Bachelet, la izquierda y los DD.HH.: algunas incongruencias
- Cristián Riego
- Profesor de Derecho U. Diego Portales
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- Debo reconocer que estoy muy desconcertado por la actitud de la
izquierda chilena acerca de los derechos humanos. Siempre pensé que para
los que conocimos de cerca las violaciones de la dictadura de Pinochet,
el respeto a los derechos humanos sería un estándar moral básico tanto a
nivel nacional como internacional.
Sin embargo, eso no ha sido así, lo que ha ocurrido ha sido un
fenómeno bipolar. Cabe reconocer que al interior del país los políticos
de izquierda en general han promovido los derechos humanos, tanto
respecto del juzgamiento de los hechos ocurridos en la dictadura como en
cuanto al funcionamiento ordinario de la democracia. A nivel
internacional, en cambio, su actitud ha sido de silencio y en algunos
casos de defensa de algunas de las peores dictaduras.
Creo que la Presidenta Bachelet ha llevado esto a un extremo por la
connotación simbólica de su investidura. Nadie puede negar su actitud
ampliamente democrática en el ámbito interno. Pero en lo internacional
muchos recordamos con vergüenza su actitud sumisa frente a Fidel Castro
en su primer gobierno. En el segundo ha continuado esa misma línea, en
solo unos pocos días se ha permitido agradecer a la dictadura alemana
oriental en un acto en que varios de sus anfitriones fueron víctimas de
la misma y deben haberse sentido bastante agraviados. Luego se dirigió a
China, donde le otorgó plena credibilidad a la política de promoción de
los derechos humanos del gobierno en el preciso momento en que éste
niega sus derechos políticos a los ciudadanos de Hong Kong, entre muchas
otras tropelías.
Una explicación que se ha dado para este extraño comportamiento de la
izquierda chilena ha sido la de la gratitud. Muchos dirigentes de
izquierda fueron recibidos y protegidos por dictaduras como la cubana o
la Alemana Oriental y estarían obligados a devolver el favor no
criticándolas. Es bien discutible que las deudas personales deban ser
saldadas por medio de actos políticos y menos de gobierno, pero el
argumento podía tener algún sentido hasta que se incorpora a la ecuación
la situación de Venezuela. La democracia venezolana acogió y protegió a
muchos exiliados chilenos. Sin embargo, no he visto a dirigentes de
izquierda protestar frente a la destrucción de sus instituciones y sí a
varios de ellos ejercer la defensa del gobierno que la ha perpetrado, la
Presidenta por su parte se ha negado a reunirse con opositores víctimas
de diversas formas de persecución.
Una segunda explicación que he escuchado es la que podríamos llamar
de moral territorial, es decir, los derechos humanos serían principios
intransables dentro del territorio nacional y completamente relativos
fuera del mismo. De hecho, es común que dirigentes de izquierda se
nieguen a discutir sobre el tema de los derechos humanos fuera de Chile.
Recuerdo, por ejemplo, al actual alcalde de Recoleta, señor Jadue,
militante comunista, que durante la campaña electoral se negaba de
manera categórica a hablar de los derechos humanos en los países que
habían sido gobernados por su partido, afirmando que en Chile éste tenía
un récord impecable. Esta lógica es más difícil de defender que la
anterior. ¿Como puede ser que principios que se defienden con tanto
énfasis en lo interno no tengan ningún valor fuera del país? Pero al
menos se podía reconocer la consistencia en repetir siempre el mismo
sinsentido.
No obstante, hace algunos meses el mismo señor Jadue apareció en la
televisión hablando con mucha autoridad moral, y con argumentos válidos,
sobre la violación de los derechos humanos en Palestina.
¡Exijo una explicación!
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