Por El Mostrador
Entre sus peculiaridades está el ser parroquiano del Café Bombay de calle Moneda, a media cuadra del Palacio de Gobierno, local atendido por atractivas chicas. No hay día que no esté en dicho local, al fondo siempre y a distintas horas. Tanto así, que en el seno de la administración de Sebastián Piñera se comenta que es más fácil ubicarlo ahí que en sus oficinas de la ANI de calle Tenderini.
En todo caso, incluso en el mismísimo Bombay es más complejo por estos días reconocerlo, ya que Yussef aplicó un radical cambio de look. Se cortó el cabello, pero sobre todo se afeitó su mítica barba larga y bigotes que ha lucido en los últimos años.
Dicha barba, similar a la de los personajes de las novelas rusas del Siglo XIX de las cuales es fanático, se la dejó crecer Yussef cuando llegó a la ANI para dar una imagen de mayor respeto y edad.
Si bien aseguran que el radical cambio de look lo llevó a cabo la semana pasada, varios en La Moneda lo interpretan como una reacción a la publicación de su fotografía en días previos, con el fin de no ser tan reconocido.
Las falencias en la gestión de Yussef son vox pópuli en la comunidad de inteligencia y en el oficialismo, tanto que efectivamente es un tema latente para el ministro del Interior, Andrés Chadwick, quien antes de fin de año evaluaría y resolvería sobre este asunto.
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