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domingo, 26 de enero de 2014

Apunta a su giro luego de apoyar el CAE y ahora pretender cambiarlo

Peña califica al nuevo gabinete como el de los “conversos” y dice que “el caso paradigmático es el de Nicolás Eyzaguirre, el nuevo Saulo”

“Si se tolera que en los asuntos públicos es posible cambiar de manera tan radical de punto de vista (apoyando como virtud lo que pasado mañana se rechazará como vicio) y se acepta que es posible volver entonces una y otra vez al poder al compás del cambio de convicciones, ¿qué crédito debe concederse a lo que hoy se dice creer y a los principios que se declara estar dispuesto a defender?”, precisa el rector de la UDP.
El académico y rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, considera al nuevo gabinete dado a conocer por la Presidenta electa, Michelle Bachelet, como el de los “conversos”, debido a que muchos contribuyeron a mantener el status quo durante 20 años y ahora se vuelcan por defender los cambios que el programa de gobierno plantea.
Dentro de ellos se encuentra el nuevo ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, de quien Peña considera como un “caso paradigmático” en su habitual columna en El Mercurio.
El académico explica que al revisar los nombres de los integrantes del futuro gabinete, cualquiera pensaría en que “las líneas de la modernización de Chile de las últimas décadas se mantendría y que los principios que la guiaron, y que se confirmaron una y otra vez con la fe y el entusiasmo del creyente, serían los mismos”.
Expone que dentro de estas consideraciones está el de la apertura de Chile a los mercados globalizados; el uso de incentivos para conducir los esfuerzos individuales; producción de bienes públicos a cargo de privados; revalorización del mercado, entre otros.
Y agrega que “el financiamiento compartido en el sistema escolar y el copago en educación superior (¿no fue ese el sentido de los aranceles de referencia y los subsidios mínimos?) fueron algunas de las medidas que hicieron plausibles las convicciones que declararon mientras estuvieron en el gobierno quienes hoy vuelven a él en ministerios claves: Eyzaguirre, Muñoz, Blanco, Rincón, Burgos, Gómez”.
En ese sentido, Peña se pregunta: “¿Qué extraña alquimia es esta entonces? ¿Los mismos nombres de las últimas décadas tras propósitos que pretenden corregirlas?”.
A renglón seguido precisa que quienes asumirán el gobierno pertenecen a “esa extraña especie, que abundaba en las religiones, pero que hoy día asoma en la política: la de los conversos”.
En su columna, el rector de la UDP sostiene que esa categoría entra el nuevo titular de Educación, a quien considera como el nuevo Saulo, ya que “mientras era ministro de Haciendo promulgó, y apoyó a pie juntillas, el Crédito con Aval del Estado (CAE), el mismo sistema que ahora se declara, con razón tardía, arrepentido”.
“Ahora ocurre que el mismo Eyzaguirre –que con irrefutable tono de infalibilidad alguna vez aseveró que ese sistema era razonable- tiene en sus manos el mandato de cambiarlo. Y es el mismo quien, en afortunada coincidencia con lo que piensa espontáneamente la mayoría, acaba recién de descubrir, con el tono, el desparpajo y el habitus de quien gozó de sus ventajas, que el sistema escolar privado reproduce la desigualdad”, menciona.
Peña afirma que no es malo arrepentirse cuando se trata del cielo, pero en política “estas conversiones súbitas o son manifestación de insinceridad, o acaban, más temprano que tarde, cultivando la irresponsabilidad”.
“Si se tolera que en los asuntos públicos es posible cambiar de manera tan radical de punto de vista (apoyando como virtud lo que pasado mañana se rechazará como vicio) y se acepta que es posible volver entonces una y otra vez al poder al compás del cambio de convicciones, ¿qué crédito debe concederse a lo que hoy se dice creer y a los principios que se declara estar dispuesto a defender?”, precisa.
Agrega que en política las convicciones tienen, a veces, que ceder a las circunstancias y que son estas las que mandan, pero que “esa explicación no es, por supuesto, suficiente, porque, todo hay que decirlo, oculta lo obvio: el hecho de que toda conversión está motivada por el apetito del cielo. Solo que en este caso el cielo es el Estado”.

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