Por: * Ernesto Carmona
Raúl Flores Castillo, director del medio alternativo www.Dilemas.cl, fue detenido arbitrariamente el jueves 8 mientras cubría la demostración estudiantil en el sector Parque Bustamante de Santiago. Al interior del autobús usado como calabozo móvil, presenció como los “pacos” ponen piedras en las manos de los jóvenes, les toman fotos y así fabrican “pruebas” de alteración del “orden público”. Luego, con evidente conocimiento de cómo operar los aparatos, borraron los registros de su cámara y grabadora sin destruirlos, como es usual.
Según el relato del propio periodista, “un gran despliegue policial, que incluía piquetes de carabineros en varias filas, caballería y vehículos lanza-agua, lanza-gases y buses policiales impedían el paso de los estudiantes secundarios a quienes, mientras se agregaban algunas facultades universitarias”.
“Los adolescentes secundarios iniciaran “una guerra de papel” contra las Fuerzas Especiales de Carabineros”, explicó Flores. Como si las hojas de cuadernos sin uso por la larga paralización se transformaran en pelotas y aviones que caían en hombros y pies de las fuerzas de Carabineros apertrechadas de escudos y cascos.
Los estudiantes, que sumaban unos 4.000, marchaban pacíficamente conduciendo un “Viejo Pascuero” o Santa Claus que portaba el Código Laboral y la Constitución Política, las dos principales ataduras antidemocráticas del Chile de hoy. Sorpresivamente, al llegar a calle Curicó, la policía atacó con carros lanza-agua y dispersó violentamente la marcha. Las fuerzas especiales respondieron a la “batalla de papel” con vehículos lanza gases, chorros de agua, gases lacrimógenos y detenciones.
“LA DETENCIÓN Y LO QUE VI”
“Fui detenido pasada las 12.00 horas en calle Jofré con Avenida Bustamante, mientras fotografiaba el despliegue y la acción de carabineros. Me subieron a un bus de Fuerzas Especiales de la policía uniformada, donde borraron el material de mi cámara fotográfica y el audio de mi grabadora de sonido”, relató Flores.
“Al carro policial subieron prontamente a 3 menores de edad y otro que dijo tener 18 años. Uno de los menores fue subido con fuerzas y tras él trepo un carabinero que traía una piedra en sus manos, que luego se la pasa al adolescente, quien la recibe con cara de asustado. Tras esto lo filman, y lo increpan señalándole si sus padres sabían que andaba marchando, y lo hostigan y agreden verbalmente con voz autoritaria de que sería retenido por el Servicio Nacional de Menores (SENAME)”, prosiguió.
“Al joven de 18 años, lo esposaron con las manos atrás. Cuando les digo que no es necesario que lo esposen, pues habíamos cinco detenidos, estábamos dentro de un bus absolutamente cerrado y los policías serían alrededor de doce, ellos señalaron que la ley los autoriza. Otro alegó que los periodistas y las cámaras no lo inhibían. A esas alturas, me pregunto acerca de la doctrina que guía el actuar de Fuerzas Especiales Carabineros, y la necesidad de una revisión exhaustiva de procedimientos, mientras observo que se sienten absolutamente respaldados por el discurso de las autoridades, e incluso medios de comunicación, que criminaliza la protesta social y construyen simbólicamente su exclusión”, reflexionó el periodista. “Imaginé el actuar de Carabineros la noche de la muerte del adolescente Manuel Gutiérrez. También consideré la conflictiva situación que vivía la institución por el “paso al lado” de su ex director general, Eduardo Gordon y el resultado adverso de la acusación constitucional a ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, rechazada hace pocos días atrás en la Cámara de Diputados”.
EN LA COMISARÍA
“En la 18ª Comisaría se produjo un entrecruzamiento de personal: el permanente de esa estación y el de fuerzas especiales. El personal de la Comisaría cuando actúa en su interior tiene sus procedimientos y está más acostumbrada a seguirlos al pié de la letra. En los primeros minutos observé que fuerzas especiales impuso otro estilo. Con el correr de las horas, la necesidad de cumplir con los partes y la entrega de información a tribunales obligó a acelerar la tramitación y superar dificultades por exceso de detenidos y problemas técnico-computacionales que, al parecer, afectaban a toda la zona”.
“Se me llevó a una constatación de lesiones en una oficina pequeña donde soy atendido por una doctora que vestía el delantal blanco que caracteriza a los médicos. Antes que yo había un estudiante que evidenciaba sangre en el sector izquierdo de su rostro y señas de una herida en su ceja. Al mismo tiempo expresa estar adolorido de su mano izquierda, y luce una especie de cabestrillo azul.
“Más tarde, me reencuentro con él estudiante en una oficina más grande, amoblada con pupitres, en la cuál yo ya había estado. El estudiante me indica que se llama Tomás Carrasco, que estudiaba en el Liceo Cervantes, me dice que tiene 16 años y me asegura que había sido golpeado y que le doblaron los dedos de su mano izquierda y fue llevado para constatar lesiones en la Posta 4.
“Yo fui liberado alrededor de las 18.30. por mi condición de periodista. El personal permanente de Carabineros de dicha Comisaría actuó con diligencia. A salir de allí, fuera de la comisaría se encontraban amigos, mis hijos, colegas periodistas y el Presidente Nacional del Colegio de Periodistas Marcelo Castillo. En el interior de la Comisaría quedó alrededor de una cincuentena de estudiantes, mientras sus padres esperaban ansiosos conocer la suerte de sus hijos”.
Por supuesto, esta noticia sobre la represión policial en las cercanías de la emblemática Plaza Italia fue ignorada por los grandes medios, como cientos de otras que ocurren a diario, mientras vuelcan todo su poder mediático al esfuerzo por resucitar políticamente al presidente Piñera, que sigue cayendo en las encuestas. El presidente del Colegio, Marcelo Castillo, se mostró sorprendido ante la nueva doctrina policial que detiene periodistas, “no se inhibe con la prensa”, y borra los datos de cámaras y grabadoras para que no queden registros del actuar de Carabineros.
Una curiosa coincidencia: el apellido Flores fue vapuleado esa misma semana anterior entre los periodistas. Fueron asesinados en América Latina dos reporteros del mismo apellido, Pedro Flores en Perú y Medardo Flores en Honduras.
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