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jueves, 23 de enero de 2014

El drama de la familia Vergara Toledo

Carlos Ernesto Sánchez

Conozco a Manuel y Luisa. No justifico lo realizado por Tamara, pero es el momento para asumir que muchas otras Tamara aprendieron de las políticas represivas del Estado la violencia como medio de actuar en defensa de sí.

Fuerte impacto he sentido al saber que Tamara Farías Vergara, familiar de Manuel Vergara y Luisa Toledo, padres de 3 muchachos muertos en dictadura, es quien disparó contra un guardia de Banco Estado, en Las Rejas.
La familia Vergara Toledo ha sufrido mucho desde el asesinato de sus hijos. Conozco a Manuel y Luisa. Sé de su sensibilidad ante la pobreza y el dolor que se vivió y aún persiste en esos sectores donde viven.
Es un matrimonio de gran compromiso cristiano, no como una fe muerta, sino de compromiso real del cual pueden dar fe los sacerdotes que trabajaron con ellos. Mariano Puga y el fallecido Roberto Bolton siempre estuvieron a su lado.
Manuel Vergara, asistente social, dedicó días y horas sirviendo desde la Vicaria Zona Oeste junto a su esposa. El crimen de sus hijos los llevó en un peregrinar a exigir justicia y verdad. En esta búsqueda fueron violentados, reprimidos, asediados en su casa de la calle 5 de abril. En torno a la muerte de sus hijos, la autoridad mintió presentándolos como peligrosos extremistas. La verdad es que no fueron más que cualquiera de los que ocupamos calles para defendernos de la represión.
Hice clases en una escuela cercana al domicilio de los Vergara Toledo y la miseria y violencia se respiraba por todas partes. Niños que llegaban con hambre al colegio, hijos o parientes de víctimas de la represión. Infantes que nacieron bajo las balas de los represores y crecieron sintiendo que para ellos no había lugar  en esta injusta sociedad.
No justifico lo realizado por Tamara, pero es el momento para asumir, que muchas otras Tamara aprendieron de las políticas represivas del Estado la violencia como medio de actuar en defensa de sí.
Sin duda la muchacha no puede caminar por la vida como si nada hubiese sucedido, cuando asesinaron impunemente a sus familiares. Ella vio y vivió la represión en contra de los suyos sólo por exigir verdad y justicia plena.
Si muchos otros han tenido que vivir con una foto en la solapa, denunciando que asesinaron a los suyos y no han tomado la justicia en sus manos, es porque han tenido  grandeza de espíritu más allá de lo esperado.


Han pasado  años y aún me violento cuando veo el rostro triste de familiares de detenidos desaparecidos que buscan sin resultado a sus familiares, mientras el Ejército y otras instituciones armadas o mienten o guardan silencio protegiendo a los asesinos. Para qué hablar de  civiles cómplices que defienden y justifican los crímenes.
A los Vergara Toledo no sólo se les asesinó a sus hijos, sino que se destruyó una familia por el sólo hecho de trabajar y levantar la voz en contra de la injusticia.
El guardia baleado es víctima del odio engendrado por la dictadura. Tal vez la única culpa es que su actividad y uniforme representara para la atacante la defensa del poder que por años los ha sumido en la miseria.
Tamara es una muchacha joven heredera de una mochila cargada de odio, resentimiento y recuerdos violentos. Vivió defendiéndose. La verdad no ha sobrevivido en esta jungla donde los poderosos tienen  privilegios y  otros sintiendo la bota aplastante de la represión.
Al parecer, estaba emparejada con un personaje que murió al asaltar una sucursal bancaria, y con su acción quiso vengar la muerte del individuo. Desde su lógica de guerra permanente con lo establecido y desde luego no teniendo nada de confianza en las instituciones establecidas tomó venganza, nublada por el odio acumulado en años de dolor y marginación.
Las imágenes mostraban a Luisa Toledo desgarrada por el dolor de ver a una integrante de su familia detenida por este intento de asesinato hacia un guardia. Estoy seguro que no aprueba la acción de su nieta. La violencia no es el camino de esta sufrida familia.
Si duda el Estado debe a toda familia víctima del odio generado por la dictadura, atenderla sicológicamente, acompañar, y ayudar a sanar heridas con verdad y justicia. Es urgente reparar para que el odio no gane la partida.
Reitero: no comparto lo sucedido pero entiendo que hay una historia familiar muy marcada por el sufrimiento.

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