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jueves, 9 de diciembre de 2010

Tragedia en la cárcel de San Miguel:

Tragedia en la cárcel de San Miguel: ¿Periodismo televisivo para Pobres y Periodismo televisivo para Ricos?

Por Oscar Reyes P. Director Cambio21 y ex profesor de periodismo en Televisión, Universidad de Chile.

Lo que vimos este miércoles en televisión es un ataque a la dignidad de las personas. A los más humildes y pobres de nuestra sociedad. A los más desválidos. El morbo y el sensacionalismo nos recordó que para cubrir una noticia también hay desigualdad social

La tragedia de la cárcel de San Miguel con sus 81 muertos y más de 40 heridos, nos ha desnudado otra realidad fuera de los hacinamientos y las inhumanas condiciones en las que viven los más de 75 mil presos en Chile.

Esa otra realidad es que hay dos tipos de periodismo en televisión: uno, para los pobres, que es el que vivimos este miércoles. Y otro para los ricos, pudientes o ABC1, que se reflejó en el terrible drama y accidente de las pequeñas del colegio Cumbres en las cercanías de Arica.

En el primero, y usted lo debe haber analizado al igual que yo, vimos un periodismo agresivo, duro, morboso que no trepidó en aprovecharse del dolor más terrible que debe sentir una madre o un padre. Perder un hijo, sea cual fuere su condición.

Confieso que me dio vergüenza ajena y rabia, al ver las noticias este miércoles.

Los periodistas de televisión -la mayoría, salvo honrosas excepciones- me duplicaron la tragedia de los 81 presos fallecidos. Colocarle el micrófono en la cara a una madre que está a punto de desvanecerse de dolor es un doble y un triple dolor. A esa madre le acababan mostrar e informar que su hijo había muerto. Que era uno de los calcinados. Pero las y los periodistas de televisión, que tenían que informarnos de lo que ocurría, quisieron lucirse con el dolor de esa gente humilde, pobre, desválida de las poblaciones del sector sur de Santiago.

Fue tal la rabia de los familiares de los presos fallecidos, que una habitualmente seria y compuesta periodista de Chilevisión, sufrió en carne propia esa misma rabia que tenía yo, a más de 40 kilómetros del sitio del suceso y sólo viendo la pantalla de ese canal. Fue golpeada por la hermana de una de las víctimas.

Uno entiende el fenómeno de la televisión en directo o la competencia en terreno por quién realiza las "mejores" preguntas, atropellándose uno sobre otro para realizar esas consultas, pero preguntarle a una humilde madre que acaba de saber que perdió un hijo con un "¿cómo se siente?" es llevar el periodismo a la degradación máxima del sensacionalismo y la morbosidad. Lo que acabo de relatar es otra de las "perlas" de la transmisión de este miércoles y corrió por cuenta de un periodista de canal 13. Y la rabia también la sintió ese torpe reportero con su terrible y estúpida pregunta. Era lo que menos se esperaba por parte del padre de uno de los fallecidos.

A los deudos de los reos muertos este miércoles, la mayoría de los periodistas de televisión los trataron en forma indigna.
Estuvieron en el límite del trato a la dignidad de las personas. Esos reporteros pensarán que ese es el tipo de periodismo que la sociedad quiere o había algún "inteligente" director que les decía -sentado cómodamente en los estudios de televisión- que con ese tipo de periodismo, el rating subía como espuma.

En la cobertura de este miércoles, había primerísimos primeros planos del dolor y la angustia de los familiares al recibir la terrible noticia de la muerte de uno de sus seres queridos. Las cámaras invadían lo más privado que tiene un ser humano: la expresión del amor, del dolor y la alegría por quien uno quiere. Y si a eso le agregabas sensacionalismo, morbo y desinformación, tienes un cóctel tremendo de vergüenza.

Ese fue el tipo de periodismo que vi este miércoles: periodismo de televisión para pobres, humildes, de los que no se pueden defender de la arrogancia, de la prepotencia, del maquillaje, de la frivolidad. En síntesis, de la tontera.

Porque hay otro tipo de periodismo...

Para los pudientes, para los ABC1, para -como decía Julio Martínez- los de Plaza Italia para arriba.

Ahí no hay cámaras de televisión sobre un rostro. No hay intempestivos micrófonos en la boca, no hay preguntas estúpidas como las que escuchamos este miércoles. Es probable que luego de la pregunta estúpida o desubicada, se acabe la carrera televisiva de quien la hace.

Ahí no hay llanto que mostrar, ahí no hay dolor físico que colocar en pantalla. Todo es aséptico. Todo es limpio. A lo más, personas con unos anteojos oscuros entrando a una iglesia. Y trajes oscuros con camisas blancas, corbatas negras mostradas como en una pasarela, pero con otra forma de dolor, según la televisión.

Pero el dolor y la angustia no tienen segmento económico.

Los padres que sufrieron terriblemente con la muerte de sus pequeñitas del colegio Cumbres de Las Condes y los padres y madres de los presos de la cárcel de San Miguel, sufren por igual la desaparición de sus hijas e hijos.
No hay un dolor ABC1 o un dolor C,D, E o F.
El dolor es igual, sólo cambia por la personalidad de quién sobrelleva esa angustia y drama.

Pero en las últimas horas hemos visto que la televisión nos quiere hacer creer que hasta en el dolor, nuestra sociedad es extraordinariamente desigual...

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