Privatización del Metro
Concesionar parte de esta
empresa también es posible que se justifique con un conocido argumento
que tiene que ver con la idea de que el Estado no distraiga recursos que
están reservados para gastos sociales u otros, frente a lo cual es
necesario que los chilenos sepan que, al 30 de junio de 2014, las
reservas internacionales de Chile totalizaron 41.087,6 millones de
dólares, del cuyo total 35.991,5 millones correspondían al portafolio
de inversiones, 3.251,8 millones al portafolio de caja y 1.844,2
millones a otros activos. De dicho total, el 50,0% estaba invertido en
dólares de Estados Unidos, 18,8% en euros y 31,2% en otras divisas.
En las siguientes líneas intentaré, en la forma más sintética posible, enumerar los factores que determinan que una medida de esta naturaleza corresponde no sólo a parte de la agenda no conocida del gobierno, anunciada por el Sr. Lagos Escobar, sino que también es una falacia desde el punto de vista económico y del interés de los chilenos.
BREVÍSIMA RESEÑA
La iniciativa privada y los capitalistas en general, justifican su derecho a la ganancia, aduciendo que se trata de una retribución legítima, principalmente porque quienes inician un negocio o proyecto serían los que corren el riesgo; este, no solo es un buen argumento, sino que es difícil de rebatir. Sin embargo, en nuestro país los grandes negocios y otros no tan grandes, gozan de un sistema que hace desaparecer el citado riesgo. Es así como el Estado opera en el mundo de los negocios privados transfiriendo enormes cantidades de dinero al mundo privado, en varios sectores de la economía, como el transporte, las autopistas, la salud y la educación entre otros, de manera que en los presupuestos del año 2014 en curso y 2015, discutiéndose en este momento, la partida de transferencias corrientes, donde mayoritariamente se encuentran los giros al sector privado, representan un tercio del total del presupuesto. A modo de ejemplo, podemos decir que en la salud, las compras centralizadas aumentarán en 15,1% y los subsidios a la demanda en 4,2%, es decir, se les entregarán a las clínicas más de 1.000 millones de dólares, de los cuales gran parte se transformarán en ganancia privada¹. En el caso del transporte, la ley 20.378 obliga al Estado de Chile hasta el año 2022 a entregar un subsidio del transporte público que representa un promedio anual de 1.471 millones de dólares, de los cuales la mitad, es decir, 735 millones, corresponde a un obsequio al “Transantiago.”RECORRIDO
Nos encontramos frente a un sector privado cuyas garantías deben ser anheladas por muchos inversionistas de los más diversos países capitalistas, que miran cómo se desenvuelve el capital en un Estado subsidiario, definido como aquel Estado que se inhibe de participar en los negocios rentables, cediendo estos a los privados y solo dedicando esfuerzos a los no rentables, pero necesarios; dicho de otro modo, un Estado en que los particulares no se hacen cargo de ciertas necesidades naturales porque no tienen rentabilidad. Este sector ha hecho un camino que lo podemos resumir de la siguiente forma: en los años de dictadura, se asaltaron las empresas del Estado chileno, principalmente de servicios básicos, que cuentan con mercados cautivos, sin oposición de ningún tipo y mediante decretos-leyes que hasta hoy son de carácter secreto. Luego, en esta senda, se siguen privatizando más servicios, como el agua potable, al mismo tiempo que se incrementa la explotación de riquezas naturales por parte de capitales privados, pero ahora en un ambiente legal, legitimado por la transición hacia la democracia, en la que aún nos encontramos. Este período se caracteriza por la existencia de un verdadero ejército de tecnócratas, que desde hace casi tres décadas alternan entre el sector público y privado, en muchos casos actuando en un momento como controladores de los mismos negocios que en otros momentos administran, detectando los negocios atractivos para abordar. Este es el caso del Metro de Santiago, que ha contado entre sus principales ejecutivos a personajes que vienen de sectores como la banca, en donde esta empresa del Estado maneja impresionantes índices de liquidez.EL METRO
Precisamente, esta empresa del Estado hoy es presidida por el ex flamante miembro de la comisión asesora de la libre competencia, Aldo González, designado por el ex ministro Longueira el año 2011 para oponerse a todo “acto de empresas contra el mercado”.Esta empresa, hasta ahora 100% estatal, forma parte de una treintena de empresas de todos los chilenos, en que el Estado es propietario al menos de un 50% (cabe señalar que en la lista se encuentra la empresa de ferrocarriles, que por sus altos costos de operación y baja rentabilidad no se ha transformado en un botín deseable como lo está siendo el Metro).
El Metro tiene una alta liquidez, y sus niveles de operación han significado pasar de alrededor de trescientos millones de viajes anuales el año 2006, antes de la puesta en marcha del Transantiago, a más de setecientos millones en la actualidad.
El Metro informa que a marzo de este año² la empresa mantiene depósitos a plazo en el mundo financiero por $ 327.627.868.000 –como seguramente es difícil leer esta cifra, se trata de aproximadamente 596 millones de dólares–. Por supuesto que acciones como estas se justifican con frases propias de la gestión, como que corresponde a inversiones de corto plazo, de gran liquidez, que son fácilmente convertibles en efectivo, que están sujetos a un riesgo muy bajo y que se tienen para cumplir los compromisos de pago a corto plazo, etc., etc. Esta situación transforma al Metro en una empresa apta para endeudarse frente a proyectos de expansión.
Concesionar parte de esta empresa también es posible que se justifique con un conocido argumento que tiene que ver con la idea de que el Estado no distraiga recursos que están reservados para gastos sociales u otros, frente a lo cual es necesario que los chilenos sepan que, al 30 de junio de 2014, las reservas internacionales de Chile totalizaron 41.087,6 millones de dólares, del cuyo total 35.991,5 millones correspondían al portafolio de inversiones, 3.251,8 millones al portafolio de caja y 1.844,2 millones a otros activos. De dicho total, el 50,0% estaba invertido en dólares de Estados Unidos, 18,8% en euros y 31,2% en otras divisas³.
Respecto de esto último, cabe recordar que las dos líneas de Metro como las que se están ejecutando, con un total de 28 estaciones, tienen un costo de 2.758 millones de dólares4, es decir, representan un 6.7 % de las reservas que mantiene Chile en estos momentos, o dos años del subsidio que el Estado le regala al transporte público de superficie de pésimo funcionamiento.
Finalmente, es recomendable y esperable por los chilenos que los trabajadores organizados del Metro estén alertas y no se dejen seducir por el discurso de gestión de los ejecutivos, que entre otras cosas ha significado que desde hace más de una década se haya iniciado un proceso de subcontratación que hoy día significa que siete de cada diez trabajadores pertenezcan a empresas contratistas, generando odiosas diferencias entre trabajadores. Es, precisamente, sobre los hombros de todos los trabajadores de esta empresa del Estado chileno donde ha descansado su desarrollo y su renombre, que la ubica como un botín merecedor de estar incluido en “concesionar todo lo concesionable,” como afirmó, frente a los empresarios, el señor Ricardo Lagos.
1. www.elmostrador.cl/opinion/2014/10/17/presupuesto-salud-2015
2. www.metrodesantiago.cl
3. Banco Central de Chile
4. www.metrosantiago.cl/noticias
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