El futuro electoral de la Alianza y la Concertación tras el bajo apoyo ciudadano. Analista: “A pesar de que la gente no los quiera, siguen teniendo peso”
Por Luis Casanova R.
Investigador del Instituto Libertad señala que “las coaliciones nunca han tenido un alto nivel de apoyo y los partidos políticos tampoco han sido instituciones creíbles desde hace bastante tiempo”. Por ende, no cree que “vaya a haber una variación sustantiva ante las conductas de los votantes no inscritos”.
Las cifras no dan a lugar a dudas ni dobles interpretaciones: según la encuesta que publicó la empresa Adimark, la Alianza cuenta con un respaldo que llega al 26%, mientras que la Concertación apenas trepa al 18% de adhesión. Y en cuanto al rechazo, el bloque derechista concentra el 59% y el arcoiris el 70%. Demasiado.
"Lo que está pasando nos debe obligar a tener una mayor sintonía con los ciudadanos y sus demandas más urgentes, y eso pasa por fortalecer nuestro sistema democrático, por avanzar en participación ciudadana, por descentralizar el país y que las regiones pueden tomar sus propias decisiones", señala el senador DC Jorge Pizarro.
En tanto, el senador UDI Hernán Larraín se mostró preocupado por el bajo porcentaje que tiene el "voto duro" histórico que posee la Coalición por el Cambio. A su juicio, ese sector de la población "debería manifestarse y todavía no se llega a eso".
No obstante, para el Investigador del Instituto Libertad, Patricio Gajardo, no ve la existencia de un factor de riesgo para estos conglomerados en un año donde habrá elecciones municipales.
"Eso está por verse, porque en general siempre las coaliciones han tenido un bajo nivel de apoyo y los partidos políticos tampoco han sido instituciones creíbles desde hace bastante tiempo. Sin embargo, a la hora de que la gente se pronuncie, hay una tendencia a que la gente canalice sus demandas a través de una oferta partidaria a favor de los partidos tradicionales en Chile", declaró el académico a Cambio21.
Para el analista, "acá tenemos un factor de incertidumbre interesante, que es la inscripción automática y el voto voluntario. Acá hay una incorporación de mucha gente que no ha votado y aún no hay estudios ni antecedentes sobre cómo sería su reacción. Lo que sí está claro es que un porcentaje importante de estas personas son jóvenes, y los jóvenes tienden a ser, al menos en el discurso, mucho más críticos de las coaliciones políticas tradicionales, como son la Concertación y la Alianza".
Gajardo sostiene que "los estudios medibles y empíricos que yo conozco por parte del Centro de Estudios Públicos hasta el año 2000 ó 2002, revelan que incluso los no votantes o no inscritos, al momento de votar si es que votaran, sorprendentemente no se orientan en una sola dirección, sino que se reparten de manera bastante similar en relación con la gente que sí vota. Es decir, no hay una reacción de grupo identitario que canalice estas demandas. Por eso es que no creo que vaya a haber una variación sustantiva ante las conductas de los votantes no inscritos".
- ¿Y este escenario favorece a la gran cantidad de candidatos que hay en este momento o pasa lo mismo que con los partidos?
- Lo que tenemos que evaluar es la incertidumbre de los no votantes o no inscritos; esto es si votarán o no votarán. Lo que también interesa saber es si los partidos políticos podrán canalizar, aunque cuando aparezcan rechazados, el voto de la gente. Y no me refiero solamente a la parlamentaria, donde tenemos el binominal, que fortalece esta tendencia, sino que también las municipales, en la que no hay binominal, y las presidenciales donde tampoco hay binominal; gana uno solo. Por lo tanto, habría que ver si los partidos políticos van a seguir siendo fuertes y potentes, porque a pesar de que la gente no los quiera, los partidos siguen teniendo peso.
- ¿Y si no pueden ser canalizadores?
- Bueno, si eso no ocurre, habría que comparar a Chile con el fenómeno de Venezuela en cuanto a la poca participación y agotamiento de los partidos políticos. En este caso, con la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999, equivale a que la Concertación y la Alianza hubieran sacado cerca del 6% cada uno y que el resto se hubiera repartido entre candidatos desconocidos o antisistémico como Chávez. Pero esto no pasó de la noche a la mañana, son procesos que se dan gradualmente tras el aumento creciente de la abstención electoral y una pérdida sustantiva de los partidos tradicionales. De hecho, antes de que apareciera Chávez, la candidata con más fuerza era una ex Miss Universo.
- ¿Vamos para allá entonces?
- En chile eso no se ve. El único que se le acercó fue Marco Enríquez-Ominami (en 2009), dado que él fue una especie de outsider relativo. Era una persona que venía de un bloque partidario. Su crítica no era antisistémica, sino que a la forma de hacer política de parte de los partidos. Pero no estaba criticando a la democracia, ni quería refundar el país o el Estado. No era un bing bang de los partidos. Hipotéticamente, si hubiera llegado al poder, no me lo imagino como un Chávez.
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