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miércoles, 29 de enero de 2014

Exclusivo: Preso político envenenado por agentes de la dictadura relata su duro trance: Me envenenaron igual que Frei Montalva


Por Teresa Frías
Guillermo Rodríguez ex militante del MIR cayó preso en los 80 en la Cárcel Pública con otros cuatro amigos miristas. Ahí los agentes de la dictadura, incluidos médicos, intentaron asesinarlo a él y sus cuatro compañeros. Su almuerzo fue contaminado con una toxina botulímica. Sufrió graves secuelas a raíz del envenenamiento. Hoy revela su grave trance el día que fue envenenado. Rodríguez fue utilizado como "conejillo de Indias" para matar del Presidente Eduardo Frei Montalva que murió en la misma época del envenenamiento, donde fallecieron dos reos que estaban en la misma celda de éste sobreviviente
Nuevos y escabrosos detalles de las operaciones de inteligencia para asesinar a los líderes de la oposición durante la dictadura, han quedado al descubierto gracias al avance que están experimentando las causas de derechos humanos en tribunales en estos días.

El ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago, Alejandro Madrid, a cargo de la causa por el crimen del presidente Eduardo Frei, muerto en enero de 1982, dictó auto de procesamiento en la investigación por el homicidio de dos reos de la ex Cárcel Pública, y por el homicidio frustrado de otros cinco internos, -todos integrantes del MIR- inoculados con la toxina botulímica, en 1981.


Como autores de los delitos de homicidio calificado y homicidio frustrado, procesó al médico Eduardo Arriagada Rehren y al médico veterinario Sergio Rosende Ollarzú, ambos de la DINE. Asimismo, en calidad de cómplices encausó a los militares en retiro del Ejército, Joaquín Larraín Gana, y a Jaime Fuenzalida Bravo, también integrantes de la policia represiva de la dictadura.

Las víctimas consumieron alimentos contaminados con la toxina. Habían envenenado la carne y las papas que consumirían. Murieron los internos Víctor Hugo Corvalán Castillo y Héctor Walter Pacheco Díaz que estaban "por causalidad" en la misma celda o "caleta" de los cinco miristas. Lograron sobrevivir -a duras penas- Guillermo Rodríguez Morales, Ricardo Antonio Aguilera Morales, Elizardo Enrique Aguilera Morales, Adalberto Muñoz Jara y Rafael Enrique Garrido Ceballos.

El sobreviviente

Guillermo Rodríguez, fue uno de los sobrevivientes y actualmente enfrenta graves problemas respiratorios y dificultades en las cuerdas vocales, por lo que le complica hablar. En entrevista exclusiva con Cambio21 reveló detalles de sus días en la Cárcel Pública, y los procesos a los que se enfrentó, además de relatar como hoy vive sus días tras esta verdadero crimen cometido en dictadura contra él y sus compañeros.

Comienza su relato asegurando que "lamentablemente los dos reos comunes fallecieron producto del envenenamiento al cual fueron sometidos. Para mí y mis compañeros fue un proceso duro. Después de tres o cuatro horas de haber comido nos dimos cuenta que nosotros también estábamos envenenados".


Recuerda que aproximadamente a inicios de noviembre llegaron a la galería dos hermanos detenidos por supuesta vinculación con el MIR. Ricardo y Elizardo Aguilera Morales, quienes se sumaron a la "carreta" que mantenía con Adalberto Muñoz.


El día 11 de noviembre de 1981, le correspondió cocinar. Durante la tarde, luego de terminar el turno de cocina fue a jugar fútbol a la cancha. En el entretiempo se sentó a un costado de la cancha a conversar con Patricio Reyes, otro detenido político dentro de la cárcel, cuando "comencé a poner caras raras y pedía, a cada momento, que le repitieran lo que le decían".


Siguieron conversando "y encendí un cigarrillo. Súbitamente comencé a darme cuenta que estaba viendo las cosas de manera distorsionada. Tenía la imagen muy borrosa..."

La noche siniestra


"En ese momento, le pedí a Patricio Reyes que me viera. Me tendí unos momentos y cuando me enderecé y traté de hablarle me di cuenta que mi lengua estaba rara, que no podía articular bien".

Continúa: "Patricio me acompañó de regreso a las celdas y encontramos a Adalberto vomitando y con agudos dolores. Reyes fue a ver a Elizardo y Ricardo encontrándolos en similar estado. ¡Habían envenenado la comida! ¡Se hacía urgente lograr atención médica!"

"Patricio Reyes regresó al interior del Penal dando la voz de alarma, mientras nosotros nos hacíamos lavados estomacales con lo que teníamos a mano: harto detergente y mucha agua. Los reos comunes envenenados comenzaron a golpear las puertas en señal de llamada a la guardia interna. No llegó nadie durante la tarde ni la noche, a pesar de que todos los días la guardia interna pasaba la cuenta de la tarde y nos encerraban celda por celda. Los presos comunes gritaban, encendían fogatas, golpeaban las latas de las puertas y nadie aparecía. Comenzó una noche siniestra", relata Rodríguez.

Y su relato se torna dramático: "A poco de que oscureciera comenzaron a atacarme dolores y puntadas estomacales que me dejaban sin aliento y tomé bidones de agua con detergente para provocar más vómitos y de cierta manera "lavar" los intestinos, operación que repetía con mis compañeros. Los dolores eran atroces. A pesar de todo, sentía que estaba un poco más entero que mis compañeros y podía caminar, pensar a ratos. Pero a medida que avanzaban las horas, los desmayos y pérdidas de conocimiento se sucedían".


Y añade: "El recuerdo de los hechos se hace borroso, las secuencias también. Siento que convulsiono, que mi estómago manda en mi cuerpo y en mi mente. Duermo uno o dos minutos y despierto sacudido por espasmos, por vómitos. El estómago se contrae con tal violencia que me deja sin respiración y caigo tendido, rendido tras cada convulsión pero no puedo mantenerme despierto. Se repite una y mil veces las dolorosas contracciones".

Rodríguez menciona que "después de 14 horas pudimos ser atendidos por alguien. Nos trasladaron a unos recintos que ninguno tenía el equipamiento adecuado para que nos atendieran. Fue este error el que me trajo graves secuelas. Hoy día tengo problemas para hablar, problemas respiratorios e incluso para comer. Fue un proceso que afectó para siempre nuestras vidas".


"Tenemos poco contacto entre los otros miristas que pasamos por ese tormento, porque cada uno está con sus trabajos y sus libros, pero seguimos encontrándonos cada vez que podemos", menciona Guillermo Rodríguez sobre su relación con sus amigos de tormento.


Con fuerza señala que "fueron criminales. Utilizaron violencia extrema con nosotros. Ellos querían impedir el avance de la resistencia democrática a la dictadura, y Eduardo Frei Montalva y Tucapel Jiménez fueron asesinados en ese tiempo y que también están en este proceso donde otros como nosotros fueron envenenados".

El ex preso político dice que los agentes de la dictadura, especialmente del Ejército, usaron a estos siete presos como "conejillos de Indias" para experimentar las toxinas y los venenos que utilizaron e iban a usar con seres humanos con otras personas.

Rodríguez dice que "se realizó una operación en la dictadura con el fin de exterminarnos a nosotros y a otros opositores. Esto demuestra el grado de violencia, maldad y crueldad con el que actuaron".

"Un avance en la muerte de mi padre"

Para la hija del Presidente Eduardo Frei Montalva, la ex senadora Carmen Frei, "este es un paso fundamental en el esclarecimiento de la muerte de muchas personas y entre las cuales está mi padre. Me alegro enormemente que se esté avanzando", dijo al comentar el autoprocesamiento ordenado por el ministro Madrid a los delincuentes de la DINE del Ejército.

"Se verificó que se utilizaron armas químicas para eliminar a mi padre, además se liga este caso porque el 7 de diciembre les dan a los reos estos venenos, y el 8 de diciembre mi padre presenta un shock séptico", declaró la ex senadora.


A ello, agregó a
Cambio21 que "este era un proceso recurrente del Ejército durante la dictadura, y sobre todo de la DINE, un verdadero laboratorio de armas químicas", agregando que "nosotros hemos venido diciendo hace mucho que se utilizaron este tipo de armamento contra la gente".

La ex parlamentaria concluyó señalando que, "siento alivio, un reconocimiento muy grande, el que dio mi marido Eugenio Ortega, (recientemente fallecido) quien se leyó todos los expedientes, y gracias a él muchas personas son las que están sabiendo la verdad de las acciones criminales que se realizaron en la dictadura".

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