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domingo, 1 de agosto de 2010

Indulto: Lecciones de un debate inconcluso


escrito por Leopoldo Lavín Mujica


Después de haber bailado durante algunos días en la cuerda floja el presidente S. Piñera se declaró prudente y acorde con los tiempos actuales. Pero habrá que estar atento al uso del indulto de manera “particular” (caso por caso) replicaron las organizaciones de Derechos Humanos. Los adeptos del “alma nacional” que pululan en el entorno presidencial pueden entusiasmarse con el tema nuevamente. No sea cosa que un represor vaya a colarse por ahí.

A todas luces la jerarquía católica fue por lana y salió trasquilada. Después de meterse imprudentemente en medio del ágora pública y agitar el impopular proyecto de indulto a los militares condenados por crímenes de lesa humanidad, tendrá que admitir que no ha entendido hasta qué punto ha perdido plumas en los escándalos en los cuales ha estado involucrada tanto a nivel nacional como mundial.

Cómo, sin mediar enemigo alguno que monte una campaña en su contra, fue ella misma la responsable de haber empañado su misión y cultura institucional y de enseguida no haber procedido a un arduo trabajo de reflexión en la interna antes de lanzarse en una cruzada perdida de antemano con el fin de reconstruir imagen. La suya fue considerada una propuesta poco sensata por la opinión pública que le dio vuelta la espalda. También fue una derrota de los fabricantes de imagen pública que indujeron en error a los decidores eclesiásticos en la estrategia a seguir para reconquistar cariño.

En Argentina, hacía apenas dos semanas, los jerarcas católicos habían sufrido una derrota institucional mayor. Después de haberse opuesto con garras y dientes al proyecto de Ley de matrimonio civil homosexual y de haber lanzado sus huestes de feligreses ultraconservadores a la calle, el parlamento argentino lo aprobó con el consiguiente suspiro de alivio de la opinión pública.

En otro campo, no faltaron los columnistas que se aventuraron en bizarras caracterizaciones para atenuar la responsabilidad de algunos militares chilenos en las violaciones de derechos humanos. Ascanio Cavallo, en La Tercera, operó distinciones forzadas como la de oficiales “gentlemen” (menos malos) que habrían más tarde colaborado con la justicia y, los “brutos” de la Dina del General Manuel Contreras (los más malos). Como si éste no hubiera sido un peón de Pinochet y de todo el Estado Mayor de la época y como si los “caballeros” no hubieran aparecido demasiado tarde, cuando todo indicaba que algunos de los militares implicados en violaciones a los DD.HH tendrían que rendir cuenta a las demandas de justicia. Lo grave es que algunos generales murieron sin ser juzgados debido a los encubrimientos, la lentitud burocrática y la negligencia del aparato legal.

La historiografia acerca del nazismo alemán es estimulante para entender lo que sucede en casos de militarización del Estado. Cuando éste se convierte en una máquina de terror para eliminar presuntos enemigos que son designados. La documentación disponible muestra que oficiales de la Wermacht (ejército de tierra alemán) participaron diligentemente en el exterminio total de apacibles aldeas judías en el frente ruso (*). Fue lo que ocurrió en los años de la ofensiva en el frente Oriental. Y lo hicieron con el burdo pretexto de que era peligroso tenerlas en la espalda. Ahí están las pruebas. Existen comunicados del Estado Mayor de la Wermacht obligando a las S.S. a eliminar rápido.

La verdadera distinción es entre aquellos militares y policías que dijeron NO y aquellos que se sometieron “debida” y ciegamente a las órdenes de sus superiores. Entre los presuntamente “disciplinados” y aquellos militares honorables y demócratas que resistieron a las órdenes. Estos últimos obedecieron a la ética y a la voz moral de la consciencia para oponerse a las órdenes de apremios y de tortura o eliminación física de otros seres humanos. No fueron miles durante el nazismo. Pero decenas de ellos no fueron encarcelados sino mutados al rehusar tareas indignas que envilecen la condición humana.

Por lo mismo es importante estudiar qué cultura y cuáles son las virtudes militares difundidas hoy en día al interior de los institutos armados chilenos.

Otra vez el caso argentino es aleccionador. Actualmente son juzgados en la ciudad de Córdoba miembros de la policía de investigaciones que torturaron colegas detectives después que éstos rehusaran las órdenes de torturar detenidos. Así pues, los hombres que se elevan en grandeza moral existen. Aún en los peores momentos. Gesto de gran significación que enaltece la condición humana y muestra el poder de esa facultad inalienable de pensar por sí mismo y de resistir a las órdenes inhumanas.

Cabe entonces la pregunta. ¿Cuál es el contenido del relato dominante del Golpe Militar y de la dictadura de Pinochet que se enseña o que circula a “sotto voce” en las Escuelas formadoras de la oficialidad?

Y por supuesto, el Bicentenario es una ocasión para rendirle homenaje a los Justos que se opusieron al Golpe Militar. A los marinos y suboficiales de la Escuadra que defendieron la Constitución contra los oficiales golpistas y que vencidos por la fuerza fueron torturados en La Esmeralda y en otros lugares.

(*) Durante años circuló el mito de que los “honorables” oficiales de la Wermacht (de los profesionales de la guerra) no habían participado en la exterminación de judíos ni dado órdenes para hacerlo; que los responsables de masacres de pueblos judíos enteros habían sido exclusivamente los Einsatzgruppen (unidades móviles de exterminio) o escuadrones SS del Partido Nazi y de la policía alemana. Leer la documentada novela de Jonathan Litell, Les bienveillants, Gallimard, 2006, Grand prix de l’Académie française.

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