23/01/2015 | Por Teresa Frías K.
En cinco años, son casi 1 millón de visitantes los que se han detenido durante horas en algunas de sus más de 200.000 piezas. El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, que supera los 1.500 donantes, es uno de los más vistos en Chile, siendo el 80% menores de 30 años y el 60% mujeres.
En cinco años, son casi 1 millón de visitantes los que se han detenido durante horas en algunas de sus más de 200.000 piezas. El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, que supera los 1.500 donantes, es uno de los más vistos en Chile, siendo el 80% menores de 30 años y el 60% mujeres.
Al menos un
millón de personas han visitado durante estos cinco años el Museo de la
Memoria, siendo uno de los más vistos en Chile, y en el que el 80%
corresponde a menores de 30 años. Cifras que sin duda marcan uno de los
edificios que en sus paredes y alrededores envuelve 17 años de una
triste historia del país.
Para los cientos de extranjeros que llegan en época estival, visitar el recinto se ha transformado en una tradición, de hecho los latinoamericanos han sido los que más interés muestran en recorrer la galería, que acumula más de 200 mil piezas de colección.
Son tres pisos que envuelven la historia desde el 11 de septiembre hasta la llegada de la democracia. Desde el primer momento en que se ingresa al recinto uno se enfrenta a esta realidad ocurrida hace 40 años: el último discurso del Presidente Salvador Allende antes de morir e incluso las crudas imágenes del bombardeo a La Moneda, relatan cada minuto que se vivió.
Desde las paredes cuelgan los periódicos de la época, además de cientos de documentos que relatan los momentos vividos por quienes estuvieron detenidos o exiliados, pasaportes, cartas a familiares e incluso objetos personales, entre los que se encuentra la billetera del general Carlos Prats, uno de los restos que se encontró en el lugar en que explotó el coche bomba, donde también falleció su esposa Sofía Cuthbert, en el barrio Palermo de Buenos Aires.
Torturas y niños desaparecidos
Sin duda uno de los momentos más emotivos para los visitantes, es la sala de las torturas, en la que además de estar los documentos y descripción de los martirios a los cuales los prisioneros de la dictadura eran sometidos, se encuentra una cama, la famosa "parrilla". Consistía en un catre de metal sobre el que se amarraba desnudo al detenido o detenida para proceder a aplicarle corriente eléctrica. Según los relatos que se escuchan en esta habitación, en muchas ocasiones les tiraban agua antes para que estuvieran seguro que la aplicación llegaba a todo el cuerpo.
"Después que me torturaban, iba y les preguntaba "¿cómo van a dormir hoy?", ¿qué? Me decían, ¿qué cómo van a dormir hoy?, ¿dormirán con sus esposas?, ¿Qué les van a decir cuando les pregunten qué como estuvo la pega hoy?", es uno de los relatos que se escucha y ve en una pantalla gigante, para luego aparecer otro, en que una mujer dice: "me hacen desnudarme, que esto es lo más impactante para las mujeres, porque la DINA fundamentalmente agrede a las mujeres a través de lo que es su cuerpo, su sexualidad y su reproducción, entonces está permanentemente la amenaza de violación, o la amenaza de dañar a un hijo o hija".
Un momento tenso para algunos y para otros simplemente son "relatos que llegan al alma y que entran en lo más profundo de tu memoria", como explica uno de los visitantes.
Sin embargo, el recorrido tiene otro intenso momento, y es la galería de los niños, donde se cuenta cómo vivieron el proceso de la dictadura, y también recordando a aquellos menores que desaparecieron y otros que murieron en la era de Augusto Pinochet.
La llegada de la democracia
Al subir por las escaleras, nos encontramos con el nivel de la llegada de la democracia, y las principales figuras que ayudaron a defender los derechos humanos, entre ellos el Cardenal Raúl Silva Henríquez. Además de pantallas y sonidos con imágenes que reproducen la década de los ochenta, los diarios extranjeros con portadas sobre Chile, la campaña del "NO" y una computadora con los miles de nombres de detenidos desaparecidos y quienes murieron en manos de la dictadura.
Entre los nombres aparece José Tohá González, quien fuera ministro del Interior y Defensa de Salvador Allende, y que para el golpe fue detenido, junto a otros colaboradores del Presidente y destinado a la Escuela Militar, a Isla Dawson. Según testimonios de otros encarcelados, fue torturado en estos lugares.
La condición de Tohá después de su llegada a Dawson se fue deteriorando debido a la desnutrición (llegó a pesar 49 kilos, siendo su estatura de 1,92 m). Fue trasladado primero al hospital de Punta Arenas, para luego ser trasladado al Hospital Militar de Santiago. Llegó al hospital castrense el 1 de febrero de 1974, y según testigos, pese a su precario estado de salud, los militares lo fastidiaron con interminables interrogatorios.
Su creación: "Un acto de coraje"
En mayo de 2007, la presidenta Michelle Bachelet recogía el guante, con el anuncio de la creación del museo, inaugurado el 11 de enero de 2010, al final de su primer mandato.
"Su creación, fue un acto de coraje político. Nadie podía prever cual seria la reacción de la sociedad chilena ante este proyecto. Trabajamos con un material extraordinariamente complejo y delicado: temas tan sensibles como la verdad, la justicia, la memoria, la reconciliación, la reparación", relata su director Ricardo Brodsky.
Sobre los visitantes, sobre todo de los más jóvenes, comentó a Cambio21 que "los que vienen a este museo viven una experiencia significativa en sus vidas, con todo el peso que tiene decir eso. Veo que los jóvenes recorren este museo con mucho respeto, con mucho silencio, con mucha intromisión, y en los eventos que nosotros hacemos, en los que se reúnen 4 a 5 mil jóvenes, siempre está esa actitud de respeto, esa actitud de cuidar este lugar, y eso habla por si solo de cómo ellos se están empezando a relacionar con esta historia".
Aunque, Brodsky, también menciona que "esto nos impulsa, sin duda a seguir trabajando en un proyecto a largo plazo, que el museo se convierta en un instrumento de la educación pública para las nuevas generaciones".
Para los cientos de extranjeros que llegan en época estival, visitar el recinto se ha transformado en una tradición, de hecho los latinoamericanos han sido los que más interés muestran en recorrer la galería, que acumula más de 200 mil piezas de colección.
Son tres pisos que envuelven la historia desde el 11 de septiembre hasta la llegada de la democracia. Desde el primer momento en que se ingresa al recinto uno se enfrenta a esta realidad ocurrida hace 40 años: el último discurso del Presidente Salvador Allende antes de morir e incluso las crudas imágenes del bombardeo a La Moneda, relatan cada minuto que se vivió.
Desde las paredes cuelgan los periódicos de la época, además de cientos de documentos que relatan los momentos vividos por quienes estuvieron detenidos o exiliados, pasaportes, cartas a familiares e incluso objetos personales, entre los que se encuentra la billetera del general Carlos Prats, uno de los restos que se encontró en el lugar en que explotó el coche bomba, donde también falleció su esposa Sofía Cuthbert, en el barrio Palermo de Buenos Aires.
Torturas y niños desaparecidos
Sin duda uno de los momentos más emotivos para los visitantes, es la sala de las torturas, en la que además de estar los documentos y descripción de los martirios a los cuales los prisioneros de la dictadura eran sometidos, se encuentra una cama, la famosa "parrilla". Consistía en un catre de metal sobre el que se amarraba desnudo al detenido o detenida para proceder a aplicarle corriente eléctrica. Según los relatos que se escuchan en esta habitación, en muchas ocasiones les tiraban agua antes para que estuvieran seguro que la aplicación llegaba a todo el cuerpo.
"Después que me torturaban, iba y les preguntaba "¿cómo van a dormir hoy?", ¿qué? Me decían, ¿qué cómo van a dormir hoy?, ¿dormirán con sus esposas?, ¿Qué les van a decir cuando les pregunten qué como estuvo la pega hoy?", es uno de los relatos que se escucha y ve en una pantalla gigante, para luego aparecer otro, en que una mujer dice: "me hacen desnudarme, que esto es lo más impactante para las mujeres, porque la DINA fundamentalmente agrede a las mujeres a través de lo que es su cuerpo, su sexualidad y su reproducción, entonces está permanentemente la amenaza de violación, o la amenaza de dañar a un hijo o hija".
Un momento tenso para algunos y para otros simplemente son "relatos que llegan al alma y que entran en lo más profundo de tu memoria", como explica uno de los visitantes.
Sin embargo, el recorrido tiene otro intenso momento, y es la galería de los niños, donde se cuenta cómo vivieron el proceso de la dictadura, y también recordando a aquellos menores que desaparecieron y otros que murieron en la era de Augusto Pinochet.
La llegada de la democracia
Al subir por las escaleras, nos encontramos con el nivel de la llegada de la democracia, y las principales figuras que ayudaron a defender los derechos humanos, entre ellos el Cardenal Raúl Silva Henríquez. Además de pantallas y sonidos con imágenes que reproducen la década de los ochenta, los diarios extranjeros con portadas sobre Chile, la campaña del "NO" y una computadora con los miles de nombres de detenidos desaparecidos y quienes murieron en manos de la dictadura.
Entre los nombres aparece José Tohá González, quien fuera ministro del Interior y Defensa de Salvador Allende, y que para el golpe fue detenido, junto a otros colaboradores del Presidente y destinado a la Escuela Militar, a Isla Dawson. Según testimonios de otros encarcelados, fue torturado en estos lugares.
La condición de Tohá después de su llegada a Dawson se fue deteriorando debido a la desnutrición (llegó a pesar 49 kilos, siendo su estatura de 1,92 m). Fue trasladado primero al hospital de Punta Arenas, para luego ser trasladado al Hospital Militar de Santiago. Llegó al hospital castrense el 1 de febrero de 1974, y según testigos, pese a su precario estado de salud, los militares lo fastidiaron con interminables interrogatorios.
Su creación: "Un acto de coraje"
En mayo de 2007, la presidenta Michelle Bachelet recogía el guante, con el anuncio de la creación del museo, inaugurado el 11 de enero de 2010, al final de su primer mandato.
"Su creación, fue un acto de coraje político. Nadie podía prever cual seria la reacción de la sociedad chilena ante este proyecto. Trabajamos con un material extraordinariamente complejo y delicado: temas tan sensibles como la verdad, la justicia, la memoria, la reconciliación, la reparación", relata su director Ricardo Brodsky.
Sobre los visitantes, sobre todo de los más jóvenes, comentó a Cambio21 que "los que vienen a este museo viven una experiencia significativa en sus vidas, con todo el peso que tiene decir eso. Veo que los jóvenes recorren este museo con mucho respeto, con mucho silencio, con mucha intromisión, y en los eventos que nosotros hacemos, en los que se reúnen 4 a 5 mil jóvenes, siempre está esa actitud de respeto, esa actitud de cuidar este lugar, y eso habla por si solo de cómo ellos se están empezando a relacionar con esta historia".
Aunque, Brodsky, también menciona que "esto nos impulsa, sin duda a seguir trabajando en un proyecto a largo plazo, que el museo se convierta en un instrumento de la educación pública para las nuevas generaciones".
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