Tal como lo informó The Clinic Online el martes pasado, Martelli no descartó que Peñailillo los haya elaborado y sociabilizado con otras personas.
En este capítulo es donde entra el asesor del ministro Pachecho, de quien Martelli ha dicho que le colaboró bastante en la confección de los ya famosos informes y que fue quien estuvo más cercano en su trabajo. Martelli dijo que no había definido los montos ni plazos del contrato de Sepúlveda cuando boleteó a AyN al igual que otros funcionarios de gobierno y que eso lo había decidido Peñailillo.
LA GRAN DUDA: BACHELET
Respecto a Bachelet, Peñailillo no contestó las preguntas argumentando que no se referiría a ese tema, algo que confirmaron a este medio sus cercanos. Según los análisis que se han realizado sobre este punto, en su declaración dejó el escenario abierto sobre al conocimiento que tendría la mandataria de la precampaña. Lo que podría complementar en una nueva declaración.
De hecho, el exjefe de gabinete hace semanas había analizado dos caminos frente a una posible citación: decir que Bachelet no estaba informada o no contestar las preguntas, opción por la cual se decidió el miércoles pasado.
La información llega en momentos en que las relaciones del exministro del Interior con el Ejecutivo pasan por el peor momento, pues se ha negado a tender puentes y sólo ha mantenido diálogo con algunos presidentes de partido y dirigentes políticos de la Nueva Mayoría.
Peñailillo hace semanas venía pensando que su declaración en la fiscalía podría reordenar el escaso manejo que ha exhibido el nuevo comité político liderado por el ministro Jorge Burgos. De hecho, cree que hoy no existe un interlocutor válido con quién establecer lazos. Su molestia suma una serie de hechos que sucedieron y que tienen su origen en la participación de Burgos en Tolerancia Cero, cuando planteó que si existían antecedentes de irregularidades respecto al periodo previo a que Bachelet tomara la decisión de ser candidata, tenía que denunciarlos. “Si me dan cuenta de un ilícito tengo incluso la obligación de denunciar”. Burgos no lo dijo, pero se refería a los años en que se había constituido la empresa Asesorías y Negocios por el geógrafo Giorgio Martelli y donde Peñailillo participaba directamente.
Los desencuentros continuaron cuando este medio publicó la compra de un sitio en Peñalolén, donde el exjefe de gabinete aparecía en la escritura como codeudor solidario. Por tanto, no correspondía legalmente declararlo como parte de su patrimonio. Sin embargo, el vocero Marcelo Díaz dejó la duda en el aire y no la despejó. En ese minuto Peñailillo decidió cortar relaciones con el gobierno y no aceptó más llamadas. En privado comentó que “un vocero tiene la obligación de chequear la información antes de hablar con los medios”. Las molestias continuaron con la entrevista que Bachelet dio a radio Cooperativa, donde dijo que no había autorizado nunca que se recaudaran fondos a su nombre para una precampaña, porque no había existido.
Mientras los hechos se acumulaban y crecían las dudas sobre los verdaderos destinos de los dineros aportados por SQM Salar, una de las filiales de Soquimich y el grupo Angelini, Peñailillo sostenía reuniones y se movía entre Santiago y la playa. No quería llamar la atención y por lo mismo, rechazó circular por la calle con la escolta que tiene asignada después de haber dejado su cargo en el gobierno por el alto puesto que ocupó. En esas semanas, se desentendió de las publicaciones de los medios y ni siquiera encendía el televisor para ver las noticias.
En este periodo ha escuchado los consejos de Enrique Correa, cuya empresa Imaginacción maneja las crisis de Penta y SQM y de Juan Carvajal, que trabaja junto a Correa y es amigo de Peñailillo desde el gobierno anterior de Bachelet cuando era director de la Secom. Sin embargo, en su círculo aseguran que es él quien finalmente decreta las acciones a seguir.
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