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martes, 16 de agosto de 2011

Honor y gloria para los estudiantes

Red de Abogados Por la Defensa

Honor y gloria para los estudiantes

Viernes, 12 de Agosto de 2011

Ricardo Candia Cares Con el paso del tiempo quedará más claro el rol que los estudiantes han jugado en estos días, y tarde o temprano, la sociedad toda rendirá tributo a la valentía de los muchachos que han interpelado a conciencia de todos con su heroísmo.Los estudiantes creen en lo que dicen, y dicen lo que creen. Y, mejor aún, actúan según sus coinvicciones. Y esa coherencia, extraña para estos tiempos de cálculos y pequeñeces, les ha permitido ganarse el respeto de la gente del pueblo. De paso, han puesto en evidencia el contraste de su valentía, con el acobardamiento de un sistema político acomodado, aguachento y achanchado. Mientras otrora aguerridos luchadores sociales piden permiso a un pie para mover el otro, los estudiantes han sido claros en ofrecer su sacrificio en virtud de valores superiores. Los estudiantes no sólo han denunciado un sistema educacional que reproduce con una velocidad abismante los peores dolores de una sociedad hecha al arbitrio del mercado. Han puesto en evidencia también la necesidad de construir un país distinto, demostrando que no hay nada inmodificable si muchos lo deciden.

Cuando algunos afirman lo ilusorio de soñar con un país basado en valores distintos a los que se han impuesto por la fuerza aplastante de una cultura que lo invade todo, los estudiantes han demostrado que en el pueblo hay suficiente materia prima para hacer otro Chile. Con la irrupción seductora de las muchachas y los muchachos, ha llegado para quedarse la certeza que lo que hay hasta ahora, ya no sirve. Que para el efecto de fundar un país en valores distintos a los que hoy aparecen como paradigmas inmodificables, es necesario buscar en la propia gente las respuestas. Que las consignas decrépitas y los discursos mohosos, se verían bien en un museo, pero no en las bocas de las gentes. Más de algo queda flotando en estos días, detrás de la agresión aleve de los gases venenosos con que responde el odio enquistado en ministerios y oficinas secretas. Queda en la atmósfera la posibilidad nueva de otro aire para la esperanza tantas veces fallida de los que han hecho del perder una vocación que a ratos parece inmodificable. Por eso el latido de los miles de valerosos estudiantes quedará para ejemplo necesario del futuro. Han debido ser los estudiantes de estos días los que comiencen a superar los tiempos de los que hablaba el presidente Allende, los que han sido capaces de abrir las alamedas. Y para el pueblo que siempre ha puesto el costo que otros han capitalizado como ganancias, un ejemplo de esta envergadura vale más, mucho más que todas las mentiras juntas, que todas las promesas y las ofertas fallidas. Podemos perder un año, pero tener un futuro mejor, han dicho los estudiantes con las palabras precisas, sin dramatismos ni poses fatuas. Y esa verdad inmaculada pone al desnudo todo el egoísmo de un sistema construido en un tercio de siglo. Y por contraste, muestra en todo su esplendor la generosidad implacable de los muchachos dispuestos a ganar una vida digna, sin detenerse en los costos Honor y gloria para cada uno de los estudiantes que enfrentaron el frío de las noches en vela, los que fueron apaleados, mojados, gaseados y vilipendiados por autoridades cobardes.
Honor y gloria para los muchachos y muchachas que aguantaron con estoica voluntad fundada en la razón más profunda, los sacrificios de estos duros días de invierno en sus escuelas y universidades. Honor y gloria para cada una de las niñas y niños que fueron capaces de conquistar con sus razones, ancladas en una actitud de ética mayor, la comprensión de sus padres y madres, de sus hermanos y familiares. Honor y gloria para la belleza desplegada en los cantos, las risas, la inteligencia desplegada por las razones más nobles. Honor y gloria para el que se enfrentó a la maquinaria oscura y miserable de la represión y burló los ingenios de castigo y tortura, con valor y audacia. Honor y gloria para el que fue detenido y marchó a la celda con la frente en alto y el corazón erguido de los que nunca se rinden. Sea cual sea el derrotero que tome la situación, habrá por siempre un saldo positivo que las generaciones venideras podrán enarbolar con orgullo y que la historia deberá relevar con respeto y admiración: Hubo en el comienzo del siglo veintiuno una generación de muchachas y muchachos que demostraron que mientras haya quienes se indignen con cualquier tipo de injusticia, existirá todavía esperanza para el ser humano sobre la tierra.


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