Muerte en Buenos Aires
Javiera Moraga R
El asesinato del ex agente de la DINA, Enrique Arancibia Clavel no sólo reveló la vida subterránea del espía y único procesado por el crimen del general Carlos Prats y su esposa; sino también el doble estándar de La Moneda en este tipo de casos.
La puerta del departamento 1D, ubicado en Lavalle 1418 –en pleno centro de Buenos Aires- no presentaba ningún indicio de haber sido violentada. El asesino tuvo tiempo de apuñalar a su víctima; apoderarse de una cantidad importante de dinero –cerca de 30 mil dólares-; llevarse el arma homicida; y hasta tomar las llaves de su anfitrión para salir por la puerta principal. La historia parece extraída de una de esas novelas policiales de antología, pero lo cierto es que los detalles son parte de la realidad y del conjunto de pistas que rodean la muerte del ex agente de la DINA, Enrique Arancibia Clavel, que el jueves 28 de abril fue encontrado muerto en su casa, con 34 puñaladas en el cuerpo.
Las primeras indagaciones de la policía argentina dan cuenta de que el ex agente de la DINA habría sido víctima de un crimen pasional, y no de una venganza política. Y es que el hombre que durante años fue uno de los espías favoritos de la dictadura; que elaboró exhaustivas listas de detenidos desaparecidos con 22.000 nombres; y que durante los ’70 y ’80 fue el engranaje de la Operación Cóndor –que se dedicaba a exterminar militantes de izquierda-; terminó asesinado en su residencia probablemente por un moto-boy, como se llama a los jóvenes homosexuales que se arriendan por internet.
El espía que conoció las cárceles argentinas a fines de los 70, en plena crisis entre Chile y el país trasandino por el canal del Beagle, fue indultado años más tarde por petición del Papa Juan Pablo II –beatificado este fin de semana, en Roma-, frecuentaba una serie de páginas homosexuales en internet y mantenía una supuesta relación con un chico, al cual la prensa bonarense ha sindicado como un muchacho de 19 años, quien en una primera instancia se identificó como “ahijado” de Arancibia Clavel, pero más tarde reconoció ser su amante. Incluso él habría descubierto el cuerpo, tras llamar con insistencia a Arancibia Clavel y no tener respuesta telefónica. No obstante, se investiga si su joven amante podría tener alguna relación con su muerte.El 2×1
La historia de Enrique Arancibia Clavel podría ser perfectamente el argumento de una novela. Un espía sin escrúpulos. Intimo amigo de Michael Townley, considerado el autor material del crimen del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, el rol de Arancibia Clavel fue haber facilitado la rutina diaria del ex general del Ejército en la época de Salvador Allende. Y fue precisamente por ese crimen que el ex agente de la DINA estuvo preso y condenado en Argentina desde 1998.
Sin embargo, por la famosa ley del 2×1 –que ya fue derogada- se tomó cada día de condena de forma acumulativa, es decir uno equivalía a dos. Un resquicio que le permitió salir en libertad vigilada en 2007. De esa manera podía vivir en un departamento en Buenos Aires, tenía prohibido beber y dar cuenta al Patronato de Liberados, las razones que tenía para no llegar a su residencia en 24 horas.
A los pocos meses, Enrique Arancibia Clavel comenzó a vivir como un anónimo en las calles de Buenos Aires. Paseaba de café en café. Y hasta montó una pequeña empresa de taxis –tenía cuatro- que le reportaban diariamente las ganancias.
Incluso en un primer momento se creyó que el móvil del crimen podía ser también el robo o una venganza laboral. El ex espía además aprovechó de dar rienda suelta a su vida bohemia y a su pasión homosexual, un secreto al que probablemente ninguno de sus ex amigos los militares en residentes en Punta Peuco, con quienes se relacionó directamente mientras ocupaba el alias de Luis Felipe Alemparte, tuvo acceso jamás. Incluso la ex abogada de la familia Prats develó el pasado homosexual de Arancibia Clavel, y dijo que a sus ex clientes nunca les interesó su orientación sexual, solamente que cumpliera la condena por los delitos que había cometido.
Pero a los 57 años, Arancibia Clavel fue víctima de su propia vida subterránea. Incluso entre las puñaladas que recibió, tiene varias heridas corto punzantes en las manos, que demuestran cómo intentó defenderse de su victimario, a quien conocía y dejó entrar sin problemas a su departamento.
Sin embargo, lo que más llama la atención es la frase del ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter luego de conocer el hecho. “El señor Arancibia Clavel fue condenado por participar en un crimen estremecedor y doloroso para el país, pero naturalmente el asesinato del que fue víctima en Argentina nos conmueve por ser un crimen de esa naturaleza”, insistió. Y aseguró que el gobierno pedirá los antecedentes necesarios.
Sólo una pequeña reflexión respecto de esto: ¿Es justo gastar recursos y tiempo gubernamental indagando la muerte de Enrique Arancibia Clavel?
Las primeras indagaciones de la policía argentina dan cuenta de que el ex agente de la DINA habría sido víctima de un crimen pasional, y no de una venganza política. Y es que el hombre que durante años fue uno de los espías favoritos de la dictadura; que elaboró exhaustivas listas de detenidos desaparecidos con 22.000 nombres; y que durante los ’70 y ’80 fue el engranaje de la Operación Cóndor –que se dedicaba a exterminar militantes de izquierda-; terminó asesinado en su residencia probablemente por un moto-boy, como se llama a los jóvenes homosexuales que se arriendan por internet.
El espía que conoció las cárceles argentinas a fines de los 70, en plena crisis entre Chile y el país trasandino por el canal del Beagle, fue indultado años más tarde por petición del Papa Juan Pablo II –beatificado este fin de semana, en Roma-, frecuentaba una serie de páginas homosexuales en internet y mantenía una supuesta relación con un chico, al cual la prensa bonarense ha sindicado como un muchacho de 19 años, quien en una primera instancia se identificó como “ahijado” de Arancibia Clavel, pero más tarde reconoció ser su amante. Incluso él habría descubierto el cuerpo, tras llamar con insistencia a Arancibia Clavel y no tener respuesta telefónica. No obstante, se investiga si su joven amante podría tener alguna relación con su muerte.El 2×1
La historia de Enrique Arancibia Clavel podría ser perfectamente el argumento de una novela. Un espía sin escrúpulos. Intimo amigo de Michael Townley, considerado el autor material del crimen del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, el rol de Arancibia Clavel fue haber facilitado la rutina diaria del ex general del Ejército en la época de Salvador Allende. Y fue precisamente por ese crimen que el ex agente de la DINA estuvo preso y condenado en Argentina desde 1998.
Sin embargo, por la famosa ley del 2×1 –que ya fue derogada- se tomó cada día de condena de forma acumulativa, es decir uno equivalía a dos. Un resquicio que le permitió salir en libertad vigilada en 2007. De esa manera podía vivir en un departamento en Buenos Aires, tenía prohibido beber y dar cuenta al Patronato de Liberados, las razones que tenía para no llegar a su residencia en 24 horas.
A los pocos meses, Enrique Arancibia Clavel comenzó a vivir como un anónimo en las calles de Buenos Aires. Paseaba de café en café. Y hasta montó una pequeña empresa de taxis –tenía cuatro- que le reportaban diariamente las ganancias.
Incluso en un primer momento se creyó que el móvil del crimen podía ser también el robo o una venganza laboral. El ex espía además aprovechó de dar rienda suelta a su vida bohemia y a su pasión homosexual, un secreto al que probablemente ninguno de sus ex amigos los militares en residentes en Punta Peuco, con quienes se relacionó directamente mientras ocupaba el alias de Luis Felipe Alemparte, tuvo acceso jamás. Incluso la ex abogada de la familia Prats develó el pasado homosexual de Arancibia Clavel, y dijo que a sus ex clientes nunca les interesó su orientación sexual, solamente que cumpliera la condena por los delitos que había cometido.
Pero a los 57 años, Arancibia Clavel fue víctima de su propia vida subterránea. Incluso entre las puñaladas que recibió, tiene varias heridas corto punzantes en las manos, que demuestran cómo intentó defenderse de su victimario, a quien conocía y dejó entrar sin problemas a su departamento.
Sin embargo, lo que más llama la atención es la frase del ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter luego de conocer el hecho. “El señor Arancibia Clavel fue condenado por participar en un crimen estremecedor y doloroso para el país, pero naturalmente el asesinato del que fue víctima en Argentina nos conmueve por ser un crimen de esa naturaleza”, insistió. Y aseguró que el gobierno pedirá los antecedentes necesarios.
Sólo una pequeña reflexión respecto de esto: ¿Es justo gastar recursos y tiempo gubernamental indagando la muerte de Enrique Arancibia Clavel?
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