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miércoles, 15 de octubre de 2014

Tucapel Jiménez y la muerte de brigadier que ordenó el crimen de su padre: Pinochet pensaba que se podía convertir en el Lech Walesa chileno

Por Verónica Romero
A 32 años del asesinato del líder sindical de la ANEF, Tucapel Jiménez Alfaro, la muerte de uno de los principales implicados en su asesinato deja cabos sueltos con respecto a lo que realmente sucedió en Chile durante la dictadura instaurada por Augusto Pinochet. Así lo comentó el diputado Tucapel Jiménez Fuentes (PPD) en conversación con Cambio21.
Tucapel Jiménez Alfaro, padre de Tucapel Jiménez Fuentes (PPD), fue dirigente sindical de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF). Asesinado el 25 de febrero de 1982 por mandato de los jefes de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE).

Entre los implicados en el homicidio del sindicalista está el brigadier Víctor Raúl Pinto Pérez, quien fue el comandante del Cuerpo de Inteligencia del Ejército (CIE). El exmilitar estuvo recluido en el penal de Punta Peuco, a su muerte, sus camaradas dedicaron una sección en el obituario de El Mercurio.

El diputado Tucapel Jiménez, en entrevista con Cambio21 comentó los hechos que son parte de su historia y de Chile. El asesinato de su padre, el proceso judicial, lo que siente respecto de quienes se vieron involucrados en el crimen contra su padre y lo que deja la muerte de Víctor Pinto.

¿Qué siente con la muerte de Víctor Pinto Pérez?

Yo tengo otros valores, así que siempre tengo respeto por la muerte, sobre todo pensando en la familia de él que no tiene nada que ver con el daño que le causó a nuestra familia y al país.

¿Cree que quedan cosas sin resolver con esta muerte?

Creo que se va con una deuda tremenda de verdad, porque él podría haber aportado mucho más y haber liberado su conciencia (si es que tenía) y lamentablemente están muriendo todos estos criminales sin contar la absoluta verdad, lo que hace que vayan quedando otros juicios, verdad y justicia pendientes. Desde ese punto de vista, uno lamenta que no hayan tenido el coraje de irse con la conciencia limpia y haber contado la verdad de lo que ocurrió en el país.

¿Cree que se ha hecho justicia con el caso de su padre?

No, yo siempre he dicho que el ministro Sergio Muñoz logró establecer parte importante de la verdad y se logró hacer parte importante de justicia, pero no cien por ciento. Quedaron muchos temas pendientes, siempre se habló de que en el crimen de mi padre participaron alrededor de 30 personas, partiendo por el dictador, que nosotros sabemos que dio la orden directa al director de la DINE y a su vez a Víctor Pinto Pérez y en ese sentido, faltando verdad faltó justicia, pero por supuesto que después de tantos años que pasaron tenemos la tranquilidad como familia de haber hecho todo lo posible porque se conociera el cien por ciento de la verdad y se hiciera justicia. Lamentablemente no se pudo condenar al autor principal que fue Augusto Pinochet.

¿Quién fue Víctor Pinto para usted?

Es el que recibió la orden del dictador y mandó a ejecutarla con una cobardía que caracterizó a todos estos personajes siniestros porque, como ustedes escribieron, la historia dice que el mismo Herrera Jiménez comenta que cuando ejecuta la orden en forma tan rápida y se le informa a Pinto él se desmaya. Yo creo que eso tiene que ver con la falta de valentía que tenían todos estos personajes que actuaban bajo el alero de la impunidad que había hacia ellos en esos años y bajo la protección de todo un régimen se sentía amo y señor y por supuesto que eso lo hacía sentirse dueño de la vida de otras personas.

¿De qué manera toma el hecho de que los camaradas de Punta Peuco le dedicasen un recuerdo en el obituario de El Mercurio?

Yo creo que del obituario en sí mismo, toda persona tiene libertad a manifestar su dolor, así que no me extraña que sus colegas de Punta Peuco hayan manifestado su dolor por la muerte de Víctor Pinto, pues son socios en lo criminal, en la muerte, en el dolor, por lo tanto entiendo que solidaricen entre ellos, por lo que no cuesta tanto entender que haya salido publicado en El Mercurio, que siempre se ha prestado para este tipo de cosas. Recordando que el dueño de El Mercurio está siendo acusado de haber sido partícipe de todo lo que ocurrió en el país, así que no me llama la atención que se haya prestado para esto.

¿Qué le parece se hayan escrito libros en que se relata el crimen de su padre, como el de Benedicto Castillo "Emblemático crimen de Tucapel Jiménez: El cóndor quiere carne"?

Hay varios libros que describen lo que ocurrió con mi padre, no solamente su asesinato, sino que la historia sindical de él. Yo encuentro que el crimen de mi padre y todos los crímenes marcaron una época muy negra en la historia de nuestro país, especialmente el asesinato de mi padre, que tuvo características realmente increíbles porque uno pudiese pensar que da para escribir cinco libros. Todo lo que fue anterior a su asesinato, cómo lo seguían, cómo lo amedrentaban, después ya todo lo que ocurrió con el proceso en sí mismo, que fueron años donde primero tuvimos a Sergio Valenzuela Patiño que se negaba a hacer justicia, que tenía un hijo que era de la CNI, después viene Sergio Muñoz que en dos o tres años logra establecer verdad y justicia, aunque sea en un 80 por ciento. Después viene el crimen del carpintero Alegría en que se trata de inculpar a una persona sola y enferma del asesinato de mi padre, y después vienen todas las condenas. Es un episodio que da para escribir muchos libros.

Creo que es bueno porque el país en general tiene mala memoria y yo creo que a través de los libros, para las nuevas generaciones y sobre todo para los jóvenes, que conozcan el horror que le tocó vivir a nuestro país durante la dictadura.

¿Hay algo que usted sienta que es necesario que se aclare con respecto al asesinato de su padre?

Yo siempre creo que hay hilos pendientes, de todo lo que se ha dicho nunca voy a entender el motivo del crimen de mi padre. Hace poco recibí una desclasificaciones de unas reuniones que tenía José Piñera para llevar adelante el plan laboral y ahí se veía la obsesión que tenía Pinochet con mi padre, porque lo único que hablaba era contra él. El ministro Muñoz estableció que Pinochet pensaba que mi padre se podía convertir en el Lech Walesa chileno y ese era su gran temor, que le pudiera paralizar el país, derrocar el gobierno y pudiese  recuperar este país la democracia.

Del proceso en sí mismo por supuesto que quedan muchas dudas de cómo a él lo detuvieron, porque yo sigo convencido de que fue alguien conocido que lo hizo parar, porque mi padre no iba a parar su vehículo, además teniendo una reunión tan importante con Manuel Bustos ese día. Quedaron hilos pendientes, que lamentablemente a esta altura no los voy a poder dilucidar, pero por supuesto que tengo esas dudas y las voy a tener por siempre.

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