Un reciente informe de Oxfam (¿Quién paga la cuenta?, 27-07-2020), describe el dramático impacto económico y social del Covid-19 en América Latina y El Caribe, la región más afectada por la pandemia. Al mismo tiempo, propone medidas impositivas contundentes para financiar la recuperación de la crisis. Propuestas que, por cierto, son completamente válidas para Chile.
Oxfam estima una contracción económica de 9,4%, que resultará en 52 millones de personas que podrían caer en la pobreza y 40 millones que perderían sus empleos: un retroceso de 15 años para la región.
La pandemia no afecta a todos por igual, ya que la élite se mantiene intocada frente a la crisis económica e incluso se ha beneficiado de ella. En efecto, desde el principio de los confinamientos a la fecha han aumentado los multimillonarios en la región: las personas más ricas han aumentado su fortuna en un 17% desde marzo 2020, lo que equivale a un adicional de US$ 48.200 millones.
Para hacer frente a esta crisis, Oxfam propone una serie de reformas impositivas, que debieran recaer sobre quienes más tienen y los que menos han sufrido la pandemia. Esto es indispensable, según se explica a continuación.
En efecto, según las estimaciones de Oxfam, la pérdida de ingresos fiscales para este 2020 podría alcanzar el 2 % del PIB de la región, o sea unos US$ 113 391 millones, equivalente al 59 % de la inversión pública en salud de toda la región. Y, con el desplome de los ingresos tributarios, es impensable que se pueda abordar la recuperación de la capacidad fiscal de los países por las vías tradicionales. Son necesarias medidas de urgencia.
Por su parte, la CEPAL ha estimado una caída del valor de las exportaciones de la región cercana al 15,0 %, una disminución de los precios de exportación del 8,8 % y un posible escenario de reducción de ingresos por turismo cercana al 30,0 % en 2020. A la vez, se prevé para este año la mayor caída de remesas de la historia, con una reducción de flujos del 19,3 %. Y la UNCTAD ha anticipado que la inversión extranjera directa se reducirá a la mitad este año.
Parte de este desplome podría compensarse si se impulsara una lucha decidida contra los paraísos fiscales, que siguen siendo un coladero por el que se escapan ingentes recursos. Esto no es fácil, aunque imprescindible. En consecuencia, las medidas inmediatas que propone Oxfam son las siguientes:
Un Impuesto extraordinario, sobre los patrimonios netos, a las grandes fortunas, y con carácter progresivo:
• 2% para los patrimonios netos entre 1 y 50 millones de US$
• 3% para los patrimonios netos entre 50 y 100 millones de US$
• 3,5% para los patrimonios netos por encima de los 100 millones de US$
  • Un Impuesto a los resultados extraordinarios de grandes corporaciones
Porque no todas las empresas están sufriendo los efectos de la crisis, ya que sectores como el farmacéutico, el de las grandes cadenas de distribución y logística, telecomunicaciones o la economía digitalizada viven altas utilidades, gracias a la pandemia. Por ejemplo. en el primer trimestre de 2020, el margen de beneficios de Visa ha crecido por encima del 50 % y el de las farmacéuticas, como Pfizer, en un 31 %.
  • Impuestos a empresas digitales
Antes de la crisis, se estimaba que para el año 2025 las economías digitales llegarían a representar el 40 % del PIB regional. Con el confinamiento se ha acelerado este proceso. Netflix, por ejemplo, ha duplicado sus ingresos desde el principio de la pandemia, en comparación con el mismo periodo del año pasado, Amazon, por su parte, ha aumentado en un 27 % sus ingresos. Y, sin embargo, a la fecha las grandes plataformas digitales viven en una total anomalía fiscal. Por cierto, en este caso habrá que aplicar impuestos a los resultados de ganancias de estas empresas y no al IVA para no aumentar los costos tributarios sobre los consumidores.
  • Reducir la carga tributaria de hogares empobrecidos
Finalmente, los sectores de bajos ingresos, principalmente afectados por el Covid-19, no pueden seguir pagando impuestos como lo hacen hasta ahora. En efecto, del total de ingresos fiscales en América latina y El Caribe, el 51 % proviene de impuestos sobre bienes y consumo, 20 puntos más que en los países de la OCDE. En crisis pasadas, tanto Gobiernos como las recomendaciones de los organismos internacionales han optado por la vía fácil de elevar la tributación al consumo para generar rápidamente nuevos ingresos. Esto no puede volver a suceder, nos dice Oxfam y en consecuencia recomienda:
  • reducir a cero los impuestos al consumo de productos de uso sanitario y canasta básica familiar;
  • suprimir los aranceles a la importación de materiales sanitarios y medicamentos de primera necesidad;
  • elevar los tipos del IVA a bienes de lujo y, especialmente, a los bienes que suponen un impacto ambiental negativo.
Para enfrentar la crisis y recuperar la salud tributaria, se debe superar las históricas inequidades fiscales que arrastra nuestra región. Es preciso adoptar una política impositiva progresiva y que ayude, al mismo tiempo, a contar con una mayor capacidad tributaria. “No puede haber margen para la evasión fiscal, el ocultamiento de activos y bienes en paraísos fiscales o el derroche en privilegios fiscales”.
La crisis producida por COVID-19 requiere de medidas extraordinarias en materia tributaria. Sólo así se podrán financiar servicios públicos más avanzados, basados en derechos, y reforzar la importancia de lo público para reducir la desigualdad. Aunque seguramente las medidas impositivas propuestas por Oxfam no le gustarán al presidente de la CPC, Juan Sutil, son necesarias y, sin duda, las aprueban la mayoría de los chilenos.


Por Roberto Pizarro
Reproducido en El Clarín de Chile con autorización del autor