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sábado, 14 de enero de 2012

Carlos Pinto y la lucha contra la delincuencia de Piñera y su Gobierno: “La campaña política del Presidente estuvo basada en una falacia”

Por Oscar Reyes P.

El profesional, artífice de programas tan emblemáticos como “Mea Culpa” y “El día menos pensado”, conversó con Cambio21 donde nos indicó que acaba de dejar Televisión Nacional. Pero sus “años de circo” le permiten hablar con conocimiento de causa sobre la criminalidad en nuestro país. A su juicio, “la delincuencia es sólo un síntoma de algo más grande”, que es la brutal desigualdad que hay en Chile. Es el Carlos Pinto "más ciudadano"....

Este 2 de enero el periodista Carlos Pinto no partió rumbo a Televisión Nacional de Chile, tal como lo venía haciendo desde hace más de 20 años, porque su contrato con la televisora terminó el 31 de diciembre y decidió no renovarlo. Atrás quedaron los tiempos en que alcanzó a marcar 57 o 58 puntos de rating con programas como "Mea Culpa" y "El día menos pensado".

-Mi salida de TVN obedece a un período muy importante de mi carrera. Yo pensaba que la situación era floreciente y de pronto me vi sumido en una abulia de parte de la gente del canal respecto de mi trabajo, en forma muy unilateral, porque las encuestas y los resultados decían lo contrario. Sentí de alguna manera, haciendo una analogía con el fútbol, que me estaban haciendo hacer banca. Tuve la capacidad de estar en la banca un tiempo más que prudente, pero cuando uno es jugador de fútbol, en este caso cuando uno es creativo, uno prefiere estar donde las papas queman y yo entendía que la única forma de estar era teniendo una llegada que hasta ese momento no estaba teniendo.

Entonces decidí tomar el toro por las astas y plantearme la posibilidad de no estar en la televisión, decisión que quizás me traerá problemas, pero también es muy consecuente con espíritu de hacer las cosas. Es decir, yo creo que hay momentos para hacer banca, pero no puede un jugador que se cree importante y bueno para la pelota pensar que en estar toda la vida en la banca.
-¿Siente que es como Rivarola, que era banca en la U, a pesar de ser ídolo?

-No, el caso de Rivarola es diferente, porque a él no le da el cuerpo, tiene un problema ya de carácter físico. Ahí está su talento, pero quizás también la incapacidad de moverse al ritmo del resto del equipo. En el caso mío es absolutamente distinto, porque tres meses antes de tomar la decisión hubo un contrato que no firme por algunas imprecisiones y que, por alguna razón que desconozco, no terminó por concretarse. Es como si a alguien le llamaran a la Selección y por algún motivo el partido no se hace. Pero a ti te llamaron y eso es lo válido. Si no se me hubiese tomado en cuenta durante todo este tiempo probablemente diría que los trabajos que estamos haciendo nosotros, porque éste un trabajo de equipo, no están funcionando, pero los programas nuestro jamás han tenido bajo rating. Entonces no hay razones para prescindir cabalmente de ellos.

-¿Qué avizora ahora que ya no va a estar en la red estatal?
-Asumí una responsabilidad personal de no renovar con Televisión Nacional porque sentía que no estaba siendo considerado y que probablemente la manera de hacer mis programas no estaba gustando, independiente del público, porque yo camino por la calle y quién me detiene está preguntando cuándo vuelve el programa. En lo que refiere al canal, está abulia, esta indolencia, por llamarlo de algún modo, me llevó a entender que yo debía resolver con un punto final mi trabajo en TVN y uno debe ser muy claro y aceptar lo que eso significa. Quedo virtualmente libre y también estoy dispuesto en forma muy transparente a escuchar cualquier posibilidad de compartir incluso en el propio canal si las cosas cambiaran, o en otro, para poder seguir haciendo mi trabajo. Yo sé lo que significa la televisión y nuestro trabajo, pero no por eso pienso que el mundo se va a caer rendido por mi ausencia.

Las cosas no son así lamentablemente y uno debe ser responsable con las decisiones que toma. Yo estoy muy tranquilo con lo que hice y aceptaré lo que el tiempo me traiga.
-En el mundo de la televisión viene un muy agitado el primer semestre de 2012. Hace más de un año, Luksic se compró Canal 13. Hace un año Chilevisión está en manos de Time Warner y hace sólo días, Mega es comprado por Bethia, el grupo de Falabella. Va a haber una pelea por el talento. ¿Se ve en otro canal?

-Es la primera pregunta que debí responderme cuando tomé la decisión de no renovar con Televisión Nacional, entendiendo que TVN no sólo me abrió las puertas, sino que cobijó mi trabajo con mayor propiedad que otros en un momento determinado. Y esa respuesta es sí. Hoy me libero de responsabilidades y estoy abierto, para volver con la analogía del fútbol, a cualquier entidad que quiera contar con los servicios que uno ofrece humildemente.
-El segundo semestre de 2011 tuvo dos series que trataron temas que antes no se trataban. Una fue "Los archivos del Cardenal" y la otra fue "Los 80", que fue la serie más vista. ¿A usted qué le parece que haya en la televisión un recuerdo de situaciones muy duras y tristes que sufrieron millones de chilenos y chilenas?

-Aquí hay dos puntos importantes. Uno, que los dos programas pueden gustar o no, pero son de alto contenido, lo que le hace muy bien a la televisión actual, que lamentablemente está pesando más en cuanto cantidad lo que a farándula se refiere. Por lo tanto, yo sólo puedo alabar estas producciones. Respecto del contenido de estas dos obras televisivas, yo siento que vienen a refrescar un tema que lamentablemente no tiene solución si no está cerrado totalmente. Todos los temas de carácter político que tienen que ver con los derechos humanos, no se solucionan con el tiempo.

No son heridas que se cierren con el aire ni tampoco con los años. Son heridas que se cierren cuando tienen que cerrar, cuando la disposición y, sobre todo, y esto lo digo con mucho conocimiento de causa por trabajar en las cárceles, nadie se rehabilita hasta no dar el paso más importante que es reconocer sus culpas. Por lo tanto, nadie puede ponerle un punto final a hechos tan significativos para una Nación si no hay un reconocimiento a las heridas que estos actos produjeron a la Nación al punto tal que pasadas ya más de tres décadas nosotros todavía seguimos sangrando por la herida.
-¿Qué le parece que se emitan estas series y que tengan tanta audiencia?

-Hay gente que dice que no vivió esta época, porque quienes compartieron esta situación y le vivieron más o menos de cerca, que la olfatearon, o que estaban vivos cuando aquello sucedió, son personas ya que han recorrido más de la mitad de sus vidas. Sin embargo, hay seres nuevos que nacen en nuestro país y que necesitan adquirir un compromiso. Uno no puede vivir sólo el momento en el cual existe sino que tiene que compartir la historia. Lamentablemente en la de nuestro país están estos desaguisados contra nosotros mismos. No quiero discutir las razones, solamente digo la ofensa a la condición humana de los chilenos no puede quedar a que el sol haga costra, porque la costra la va sacar el viento y va a volver a aparecer.

-¿Usted qué opina de que se haya rendido homenaje a un torturador por intermedio de un alcalde como fue el caso de Miguel Krassnoff?

- Yo siento que en Chile, lo que no podemos permitir es situaciones como la que usted está planteando. Yo soy de aquellos que piensa que en lo que respecta a todas las acciones que atentan contra el ser humano y que han sido juzgadas y condenadas, nuestro país debiera impedir definitivamente que estas personas tuvieran acciones de carácter público. A mí me parece que hay que actuar como se hace en Europa, en países como Inglaterra o Alemania, donde hay una prohibición por ley que las personas condenadas por actos de lesa humanidad tengan acciones de carácter público. Eso es parte de su condena permanente y de su sanción social. No podemos aplaudir algo que hemos condenado. Me parece increíble que los afectados en el caso de Krassnoff hayan tenido que ir a protestar contra esto y no el país. Creo que falta una ley que regularice estos actos y comparto una sanción social muy importante para quienes han cometido delitos de lesa humanidad.

-Hay pocas personas que conocen las cárceles como usted y obviamente saben del tema de la delincuencia. Acabamos de conocer la encuesta del Centro de Estudios Públicos que señala que es el tema más complejo y negativo para el gobierno. ¿Usted cree que se ha manejado mal o que se hicieron muchas expectativas con los eslogans de campaña?

-Claramente, la campaña política del actual presidente estaba basada en lo que yo llamo una falacia. Falacia, porque la promesa sine qua non era no sólo acabar con la puerta giratoria sino fundamentalmente acabar con la delincuencia. Y es una falacia. Yo creo que el Sernac debió haberse metido ahí, porque creo que es una promesa publicitaria no cumplida. Si nosotros estamos acercándonos a compromisos de ese tipo tenemos que entender que los resultados van a ser un fiasco, y yo lamento que el presidente Piñera haya accedido a tener como bandera de lucha la eliminación de la delincuencia, porque ésta es inherente a las sociedades desde el momento en que éstas se formaron en el mundo. No hay ningún país donde no exista delincuencia. Por lo tanto, es imposible acabarla. Lo que sí se puede hacer es morigerarla y ojalá morigerarla profundamente, y en eso debiéramos nosotros conducir todas vuestras energías.

-¿El gobierno se equivocó?

-Me da la impresión de que este gobierno está pagando de alguna manera estas facturas de promesas que son imposibles de cumplir. Como bandera de lucha la delincuencia es tremendamente importante, porque la seguridad en un país como el nuestro pasa a estar en primera línea. Para mí la delincuencia no tiene que ver sólo con tomar reos y delincuentes in fraganti y llevarlos a la cárcel, ni con abrir más cárceles. Yo creo que la delincuencia no es en sí una enfermedad, sino más bien parte de los síntomas. La enfermedad perfectamente puede ser la desigualdad en el país. La delincuencia es la punta del iceberg en una sociedad y, si bien a mayor delincuencia uno tiene más preocupación y a menor puede tener más satisfacción.

Pero en ninguno de los dos casos está solucionando un problema, está habiendo un síntoma. Ahí lo que hay que atacar es lo que está debajo del iceberg. Hoy tenemos uno de los ingresos per cápita más importantes de Latinoamérica, sin embargo, es tal la desigualdad que tenemos que los tópicos delincuenciales se pueden generar exactamente como manifestaciones absolutamente naturales de una sociedad desigual que está pidiendo auxilio, que está reclamando trabajo, salud, una educación más acorde a las posibilidades de ingresos. Quizás si nosotros apuntáramos a una mayor equidad probablemente la delincuencia como enfermedad y como síntomas sería mucho más leve. Una mayor cantidad de cárceles no va a solucionar los problemas.

Su hijo Sebastián Pinto, jugador de la selección, ex de la U, recién de O Higgins y que se va a Turquía

-¿Qué le pasa cuando ve a su hijo Sebastián en la selección chilena de fútbol y marcando tres goles como lo hizo hace poco?

-Voy a hacer una excepción de hablar de mi hijo, porque nunca me gustó a mí que me relacionan con él y a él no le gusta que lo relacionen conmigo, sobre todo porque él se está formando y la imagen de un padre que por aparecer en televisión más de alguien lo reconoce puede influir según el negativamente en su desarrollo. Él hoy está un poco más maduro y ha demostrado que no requiere de mí y yo por suerte tampoco requiero de él, de los beneficios que obtiene con su trabajo. Eso nos tiene muy tranquilos.

-¿Y en lo personal, qué le pasa?

-Bueno, soy un ser humano, soy un padre, y que esto me trae los recuerdos de cuando los días domingo lo sacaba a la plaza a jugar, cuando era su contrincante, cuando era su equipo rival, cuando a lo cinco, seis, siete y hasta 10 años me hacía jugar porque él quería jugar. En fin, cuando lo vi amante del deporte. Entonces se me vienen siempre a la memoria todo lo que fue él y cómo está logrando los frutos que él se planteó. Yo sólo puedo chochear desde mi punto de vista muy lejano, porque sus éxitos son sus éxitos y no míos. Hay gente que cuando voy al estadio se da vuelta y me da la mano y me dice: lo felicito, pero por qué me felicitan a mí si yo no tengo nada que ver en esto. Yo me siento gratificado como padre, y quien no. Pero si fuera ingeniero y me dijera: soy un muy buen ingeniero, igual estaría gozoso. Yo sólo puedo decir que en mi interior estoy tremendamente gozoso de que él pueda ir dando los pasos definitivos que siempre soñó.

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