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jueves, 16 de septiembre de 2010

Discriminación en dos palabras cortas: nuestros pueblos y la integración indígena

La primera palabra: NUESTROS proviene de la emoción y la segunda INTEGRACION de la racionalidad. La primera es romántica y la segunda ilustrada. Ambas discriminatorias, como intentaremos mostrar.

En las últimas horas de los largos 65 días de huelga de hambre que sostienen 34 comuneros mapuches aparecen voces amables que vuelven a invocar discursos emotivos y bien intencionados sobre el abandono de “nuestro pueblos originarios” y que abogan por la necesaria “integración indígena”.

La presidenta de la cámara de diputados, Alejandra Sepúlveda, al inaugurar la Cesión Plena del Congreso de la República puntualizó "tenemos una deuda pendiente con nuestros hermanos mapuches. Ellos han conocido de la guerra y la violencia y creemos que ha llegado la hora de buscar avances y reformas más profundas que permitan resolver las demandas justas de nuestros pueblos originarios" (cursivas y negritas nuestras).

En la misma reunión de Congreso Pleno el Presidente Sebastián Piñera señaló: "No podemos dejar de reconocer que durante décadas y quizá siglos, hemos negado a nuestras comunidades de pueblos originarios las oportunidades necesarias para su progreso material y espiritual y para su plena integración a nuestra República”.

Nuestro, o nuestros, reconocen el género y pluralidad de una cosa poseída. Nuestros habla de unos varios que poseen otra cosa una. Pero son nuestras las conductas, erradas o no; son nuestras las opiniones descaradas o desinformadas. Nuestros los problemas insolubles o no. Pero no son nuestros los pueblos indígenas ni sus comunidades. Quien habla desde la posesión habla desde el poder, desde la dominación, desde control político del otro, en este casos de los pueblos indígenas.

Hay la versión metafórica poética, nuestro queda bien para dos padres que hablan de sus hijos, o de dos monarcas que hablan de sus siervos de la gleba. Ahhhh, he aquí la figura semiótica de la sustitución. Aquello que es poseído, aquello que nos pertenece nos debe sumisión. Como el esclavo al amo, como el encomendado al encomendero, como el criado al señor de la casa. La emoción nos traiciona y nos desnuda, cierto Alejandra, cierto Sebastián? Pero no sólo la derecha habla así, se puede encontrar en discursos nobles y amistosos del desplegado abanico político criollo y farandulero; se encuentra sobre todo en el instante en que el desenfreno del romanticismo los turba.

Si uno expresión es romántica, la otra es una consigna erudita y fraterna.

INTEGRACIÓN. Recuerdo a Jean Paul Sartre comentando la relación de Francia con Argelia, en el prólogo de Los Condenados de la Tierra de Franz Fanon: ellos, los blancos, Europa, Francia, el poder, la república dice “integra…” y los otros, los negros, África, Argelia, los míseros, los pueblos indígena, en cualquier parte abren los labios y dicen “ción”. Un juego interminable.

Se llama colonización material e inmaterial. Colonialismo de un imperio sobre otras muchas naciones. Pero también existe el dominio de un estado de otras naciones indígenas. Colonialismo interno de un grupo social por otro, un Intelectual cumbre de América, Pablo González Casanova, lo inventó para dar cuenta de esa relación de poder de los unos (pocos) con los otros (muchos). Dirá que el colonialismo interno es una estructura de relaciones sociales de dominio y explotación entre grupos culturales distintos.

La integración fue la fórmula enarbolada por el indigenismo de los años cuarenta, y siguientes, para que los pueblos indígenas se hicieran sociedades modernas. Esos pueblos que viven en su atraso y que necesitan de nuestro “progreso material y espiritual”. Ese progreso que es desarrollo desigual y destructivo al que nunca se arriba, a ese que hay que rebautizar cada lustro porque queda corto de sostenibilidad, de sustento, de identidad y, muy en particular, de humanidad. O aquellas culturas con dioses misóginos que contradicen los ideales paritarios de la espiritualidad indígena; dioses odiosos que te exilian del paraíso a un sendero de dolor y esfuerzo y no los dioses indígenas atrasados, padre y madre, que te legaron lo más hermoso que pudieron construir para ti porque te amaban: la Tierra: y te hicieron hermano de los árboles y los peces y las estrellas.

La integración, eso sí, busca superar las prácticas etnocidas de antaño. La integración busca sumar a los indígenas a la sociedad, que dejen atrás sus prácticas consideradas por el poder parte del atraso. Se busca un efecto de control social, más sutil, pero no menos efectivo: absorber y asimilar. Que los pueblos indígenas dejen atrás su cultura y su idioma; pero sobre todo su territorio y sus recursos naturales.

Un amigo habla de etnofagia. Digamos con él, etnofagia lingüística: expresiones como Nuestro Pueblos e Integración Indígena busca devorar lo que queda de indígena en nosotros. Como el ataque violento ya no es tolerado por la opinión pública nos proponen ahora dispositivos como la disolución gradual y la desarticulación cultural y espiritual.

Estas dos categorías se destacan entre muchas otras. Cuando son usadas por sus dueños no se reflexionan ni se explican, sus titulares suelen dejar pasar una excelente oportunidad de quedarse callados.

Fernando Quilaleo A.

Periodista.

Septiembre 15, 2010.

21.35 horas.

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