Vistas de página en total

viernes, 27 de mayo de 2011

El mensaje y la realidad

represion



Mientras el 21 de mayo en el Congreso Piñera llamaba a “la unidad de todos los chilenos”, en las calles de Valparaíso, de Santiago, de Concepción y de otras ciudades del país, miles de compatriotas eran reprimidos con la brutalidad de siempre y usando las mismas sustancias químicas que atentan contra la salud de los manifestantes. La noche anterior había sucedido lo mismo y en Iquique violaron el fuero parlamentario y detuvieron al diputado Hugo Gutiérrez.

Sin embargo, todos los canales de TV y muchas radios centraron el enfoque en la paliza que una turba ajena a los manifestantes proporcionó a un suboficial de carabineros. Por cierto, no aprobamos el hecho. Pero tampoco podemos callar la verdad : la causa principal de lo sucedido al policía fue la cobardía de sus propios compañeros. Si vemos las imágenes que repiten todos los días, comprobaremos que el funcionario agredido estaba acompañado de un buen número de colegas, los que arrancaron cobardemente cuando los enfrentaron. Dejaron solo al caído y apenas uno de ellos trató de defenderlo. ¡ Al final el que lo saca del lugar es un civil ! ¿Y nos van a decir que estos sujetos son los que cuidan de nuestra seguridad? Por favor, si son unos cobardes de tomo y lomo que sólo se envalentonan con sus bombas, sus lumas, sus armas de fuego, sus tanquetas. Seamos francos. Al suboficial sus colegas lo abandonaron a su suerte. La víctima, supuestamente grave, sólo permitió que lo visitara Piñera y, sugestivamente, se negó a recibir al presidente del Senado y a uno de los convocantes de la marcha.

Mucho peor lo han pasado cientos de jóvenes heridos por los represores, entre ellas la niña de Concepción que recibió un bombazo en uno de sus ojos. Pero de eso no habla Piñera. No le interesa el pueblo, sólo los represores. La hipocresía y falsedad de los altos mandos policiales para respaldar a sus tropas son preocupantes.. Hay mucho paño que recortar y cambios de fondo por hacer en la policía uniformada. Para Hinzpeter y otros la solución ha sido volver a las bombas químicas, tratar de impedir nuevas manifestaciones, infiltrar a los manifestantes, hacer responsables a los convocantes y criminalizar las protestas. Calcado de la dictadura.

Mientras tanto, dejan escapar a los verdaderos delincuentes. Gracias al seguimiento riguroso del Observatorio de DDHH de la Universidad Diego Portales, hoy sabemos que entre gallos y medianoche, sin que nadie se entere, se ha dejado en libertad a lo menos a una docena de peligrosos criminales de la dictadura que estaban condenados. La lista la encabeza Patricio Zamora, uno de los pacos que degollaron a los compañeros Guerrero, Parada y Nattino y Piñera no habló de esto en su Mensaje.

Por otra parte “ se escapa” el asesino de Colonia Dignidad, el doctor Hopp. No nos extrañe que haya partido libremente por el aeropuerto, porque le sobran padrinos en el gobierno a los fascistas de Villa Baviera. En dictadura, funcionarios y más de un parlamentario de la derecha fueron continuamente agasajados en el enclave nazi y hoy se les nota sugestivamente callados por esta extraña “fuga” de su amigo, el médico criminal. Reitero esta preocupación porque no se explica fácilmente la huída si no hubiera recibido un fuerte apoyo.

Estos abusos, esta impunidad, son parte de lo que exaspera a la ciudadanía, aquí y en todo el mundo. Ahí están los “indignados”. Como dice el periodista y escritor Atilio Borón, guardando claro está las proporciones y las distancias de época, los movimientos de masas en curso en todo el mundo evocan de algún modo la gesta de la Comuna de París cuando se cumplen 140 años desde entonces. Es el mismo repudio a la tramposa institucionalidad burguesa que oprime a los de abajo y permite todo a los de arriba. En nuestras condiciones específicas, no hay más que sumarse a la lucha y contribuir a su desarrollo y dirección.

*Abogado especialista en Derechos Humanos, integrante del Comité Central del Partido Comunista de Chile; artículo publicado originalmente en El Siglo (27-05-2011), se reproduce en Clarín.cl con autorización del autor

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores