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miércoles, 29 de julio de 2020

Nuevo gabinete entre la sombra intacta de Larroulet y la claudicación de Mario Desbordes

Nuevo gabinete entre la sombra intacta de Larroulet y la claudicación de Mario Desbordes
El problema de este cuarto cambio profundo en el gabinete es el mismo que han tenido los anteriores: no hay un cambio de timón en La Moneda, de diseño, ni una señal respecto a que el Presidente Piñera modifique la mirada estratégica de su Gobierno, ya que mientras el jefe de asesores, Cristián Larroulet, se mantenga en el segundo piso, todo seguirá igual, afirmaron desde el oficialismo. Un tema que se le planteó abiertamente en las conversaciones en Palacio al Mandatario en los últimos días, pero que no provocaron mella finalmente. Al correr las horas, tras conocerse los nombres de los nuevos ministros, la decisión del extimonel de RN de aceptar la cartera de Defensa dejó a una parte de la derecha, sus aliados, en un absoluto "shock" y sin comprender las razones para ello.

Otra vez hay otro comité político, el cuarto en lo que va de los dos años y cuatro meses que lleva la actual administración. La apuesta presidencial fue clara: apagar los incendios políticos de Chile Vamos, neutralizar los focos de conflicto, evitar la fractura de la coalición y establecer una suerte de pax romana que le permita gobernar los 20 meses que le restan de mandato sin perder la base de apoyo duro de la derecha. Pero sin modificar el poder en las sombras que ejerce el jefe de asesores del segundo piso, Cristián Larroulet, nada garantiza que el nuevo elenco de ministros pueda evitar efectivamente los errores políticos que ha cometido la actual administración en el mal manejo de la pandemia, las decisiones tardías para enfrentar la crisis económica y la desconexión total con la crisis social que vive el país.
Así, con la llegada de Víctor Pérez (UDI) al Ministerio del Interior, de Jaime Bellolio a la Segegob, de Mario Desbordes a Defensa (RN) y Andrés Allamand (RN) a Cancillería, junto con el enroque de Cristián Monckeberg (RN) a Segpres y de Karla Rubilar a Desarrollo Social, más la ratificación de Ignacio Briones en Hacienda, el Presidente aspira a solucionar el problema de ingobernabilidad que quedó en evidencia con los repetidos fracasos que tuvo La Moneda en el Congreso para evitar la tramitación de la reforma que permite de forma extraordinaria el retiro del 10% de fondos de las AFP.
Es cierto que el hoy ministro Pérez tiene más peso, redes y trayectoria política que su antecesor, Gonzalo Blumel, es sabida su cercanía y confianza con la timonel UDI, Jacqueline Van Rysselberghe, así como su condición de histórico del sector de los coroneles gremialistas. También es un hecho que el nuevo vocero Bellolio es un rostro de la "renovación" UDI y que el nuevo titular de la Segpres es respetado transversalmente en todo Chile Vamos.
“A nivel interno, de coalición, claramente incorpora a los partidos y a dirigentes de peso con voz propia. Hay una renuncia, al menos parcial, al diseño original del gabinete, que reservaba para el piñerismo los principales ministerios. Y al país, el mensaje pareciera ser el firme propósito de gobernar hasta el último día, más allá de las indudables dificultades que enfrenta La Moneda. El partido es muy difícil y, en ese sentido, es razonable tirar jugadores con oficio a la cancha. La clave es que el Presidente los deje jugar”, señaló Claudio Alvarado Rojas, director ejecutivo del IES.
Algo que en La Moneda saben y que así lo reconocieron ayer, es el temor a que ninguno le haga contrapeso al poder e influencia que ejerce Larroulet a la hora de las decisiones claves. El problema de este cuarto cambio profundo en el gabinete es el mismo que han tenido los anteriores: no hay un cambio de timón en La Moneda, de diseño, ni una señal respecto a que el Presidente Piñera cambie la mirada estratégica de su Gobierno, ya que mientras Larroulet se mantenga en el segundo piso, todo seguirá igual, afirmaron desde el oficialismo. Un tema que se le plantó abiertamente en las conversaciones en Palacio al Mandatario en los últimos días, pero que no provocaron mella finalmente.
En la derecha social y los sectores que lideraba Desbordes no solo había preocupación ayer porque el extimonel hipotecó todo lo logrado desde el estallido social, tanto a nivel de su liderazgo personal como del sello que le imprimió a RN, sino también por el hecho indiscutido que el comando del Rechazo se tomó el Gobierno y que este ajuste controla cualquier margen de acción para quienes no comulgan con las líneas más conservadoras y dogmáticas de la coalición. Al interior de Renovación Nacional no tienen más lecturas que la intervención del Mandatario a la interna del partido, con el fin de neutralizar la opción que buscaba correr el cerco hacia el centro.
En apariencias se puede creer que Larroulet se debilitó, porque tuvo que dejar caer a Blumel, su "niño de oro", pero eso no significa que el nuevo ministro del Interior será una figura de contrapeso para él. De hecho, el jefe de asesores habría cumplido un papel no menor en la definición de los nombres y la composición del nuevo comité político, especialmente en el caso de Pérez.
No solo eso, desde el oficialismo y el entorno del Gobierno recalcaron que la falta de una garantía de empoderamiento político real para ejercer el cargo, como el hecho de que la figura de Larroulet seguiría intacta en la estructura de poder de Palacio, llevó a varios –trascendió– en los días previos a rechazar la oferta de asumir una de las carteras del comité político, como habrían sido los casos del actual asesor Rodrigo Ubilla, el ahora exministro Teodoro Ribera y el senador UDI, Juan Antonio Coloma.
El factor Larrroulet fue un punto en que el senador Manuel José Ossandón puso ayer el acento, después que se conoció la confirmación del nuevo gabinete: “Es una persona muy inteligente, pero es un economista dogmático. Claramente, el segundo piso tiene que producir un cambio de diseño y de mirada (...), más allá de los nombres, aquí tiene que cambiar la mirada del Gobierno, aquí tiene que haber un cambio de estrategia (…), lo necesario es el cambio de diseño, si no hay cambio de diseño va a seguir lo mismo”.
En la misma línea, el director ejecutivo del IES, Claudio Alvarado Rojas, precisó que es fundamental que el Presidente Piñera sepa soltar parte del control de su Gobierno y destacó que el cambio de gabinete “le da una oportunidad para retomar la condición política, la iniciativa, controlar parte de la agenda. Ahora la clave es que el Presidente, insisto, deje jugar a este equipo”. Lo mismo le recomendó el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín (UDI), en el matinal de Mega: “Aquí están representadas las almas de Chile Vamos y está bien pensado en ordenar la coalición, pero la palabra clave es empoderados, que lleguen empoderados los ministros”.
El académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, Cristóbal Bellolio, insistió en que “Piñera sigue siendo el principal problema del Gobierno, no hay ningún diseño ministerial que haga que eso desaparezca, creo que Sebastián Piñera, por un lado, busca a personas que sean capaces de ordenar la coalición, por otra parte, escoge a los que le dijeron que sí, a los que a estas alturas tienen la voluntad, las ganas, la visión de querer acompañarlos en estos 20 meses dificilísimos”.
Bellolio agregó que el Presidente dio una señal de “ordenar la casa y que los dos partidos que se descarriaron en el 10% vuelvan al redil y le permitan gobernar lo que queda de mandato". A respecto, el analista explicó que el Mandatario "incorpora al Gobierno y al corazón del gabinete a las dos alas, los dos partidos más importantes de la coalición, porque en el caso de la UDI, Víctor Pérez representa al ala más dura, y Bellolio, más liberal. En RN, Allamand duro y Desbordes más flexible. Cubre todas las bases. Evópoli sale y paga el costo, no hay reemplazo, se llevaron la difícil tarea de conducir el Gobierno entre el estallido y la pandemia y ese desgaste se nota”.
La fórmula de recurrir al Congreso para sacar figuras y desembarcarlas en el Gobierno no es una estrategia nueva, de hecho la usó Piñera en su primer Gobierno –cuando nombró ministros a los entonces senadores Chadwick, Allamand, Evelyn Matthei y Pablo Longueira–, también con el objetivo de dar una mayor conducción política a su gestión y, sobre todo, alinear a las huestes del oficialismo para neutralizar las rebeliones. Una estrategia que, según personeros de Gobierno, busca hablarle al 15% más fiel de la derecha histórica. “El Presidente se replegó en un espacio seguro”, afirmó un asesor de Palacio.
En Evópoli resintieron el golpe y ayer se lamentaron señalando que este cambio de gabinete implica “un retroceso al conservadurismo” en Chile Vamos, ya que ingresaron rostros no solo ligados estrechamente con la opción del "Rechazo" sino que además son parte de un sector del oficialismo –agregaron– "que abiertamente no está a favor de la libre expresión de la gente”.

La claudicación de Desbordes

El cambio en el Ministerio de Defensa dejó “impactado” a medio Chile Vamos por la llegada de Desbordes, quien hasta ayer fue el timonel de RN que había sido un verdadero dolor de cabeza para el Gobierno, pero que había establecido fuertes puentes de diálogo con la oposición como puntos en las encuestas a favor de su gestión. No por nada, en La Moneda aseguraron –después de varias conversaciones entre el exdiputado y el Mandatario– que la decisión del Presidente pasó por “mantener a los enemigos cerca”.
Cercanos a Mario Desbordes y afines a la corriente de la derecha social, se declararon ayer en “shock”, porque si bien siempre fueron conscientes del posible arribo del diputado por El Bosque al gabinete, lo aceptaban pensando en que se trataba de un sacrifico que valdría la pena, para ocupar un ministerio de relevancia política como Trabajo o Desarrollo Social, pero no el de Defensa, que en estos tiempos está en la periferia de las prioridades gubernamentales y sin ninguna opción de influencia política.
En la derecha social y los sectores que lideraba Desbordes no solo había preocupación ayer porque el extimonel hipotecó todo lo logrado desde el estallido social, tanto a nivel de su liderazgo personal como del sello que le imprimió a RN, sino también por el hecho indiscutido que el comando del "Rechazo" se tomó el Gobierno y que este ajuste controla cualquier margen de acción para quienes no comulgan con las líneas más conservadoras y dogmáticas de la coalición. Al interior de Renovación Nacional no tienen más lecturas que la intervención del Mandatario a la interna del partido, con el fin de neutralizar la opción que buscaba correr el cerco hacia el centro.
“Pierde expresión en el debate público, porque Desbordes era de los pocos que estaban quedando, por ejemplo, como una figura abiertamente partidaria del Apruebo y entra a un gabinete súper identificado con el Rechazo, entonces, no sé cuánto él va a poder hacer lucir su progresismo, su tensión elite-pueblo o la capacidad de diálogo, desde una cartera que, prácticamente, no tiene mucha relevancia política. Salvo haya un segundo estallido y saque a los militares a la calle. Pero eso tampoco lo ayuda”, destacó el analista Cristóbal Bellolio.
Quienes conocen al extimonel de RN insistieron ayer en que no entendían cuál puede haber sido el raciocinio de Desbordes, considerando que no sólo dejó la presidencia del partido, sino también su diputación. “Nadie lo puede creer”, agregaron varios ayer en la colectividad y en la bamcada. Las llamadas para pedir explicaciones, confesaron, llegaron incluso desde la oposición, donde aún no logran comprender la falta de equilibrio entre un paso y todo lo que se dejó de lado. La jugada de Piñera “nos pega un golpe muy fuerte a la derecha social”, sinceraron desde el Congreso.

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