The Clinic.
Jorge Rosenblut, presidente de Enersis, habría sido quien solicitó al exgerente de SQM, Patricio Contesse, fondos
para la campaña presidencial y Giorgio Martelli el personero encargado
de buscar la fórmula para hacerlo. Fuentes de la empresa y del mundo
político apuntan a una filial: SQM Salar.
A fines de 2012 el actual presidente de Enersis, Jorge Rosenblut, se reunió con el exgerente general de Soquimich, Patricio Contesse. El motivo de la reunión era para notificarle un hecho que hasta ese minuto había circulado en el mundo político solo a nivel de especulación. Rosenblut le dijo al ex brazo derecho de Julio Ponce Lerou que Michelle Bachelet sería la próxima candidata presidencial y que como en otras oportunidades, él estaría a cargo de la recolección de recursos.
En la cita, según fuentes que tuvieron acceso al contenido, Rosenblut le habría dicho a Contesse que había que “financiar la democracia”, frase que utilizó no sólo en esta reunión sino que en varias otras que sostuvo para recaudar fondos para el segundo desafío electoral de Bachelet. El ex PPD le habló de montos y habría dicho que se necesitaba 1 millón de dólares de la época. En la reunión le explicó a Contesse que la persona a cargo de llevar a la práctica el asunto era Giorgio Martelli, el geógrafo UC y recaudador de las últimas campañas presidenciales vinculadas a la Concertación y a la Nueva Mayoría. Según diversas fuentes consultadas por este diario, tiempo después -en un periodo que no fue posible precisar- hubo una segunda reunión, donde participaron solo Contesse y Martelli.
La cifra que entregó Rosenblut no provocó sobresaltos en Contesse. De hecho, tal como publica The Clinic Online hoy, el actual gerente general de Soquimich (SQM), Patricio de Solminihac, declaró ante la fiscalía -el pasado 31 de marzo- que el holding aportó de manera reservada para la última campaña de 2013 -que incluyó la presidencial y parlamentaria- 1,8 millones de dólares.
El interlocutor nominado por Rosenblut tampoco era motivo de sorpresa: Martelli, desde el 2005, se había especializado en temas relacionados con la Ley de Gasto Electoral. De hecho, entre el 2009 y el 2011 creó dos sociedades: G2M, para prestar servicios a la fallida aventura presidencial de Frei, y Asesorías y Negocios (AyN), respectivamente.
Según diversas fuentes consultadas, AyN sería la causa de todas las pesadillas de la Nueva Mayoría porque allí radicarían nexos con otros personeros políticos y porque sería la empresa que habría facturado a Salar, una filial de SQM. La primera alarma por AyN fue que, entre quienes le prestaron servicios, estuvo el recién ratificado director del Servicio de Impuestos Internos, Michel Jorratt, según él mismo reconoció a El Mercurio.
En su entrevista, Jorratt aseveró que “durante el período de campaña (de Michelle Bachelet) yo trabajé ad honorem y no recibí honorarios de nadie, ni de la empresa que señala ni de ninguna otra” y acotó que “durante el año 2012 principalmente a mí me contrató una consultora que se llama Asesorías y Negocios con el objeto de que yo colaborara con estudios de reforma tributaria, de política tributaria”. Por esos trabajos, Jorratt recibió un pago mensual entre enero de 2012 y marzo de 2013 de $1.111.111
En una de sus respuestas, Jorratt enfatiza que la empresa para la cual trabajó “no aparece en el listado de facturas irregulares que presentó SQM, pero tampoco está en la contabilidad de SQM, y tampoco está en las declaraciones juradas de Compras y Ventas que las empresas grandes como SQM están obligadas a presentar. Por lo tanto, de acuerdo a nuestros antecedentes, esa empresa no facturó para SQM. Evidentemente, no puedo descartar que haya facturado a otra, pero con SQM no”.
Jorratt tiene razón. Hasta ahora, Salar no está siendo indagada, pero fuentes de la arista SQM que sí está siguiendo el Ministerio Público afirmaron que la Fiscalía está analizando la posibilidad de investigar a la empresa de Martelli y a las filiales de SQM. Lo concreto hasta ahora es que habría facturado al menos 250 millones de pesos, según pudo establecer este diario.
Aunque se trata de una empresa diferente a SQM matriz, SQM Salar es parte fundamental del Grupo y es, aunque con un RUT distinto, en la práctica una mano del conglomerado. En la memoria 2013 de Salar, la última que aparece publicada en la Superintendencia de Valores y Seguros, se consigna que la sociedad anónima posee 380 millones de acciones, de las cuales el 18,18% está en manos de la Sociedad Química y Minera de Chile S.A y el 81,82% en SQM Potasio S.A, otra “hija” de SQM.
En el directorio de la compañía a esa fecha se repetían los nombres de SQM central: Patricio de Solminihac, como presidente; Patricio Contesse G, como director y Gerente General; y Daniel Jiménez, Ricardo Ramos y Carlos Díaz como directores.
Los antecedentes de Salar ya circulan además en el mundo político. El diputado José Manuel Edwards, que fue quien emplazó a Jorratt a reconocer nexos con Martelli, dijo a The Clinic Online sobre el director del SII que “es evidente que un exfuncionario de una empresa no tiene total independencia para investigarla. A eso se suma que el dueño de esa empresa ha participado en muchas campañas políticas y participó también en la campaña presidencial en la que Jorratt trabajó ad honorem, por lo tanto, Jorratt no da garantías de imparcialidad”.
EL FACTOR ROSENBLUT
Jorge Rosenblut, exmilitante del PPD, es conocido como “un hombre reservado” con amplias redes políticas y un buen recaudador: lo fue en la primera elección de Bachelet, y lo habría sido nuevamente, aunque con un menor protagonismo público, en la pasada campaña donde habría “conversado” con empresarios mientras que la operación práctica habría sido a través de Martelli.
En 2013, la revista Qué Pasa le preguntó por este rol.
“Usted era un vínculo entre la Concertación y los empresarios. ¿No ve que en un eventual gobierno de Bachelet pueda haber más dificultad en esa relación?”, inquirió el semanario.
-En la medida que respetemos la institucionalidad en este país no veo problema alguno: ella probó ser una institucionalista. Ya señaló que lo que haya que cambiar, se cambiará en el Congreso. Entonces usemos el mecanismo institucional para modernizar ciertas cosas-, fue la respuesta de Rosenblut.
La periodista insistió entonces “¿Bachelet no le ha pedido ayuda?” y el empresario zanjó el tema con un misterioso “a mis 60 años ya no cambio mis afectos como otros que lo hacen rápidamente. La miro con gran afecto. Espero que le vaya lo mejor que pueda. Pero no estoy en el circuito de la campaña”.
La misma revista consignó en otro artículo que Rosenblut no estaba en el día a día, pero sí era consultado sobre los fondos de la campaña.
Los nexos de Rosenblut en el mundo político datan de los ’90. Al senador Guido Girardi, por ejemplo, lo conoció en los años en que el se había convertido en asesor predilecto del ex ministro Edgardo Boeninger. Además ocupó los cargos de subsecretario de Telecomunicaciones y la Secretaría General de la Presidencia en el mandato de Eduardo Frei. Con el ex mandatario, son cercanos hasta el día de hoy y en aquellos tiempos habían formado un núcleo duro junto a Eduardo Bitrán y a Pablo Halpern.
En noviembre de 2014, en entrevista con Revista Capital, el empresario -que vive en Miami- relató su arribo a la política.
El personero, que estudió en el Instituto Nacional y luego entró a la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile -donde cursó un Máster en Administración Pública en la Universidad de Harvard que le permitió trabajar como young professional en el Banco Mundial-, relata que en 1990 Boeninger lo llamó por teléfono y le ofreció trabajo.
“Yo quería volver a Chile. En el 85 no había ni siquiera calendario de elecciones, pero sabía que en el 90 venían, sabía que mi futuro era volver a Chile. Mi hija nace el 11 de febrero de 1990 y el 13 de febrero me llama Edgardo Boeninger, y yo (se emociona, respira hondo y desvía la mirada)… me emociono de sólo recordar… recién había llegado mi hija y pensé: ésta es la marraqueta que me llegó por teléfono. Yo no conocía a Edgardo. Y me cambió la vida. Llegué a Chile a trabajar con él (…) Yo quería trabajar en el Gobierno, pero en política pública, no tuve nunca un rol en el Gobierno de política partidaria activa. Yo era parte de una tecnoburocracia que fue aprendiendo de política, en parte, por los costalazos que nos pegábamos. Ahí, al poco andar entré al PPD, aunque dejé de militar hace más de 15 años”, relata en la publicación.
Sin embargo, un miembro de ese gobierno y militante DC lo recuerda como un “escalador profesional, muy grandilocuente que nunca tuvo la relación íntima con Boeninger de la que hace gala”.
Otro personero de la época agrega que “era una persona muy preparada, bastante inteligente y para algunos casi brillante. Yo diría que más técnico que político. Pasado para la punta, eso sí, de esos que avanzan rápido”.
En sus diálogos con la prensa ha dicho que tiene amigos en todo el espectro político -menciona a Girardi, Ricardo Solari, Andrés Allamand y Pablo Longueira-, pero niega que su influencia política haya incidido en las ofertas laborales que ha recibido y aceptado. “Mi red de contactos es muy grande, simplemente porque lo he hecho medianamente bien. Uno no llega a estas cosas solo. El haber trabajado en los gobiernos de Aylwin y Frei Ruiz-Tagle, con equipos espectaculares, que íbamos por todo, son cosas que vas construyendo, son épicas”, aseguró.
Fuentes consultadas por The Clinic Online recalcan que es un hombre con mirada amplia. De Girardi, por ejemplo, se hizo cercano discutiendo sobre políticas ambientales y quienes han estado en cargos gubernamentales en Energía lo recuerdan como un interlocutor “muy preparado” y cordial.
GIORGIO, EL OPERATIVO
El 28 de agosto de 2013, el vespertino La Segunda publicó que un evento en la Vinoteca era la primera actividad oficial de recolección de recursos de fondos para Bachelet y que en esa campaña la máquina recaudadora era encabeza por la exsubsecretaria de Marina de su gobierno Carolina Echeverría, Orlando Morales y Gabriel Sepúlveda todos cercanos a Rodrigo Peñailillo. Y que de forma externa colaboraba el exadministrador electoral de Bachelet, Giorgio Martelli.
Este último ingresó a militar al PPD de la mano de Sergio Bitar, pero antes estuvo en la Izquierda Cristiana.
Fuentes del partido aseguran que no era a principios de los ’90 un operador político, sino un personero con un buen perfil técnico que se concentraba en temas relacionados con el funcionamiento administrativos de las municipales.
Martelli estuvo ligado durante años en la Asociación de Municipalidades como secretario ejecutivo. En sus inicios había formado parte de la ONG Cordillera, a fines de los años ochenta. De hecho, una de sus primeras sociedades -Transversal- tiene ese giro. Luego fue parte de la Fundación alemana Friedrich Ebert. Siempre trabajó en asesorías a municipios, en cómo darle estructura o cómo preparar viajes para pasantías de alcaldes y concejales.
En el 2005 se desempeñó también realizando talleres de descentralización para la campaña de Bachelet, además de ser su administrador municipal. “Martelli estuvo a cargo, entre otros temas, de los diálogos regionales de Michelle. Es súper organizado y eso explica por qué asume un rol como recaudador. Él incluso tiene un manual sobre cómo recaudar fondos de campaña”, comenta un cercano. Y agrega: “No es un hombre ostentoso. Se desplaza en bicicleta, no tiene ni auto. Martelli es preciso, no se manda cagazos, sabe ajustar todo a la ley, no es un aparecido recaudando fondos”.
Cercano al ex senador por el Norte Fernando Flores, en el PPD dicen que su renuncia a esa colectividad coincide con la partida de Flores y de otros militantes. De ese tiempo, el ex PPD Esteban Valenzuela lo recuerda con afecto: “Yo soy de los que cree que lo que él hizo fue asesorar a las empresas respecto de cómo podrían usar el sistema de donaciones anónimas y aportes reservados para que no existieran problemas. No creo, y espero no equivocarme, que haya estado involucrado en la triangulación de recursos a través de boletas. Yo creo en Giorgio”.
Otras figuras del PPD identifican a Martelli como un outsider, alguien crítico a los partidos. Pese a eso, tejió amplias redes en la política y en el mundo empresarial.
En el pasado trabajó muy de cerca con Ingrid Antonijevic recaudando fondos. En el 2009 le prestó servicio a la candidatura de Eduardo Frei Ruiz Tagle. Para esa contienda, utilizó la sociedad G2M S.A, que constituyó en noviembre de ese año junto al periodista Gonzalo Mehech Castellón. En esa oportunidad, trabajó también con el abogado Cristián Quinzio, quien aparece en la escritura de AyN como miembro del directorio, pero provisional. Cercanos al abogado reconocen una amistad de años con el geógrafo, pero ningún vínculo comercial con Martelli.
En la campaña de Frei trabajó codo a codo con la ingeniera civil Francisca Contreras. Su socio ahí, Gonzalo Mehech, también constituyó una sociedad “C2P Consultores Sociedad Anónima” junto al abogado Pedro Yaconi, quien era parte de un grupo de profesionales por Frei que se hicieron llamar Océanos Azules. Yaconi, según publicó Ciper, emitió una factura a SQM por 30 millones a través de su sociedad “Rentas, Inversiones, Servicios y Asesorías Limitada”. En esa sociedad participa con su esposa Mónica Antonia Urzúa Frei, quien es hija de Mónica Frei Ruiz-Tagle.
En el 2009 Martelli participaba en seminarios por la transparencia y regulación de los recursos que se utilizaban en política. En uno de ellos, organizado por Expansiva, Martelli expuso junto al economista Eduardo Engel quien es hoy el presidente de la Comisión Asesora Presidencial contra los conflictos de interés, el tráfico de influencias y la corrupción.
En su presentación, como Administrador Electoral de la campaña de Bachelet en el 2005, Martelli cita los casos de Watergate de EEUU y el Mopgate en Chile. “Parte del desprestigio de la percepción de la política, tiene que ver con la falta de transparencia del financiamiento de la política. Si el dinero no fuera tan importante, la política no se preocuparía de él. La política necesita del dinero, el dinero necesita de la política, por eso la política y las empresas se preocupan de financiar las campañas”.
En el seminario, Martelli decía que él creía que la próxima campaña electoral -refiriéndose a la última donde participó Bachelet- debería llevarse en una pagina web contando los gastos día a día, como se hace en EEUU. “Sería un gran aporte de un candidato entregar los ingresos y los gastos”.
Respecto a la ley de Aportes Reservados, Martelli se explaya con detalles. Dice que cuando “las empresas donan a una campaña electoral, el directorio tiene que decidirlo, queda establecido en acta. El directorio comanda a una persona… el gerente, para que vaya al Banco del Estado y deposite un cheque. Otra persona va al Servicio Electoral, se mete en una caseta cerrada y dice para qué candidato es el dinero (…) Como administrador electoral jamás supe quien donó (a Bachelet ern su campaña de 2005). ¿Cómo me llega la información?, una semana después el Servel me entrega información con los depósitos de las empresas, pero no me entrega el 100 por ciento, me entrega el 80… porque podría haber el caso que solo una empresa hubiera donado, entonces si se da el 100 por ciento yo puedo saber qué empresa es, bueno, así es el sistema… patético”.
El geógrafo explicó además que estaba de acuerdo con “eliminar los fondos reservados. Deben financiarlas las personas”. Y sobre las sanciones dijo: “(…) Creo que evidentemente en lo que más estoy de acuerdo es en que el administrador electoral no tiene que pagar el pato del candidato. Pero más allá de eso, es evidente que si un candidato hizo un delito en su campaña, ese candidato no puede ejercer el cargo”.
*The Clinic Online intentó a través de correos electrónicos, llamadas telefónicas y mensajes contactar a Jorge Ronsenblut y Giorgio Martelli. Se les notificó por estas vías sobre la información que sería publicada y se les pidió explícitamente su versión. No hubo respuesta.
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