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sábado, 8 de mayo de 2010

El pueblo agradecido, a sus benefactores…



Es un misterio por qué aún la Concertación no organiza una gran manifestación pública para dar a conocer un sucinto resumen de los que fueron sus veinte en el gobierno. La gente merece conocer de sus bocas los avances en materia de educación, salud, derechos humanos, calidad de vida. Y cómo tan larga gestión no modificó sus intereses y propiedades.


Sólo una modestia monumental inhibe a esos políticos de aparecer en un escenario saludando emocionados a los centenares de miles de beneficiarios de sus gestiones, partiendo por los trabajadores, siguiendo por los usuarios de la salud pública, los estudiantes del sistema público, los usuarios del Transantiago y el tren al sur, y terminando con los mapuches.

Deberían, superando la normal timidez que les afecta, dejar que el pueblo se les acerque, les de las manos, les ofrezca besos y rece por los favores concedidos. Que se levanten monumentos, avenidas, calles y pasajes lleven sus nombres para homenaje justo y necesario de las futuras generaciones.

Más aún, el pueblo llano, en forma espontánea o animado por las organizaciones sociales, deberían tomar la iniciativa e insistir en una gira nacional en la cual las regiones, desde Arica hasta el fin del mundo, agradezca lo hecho y los reciba entre pétalos de rosas, ramas de olivo, palmeras y vítores.

No es posible que esos grandes hombres y mujeres, dotados de un inconmensurable sentido de lo social, que se desvivieron para hacer mejor la vida de la gente humilde, pase sin recibir el merecido homenaje de la patria agradecida.

A la cabeza, qué duda cabe, los tres presidentes y la presidenta. Hacia atrás, en estricto orden de prelación, los ministros, subsecretarios, directores de servicio, presidentes de empresas estatales. A continuación, los presidentes de los partidos de la Concertación y sus directivas, operadores y personal administrativo.

Imaginémonos esa pléyade de héroes de la república ante el saludo agradecido del pueblo. Esta idea no es nueva. En verdad nace, como casi todas las ideas, de la realidad más que de la introspección. Sin ir más lejos, de la marcha del 1 de mayo. Es cierto que fue escasa, decadente y piñufla, pero miren a Tohá en medio de la gente, siendo recibida como se merece.

Pero, en fin. Ya habrá tiempo. Es comprensible que un finísimo sentido del pudor les inhiba de auto inferirse homenajes. Pero no pueden pedirle al pueblo que deje de hacerles sentir ese cariño profundo que se ganaron en sus actuaciones públicas y de las otras.

¡Qué enaltecedor resultaría que el pueblo, injustamente tratado muchas veces como un hato de malagradecidos, sea capaz de sacar sus emociones y hacérselas saber a sus legítimos destinatarios…!!!


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