. Con las mujeres es muy difícil que hagan un motín, si bien tienen problemas entre ellas de repente, no es lo mismo, la mujer vive la cárcel de manera distinta, no existe tanta violencia ni tanta jerarquización.
¿Ha habido movilidad al interior del patio?
Acá no entra nadie desde marzo que se suspendieron las visitas. Lo primero que se suspendió en esta cárcel ,de común acuerdo, fue el tránsito de personas voluntarias, de los agentes pastorales, de los talleristas. No entra nadie, solamente los que trabajan y la mayoría del personal del área técnica está con teletrabajo, es poca la gente que está haciendo contención aquí.
Imagino que para las internas ha sido un desafío lidiar con eso…
Ellas están tranquilas, saben que es la mejor opción no estar con visitas. Ellas son mujeres con una capacidad de comprensión importante, entonces eso no van a reclamar nunca porque saben que es por el bien de ellas y también de sus propias familias. Por supuesto que hay una carga emocional afectiva, está la necesidad de abrazar, pero eso les pasa a todos, a la gente de la calle o hasta yo que extraño a mis hermanas en mi comunidad.
¿Cómo ha pasado usted estos meses de confinamiento? ¿Qué ha sacado de todo esto?
Yo estoy emocionalmente cansada, pero muy feliz de estar acá y pidiendo a Dios no contagiarme (…) a pesar de eso, creo que esta ha sido la mejor opción que he podido tomar en mi vida, porque me consagré para servir a otros y mi consagración se ha visto plena en esto, porque también me puedo contagiar, no soy inmune, pero aún así estoy feliz. Estoy feliz de poder servir.
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