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miércoles, 14 de septiembre de 2011

La Concertación en su punto de no retorno




Marco Moreno
Cientista político de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Central de Chile.


La desaprobación a la forma en que la oposición está desarrollado su labor -a juzgar por las últimas encuestas de opinión- parece haber calado muy hondo en el establishment concertacionista. Según los datos de la última encuesta Adimark de agosto la desaprobación hacia la gestión de la Concertación alcanzó un 71% y sólo un 17% de aprobación. Números parecidos son los que consigna la encuesta del Centro de Estudios Públicos de julio de 2011. Ambas mediciones no hacen sino confirmar una clara tendencia a la baja de la otrora exitosa coalición opositora.

El efecto de los guarismos han tensionado el pacto opositor y, especialmente, a sus actuales dirigencias. El impacto sobre la subjetividad política así como el shock sicológico en el establishment de la coalición parece estar colocando indefectiblemente a la Concertación en un punto de no retorno. Como sabemos, este último refiere al punto en el cual un objeto no puede regresar a su lugar de partida. En un símil de lo anterior, primero el Presidente del PRSD, luego el del PS y ahora la Presidenta del PPD a través de elaborados textos afirman que el proceso de desgaste de la coalición de centro izquierda habría traspasado su punto de no retorno. Es decir, ya no sería posible volver atrás y solo queda tratar de inventar un nuevo referente opositor que remplace a dicho conglomerado. La fecha escogida no pudo ser más simbólica: 5 de octubre.
El diagnostico si bien da cuenta del serio déficit de representación -“tal como está no satisface ni representa lo que la sociedad quiere”-, resulta menos claro en la prescripción: la creación de un nuevo espacio común. La posología apunta a una reformulación de la estructura de trabajo.

Ampliar el actual arco opositor para incluir nuevas fuerzas sociales junto a las políticas parece ser consistente con las demandas de más y mejores espacios de participación de los actores sociales. Lo anterior, sin duda contribuirá a mejorar también la calidad de la representación de demandas de nuevo cuño que se han ido instalando en sociedades del tipo posmateriales como la nuestra. Estas se caracterizan entre otros aspectos por el paso de enfoques centrados en la oferta -o provisión- a enfoques de demanda y que dan cuenta del tránsito de lógicas de beneficios a lógicas derechos. Estos hechos son en buena medida expresión de los cambios de escala -y de sus dificultades- que están ocurriendo en Chile. La “nueva” Concertación a lo que debiera entonces apostar es a constituirse en el continente de este contenido. Lo anterior conlleva el desafío no solo de contenidos, sino que también de reencantar y dotar de stock de confianza al nuevo referente
Hasta aquí el diseño resulta realista y coherente. Sin embargo, queda instalada una cierta sospecha acerca que éste aggiornamiento sea parcial –solo electoral o instrumental- y no se haga cargo ni del necesario recambio de los liderazgos al interior de la nuevo referente ni de ciertas prácticas que se han constituido en un espacio de opacidad en el quehacer de los partidos que conforman la coalición y de los mecanismos de toma de decisiones al interior de la coalición.
Que el miércoles 5 de octubre se decrete la muerte oficial de la Concertación y el jueves 6 emerja un “frente amplio”, “convergencia opositora” u otro referente al frente de los mismos, no ayudará mucho a superar el déficit de stock de confianza.


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