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sábado, 18 de diciembre de 2010

La “semana negra” de los ministros de Piñera incluyó insultos, interpelaciones, funas y sinsabores. ¿Qué vendrá ahora?

La votación del reajuste del sector público y los paros dejaron en mal pie a Rodrigo Hinzpeter y Jaime Mañalich. Carolina Schmidt, de Sernam, y otra vez el jefe de gabinete, por los abusos de Carabineros, marcaron la semana que

Fuente Cambio 21

Insultos, interpelaciones, funas y sinsabores.

Así fue la semana negra que vivieron algunos de los ministros del gabinete de Sebastián Piñera.

El epicentro de la acción se vivió en el conflicto con los trabajadores fiscales y en la sesión que trató el reajuste del sector público. En el debate previo a la votación final, bastó una intervención crítica del titular de Interior, Rodrigo Hinzpeter, hacia la Concertación, para que se suspendiera la ronda de intervenciones de los senadores.

Mientras los garabatos llovían desde la galería, Ricardo Lagos Weber (PPD) le dijo de todo a Hinzpeter. Según testigos de tal intercambio, hasta hubo sacadas de madre, lo cual motivó los empujones del RN Francisco Chahuán.

Tras reanudarse la asamblea, toda la oposición se fue encima del abogado, también militante de RN. Escalona, Tuma, Zaldívar y el propio Gómez, instalado en la testera como vicepresidente lideraron las fuertes proclamas.

Felipe Larraín, ministro de Hacienda, tampoco se las “llevó peladas”. Si bien en la votación de los bonos, beneficios y reajustes salió gananciosa la propuesta del Ejecutivo, el que le hayan negado en ambas cámaras las anteriores iniciativas, lo ubican lejos de una victoria legislativa.

Sobre los despidos, factor que desató los paros en todos los servicios públicos, nada que decir, Hinzpeter tuvo que hacer de “tripas corazón” y resistir los embates de los legisladores. Su único bálsamo fue la defensa que, entre otros, lideraron los RN Alberto Espina y Andrés Allamand. ¿Habrá bastado con eso?

Ya el jueves en Santiago, el ministro de Salud, Jaime Mañalich, sorprendió a propios y ajenos al intentar abrir por su cuenta el consultorio Pablo Neruda de Lo Prado, centro médico que tenía a sus funcionarios municipales en huelga.

Con la bata blanca impecable se acercó a la reja e intentó romper sus candados, pero se encontró con los dirigentes de la Confederación de Funcionarios de la Salud Municipal. Su presidenta, Carolina Espinoza, sorprendida por la irrupción del secretario de Estado, lo trató de “mentiroso”. El aludido intentó guarecerse con los pacientes que llegaban a atenderse y en los medios que estaban cubriendo la polémica. En respuesta, no recibió ninguna muestra de apoyo, sí reclamos de profesionales y pobladores.

De todas formas, Mañalich llenó de anuncios en lugar: obligará a que los directores del servicio pidan cuenta a los alcaldes para que paguen el per cápita de acuerdo a las prestaciones que se están entregando y no tomando en consideración el número de escritos de cada consultorio y revisará la situación de cada trabajador para descontar los días de ausentismo laboral.

Eso sí, dejó la grande cuando advirtió que aquellas personas que aparezcan como responsables de daños mayores a las personas enfermas provocados por la “toma” del recinto, “tienen que responder judicialmente por el mal causado”.

Para peor, el ex director de la Clínica Las Condes fue encarado por el retraso en la entrega de insumos y medicamentos en lo referido a la campaña de vacunación contra la rubeola y sarampión.

Verde problema

Volvamos a Hinzpeter. El hallazgo de un conjunto de videos mostrando a personal de Carabineros de San Joaquín torturando a un humilde vecino de la población La Legua, y además, consumiendo alcohol y drogas a destajo y durmiendo en plena ronda, no pudo llegar en peor momento.

Por un lado, el jefe de gabinete se perfila como el adalid de la seguridad pública y la lucha contra la delincuencia, pero por el otro, debió enfrentar el escarnio de sus críticos, como al alcalde de Las Condes, Francisco de la Maza (UDI), y el cuestionamiento de las policías luego de que cinco efectivos -un subteniente, un sargento, dos cabos y un carabinero- fueran expulsados de la institución por realizar quitadas de droga y robar especies a los propios narcotraficantes, en su tiempo libre y vestidos de franco (de civil).

Sume usted las denuncias sobre brutalidad que se han mostrado en los medios, siendo el ejemplo más lamentable el barbárico destrozo a un humilde carro de mote con huesillo que efectuaron dos oficiales quién sabe para demostrar qué cosa.

Como si eso no bastara, Hinzpeter ha tenido que dar la cara por los seguidos motines que han cubierto la pauta noticiosa en diversas cárceles del país, como la ex Penitenciaría de Santiago y el penal de Quillota.

Cual efecto expansivo de una bomba, el ministro de Justicia, Felipe Bulnes, también se ha llenado de críticas por la crisis carcelaria por mucho que desde el gobierno la indicación ha sido recordar que esto se arrastra desde hace muchos años.

Funas y ropas

Casi ignorado por los medios pasó la “funa” que algunas funcionarias que fueron despedida por la titular del Servicio Nacional de la Mujer, Carolina Schmidt, le hicieron en la puerta del ministerio, en el centro de la capital.

Qué no le dijeron. Si bien no hubo insultos, los calificativos de una señora embarazada con un bebé en brazos obligaron a la personera a encerrarse en su auto por casi media hora. Y como los manifestantes no se iban, la ministra cortó por lo sano y se retiró del sitio del suceso.

Pero eso no fue nada. Schmidt fue cuestionada públicamente tras descubrirse que el Sernam impartió una curiosa capacitación para celebrar el día de la secretaria el pasado 3 de diciembre. La labor consistía en aprender a maquillarse y vestirse.

Aunque la aludida negó tal “fashion emergency”, lo cierto es que una consultora profesional en imagen asistió a las trabajadoras y les dijo que usar pulseras en los tobillos y anillos en los dedos de los pies era absolutamente “ordinario”.

Sea como sea, para llegar a esa conclusión basta el sentido común no una costosa asesoría pagada con plata de todos los chilenos.

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