En este Año Nuevo te doy un regalo sencillo. Migas de pan amasadas, inscritas con pasta dental. Algo pequeño que hizo a escondidas mi padre para mi madre cuando estaba detenido en Cuatro Álamos en 1976. En él aparece lo principal, lo que queda en la síntesis última a que nos puede arrojar el peligro de no seguir vivos: el deseo de amar y ser amado. Y la inicial de su nombre. Nada más. Así de simple. Pero nada menos.
Hoy te lo regalo nuevamente con el deeo que el 2011 rinda frutos individuales y colectivos, para que la persistencia de tantas luchas anónimas por parir uan mejor sociedad abran la posibilidad a la nueva vida que ha de sobrevenir, de la cual estamos en espera activa, sembrando, creando condiciones, milímetro a milímetro. Aún queda mucho por hacer.
Fuerza, sabiduría, constancia y consecuencia. No desfallezcamos. Sigamos en lo esencial. El amor al hombre y la mujer, a su construcción social libre, emancipada en relación fraterna con la naturaleza, para que fluyamos según nuestras potencialidades, al infinito y más allá.
Abrazo, Manuel Guerrero Antequera
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