La huelga de hambre que mantiene un grupo de comuneros mapuche en las cárceles del sur del país hace más de dos meses, es otra muestra de la lucha que, históricamente, han tenido que dar los grupos oprimidos ya sea a nivel social, político o religioso. Nuestra historia reciente ofrece relatos de hombres y mujeres que estuvieron dispuestos a poner en riesgo su vida para desencadenar transformaciones que, de otro modo, tal vez no se pondrían realizar.
Tuvieron que pasar 60 días para que la huelga de hambre que mantienen 32 comuneros mapuche en las cárceles del sur del país comenzara a levantar polvo entre las autoridades, la sociedad civil y los medios de comunicación.
Más que nunca, el denominado conflicto mapuche alcanzó la notoriedad necesaria para develar la injusticia a la que estaban sometidos los comuneros en el marco de la reivindicación de sus terrenos ancestrales con los dobles procesamientos – tanto en la justicia civil como en la militar – y con la aplicación de la Ley Antiterrorista, que implica penas más duras y no garantiza un debido proceso, según han manifestado abogados de derechos humanos.
Y es que por más radicales que parezcan, las huelgas de hambre son el arma de lucha no violenta que ha logrado la mayor cantidad de cambios religiosos, políticos y sociales, tanto en Chile como en el mundo.
Si bien, el periodo que puede durar una persona sin ingerir alimentos depende de su peso corporal y su estado de salud general antes de iniciar esta medida, las estadísticas médicas indican que una persona con sobrepeso podría alcanzar los 130 días antes de entrar en coma, mientras que quienes tienen contextura normal podrían bordear los 60 días. De todas formas, al pasar las dos semanas sin recibir alimentación se produce una gran pérdida de masa muscular; al mes se afectan todos los sistemas del organismo y por sobre los 50 días se puede entrar en estado de inconsciencia.
Las huelgas de hambre se han utilizado para proclamar reivindicaciones de todo tipo con el fin de lograr cambios políticos. Sin embargo, existe una leve diferencia entre éstas y los ayunos, que tienen una connotación más bien religiosa y que se popularizaron con las protestas de Mahatma Gandhi.
En el último tiempo los recintos penitenciarios han sido el escenario para varias manifestaciones de este tipo, alcanzando magnitudes sin precedentes. En los primeros días de septiembre cerca de cuatro mil presos venezolanos se declararon en huelga de hambre para protestar por los maltratos físicos a los que estaban sometidos por la Guardia Nacional, el hacinamiento y las malas condiciones de las celdas, una alimentación deplorable y por el retraso de los procesos judiciales.
Durante los primeros meses de este año, todos los ojos se posaron en la huelga de hambre del periodista Guillermo Fariñas que pasó más de cuatro meses sin alimentarse para exigir la liberación de los disidentes cubanos denominados “presos de pensamiento”. En julio se llevó a cabo la liberación paulatina de los presos, quienes partieron al exilio.
De hecho, una de las huelgas de hambre más emblemáticas de la historia también se llevó a cabo al interior de una cárcel, en Irlanda en 1981. Los prisioneros que pertenecían al Ejército Republicano Irlandés (IRA), habían organizado una serie de manifestaciones para recuperar su estatus de “categoría especial”, que les otorgaba privilegios de presos políticos.
El líder de este movimiento, Bobby Sands, encabezó una huelga de hambre que duró 66 días y que finalmente le costó la vida. Mientras permanecía encerrado fue elegido miembro del Parlamento Británico y a su funeral asistieron miles de personas que apoyaban su causa. Después de él, diez activistas más perdieron la vida en la huelga de hambre, hasta que finalmente el IRA dio orden de finalizar la protesta. Pese a que el gobierno de Margaret Thatcher logró torcer el brazo de los republicanos, las coaliciones opositoras reforzaron sus planteamientos y consolidaron su peso más que nunca antes en la historia política de Britania.
Huelgas de hambre chilenas
Chile tampoco ha estado exento de estos episodios, que en muchas ocasiones se tornan dramáticos por la falta de reacción de las autoridades.
El profesor de Historia y director el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Valparaíso, Leonardo Jeffs, recuerda que una de las huelgas de hambre más emblemáticas fue la que protagonizaron las esposas de los obreros de la Industria SABA en 1969.
Los trabajadores se habían tomado las instalaciones de la empresa para protestar por las condiciones laborales. La policía los desalojó violentamente y los encarceló durante casi un año. Desesperadas, sus esposas instalaron una carpa en los jardines del ex Congreso Nacional en Santiago e iniciaron una huelga que logró que los obreros fueran liberados.
Otra de las huelgas de hambre que marcaron la Historia de Chile fue la que realizaron los profesores de la Universidad Católica del Norte en Antofagasta por el despido arbitrario de algunos académicos. En esta medida de presión destacó la coordinación de los manifestantes, quienes se turnaban por periodos para cumplir con el ayuno.
La dictadura militar también fue un periodo donde constantemente distintos actores sociales se plegaban a esta medida de presión, en especial, en los temas relacionados con los ejecutados políticos y los detenidos desaparecidos.
Sin embargo, la huelga de hambre que caló en el imaginario colectivo nacional fue la de la activista pro mapuche, Patricia “Chepa” Troncoso, quien se mantuvo sin ingerir alimentos durante 112 días, el periodo más prolongado de una huelga de hambre en el país. La “Chepa” había sido condenada a diez años y un día de prisión luego de haber sido declarada culpable de haber provocado un incendio en el fundo Poluco Pidenco en la zona de Malleco, que pertenecía a la empresa Mininco del grupo Matte. A ella también se le aplicó la Ley Antiteterrorista.
Sus principales reivindicaciones se relacionaban con la causa mapuche como la desmilitarización de la Araucanía, la derogación de la Ley Antiterrorista y la libertad a los presos políticos mapuche. Sin embargo, posteriormente realizó un petitorio que solicitaba beneficios carcelarios como su traslado a un Centro de Educación y Trabajo, salidas dominicales, libertad condicional y la revisión de su caso.
En el conflicto tuvo que intervenir la Iglesia Católica que, a través del obispo Manuel Camilo Vial, sirvió como garantía de que sus demandas serían concretadas. Sin embargo, un mes después de haber depuesto la huelga, retomó la medida de presión pues el gobierno de Michelle Bachelet no había cumplido por su parte.
Finalmente, el Ejecutivo nombró a un comisionado especial para asuntos indígenas para lograr un mejor diálogo con los pueblos originarios y para supervisar las políticas públicas que se implementaban en la materia, con el objetivo final de dar reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas.
Los ayunos de Gandhi
Pese a ser un reconocido pacifista, Mahatma Gandhi fue arrestado en reiteradas ocasiones en su incansable lucha por lograr la independencia de la India. Su forma de protesta estaba influenciada además por un fuerte sentido religioso, por lo que los expertos precisan que más allá de realizar huelgas de hambre, Gandhi se sumía en largos ayunos.
En septiembre de 1932, mientras estaba en la cárcel, sostuvo un ayuno que lo dejó al borde de muerte para mejorar la situación de la casta de los intocables (los que pertenecen a lo más bajo de la escala social en India). Su meta siempre fue erradicar, a través de la protesta pacífica, la injusticia social.
Años más tarde protagonizó un nuevo ayuno que buscaba forzar al dirigente del estado de Rajkot a modificar su régimen autocrático. La conmoción pública que se generó a raíz de esta acción fue tan grande, que el gobierno colonial británico se vio obligado a intervenir y a conceder las demandas. Después de esto, el Mahatma se convirtió en la figura más importante de la India.
También inició una huelga de hambre para que cesaran los problemas entre hindúes y musulmanes en Calcuta, además de ayunar para lograr la paz en Nueva Delhi.
A juicio de Leonardo Jeffs, los ayunos de Gandhi demuestran el poder político que pueden llegar a tener estas manifestaciones que, finalmente, logran provocar transformaciones en la forma en que se articula el orden político y social. “La huelga de hambre es una medida que produce sus efectos, aunque en algunos casos pueda tener un desenlace fatal”, asegura el académico.
Por lo mismo, advierte sobre el rol que deben jugar las autoridades que se ven enfrentadas a este tipo de situaciones ya que, a su juicio, son ellos los que podrían influir en la muerte de un huelguista.
“Los gobiernos no siempre han actuado debidamente frente a las huelgas de hambre. A veces han sido inconscientes frente a este tipo de medidas y han actuado tardíamente. Las autoridades tienen que ser muy cuidadosas cuando sucede este fenómeno porque lo más importante es evitar la muerte”, concluye.
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