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miércoles, 28 de julio de 2010



Mala distribución del ingreso. La enfermedad que viene desde los tiempos de la colonia y que tiene a Chile como un país “mal educado” y dependiendo de las políticas sociales del gobierno. Expertos en economía entregan soluciones

Fuente Cambi 21
Desde tiempos inmemoriales que se dice coloquialmente que en Chile está “mal pelado el chancho” a la hora de enfrentar la distribución del ingreso o la distribución de la riqueza.El concepto volvió a salir a la luz luego que el gobierno de Sebastián Piñera entregara nuevos datos de la encuesta Casen alusivos a la cantidad de ingresos que recibe el porcentaje de personas más pobres versus los que reciben los más ricos cada 30 días, en el que se estableció que el 10% más adinerado de la población gana 46,2 veces lo que obtiene el 10% menos afortunado.Por un lado, los expertos en la materia concuerdan que es un error igualar la distribución del ingreso con los índices de pobreza en los últimos años, cifras que también fueron dadas a conocer por el Ejecutivo hace algunas semanas.Mientras que por el otro, queda la convicción de que la mala repartición de los tesoros que recibe el país tiene su génesis en el inicio del nuevo continente, “allá por los tiempos de la colonia española y los mayorazgos”, según dice el economista de la Universidad de Chile, Alejandro Micco.“Esto data de siglos, porque de esos tiempos se amplió a toda Latinoamérica el fenómeno donde la sociedad tuvo como norma general una mala educación, cosa que se trasladó de generación en generación hasta el día de hoy. A eso que sumarle algunas fallas del mercado, como por ejemplo, la falta de acceso al crédito para financiar buenas ideas y un eficiente mercado laboral que se tiene que ver reflejado en generar un mejor estándar de vida”, señala el académico a
Cambio21.
De la misma manera, el también economista Fernando Escobar encuentra en el “origen de la patria” el inicio de esta injusticia social y económica. “Lo más probable es que la población dominante de hace 200 años adquirió tierras y las explotó comercialmente a su antojo, asimismo recibió suelos para explotar los recursos naturales y muchas otras concesiones”, añade.Más contemporáneo, Marcel Claude, ingeniero comercial y dirigente ambientalista, asegura a este portal que “a partir de la dictadura militar de Pinochet comenzó a aplicarse un modelo económico basado en la acumulación y concentración de las riquezas y las fuerzas explotadoras, la privatización y desnacionalización de las empresas mineras y la reducción de las capacidades laborales, léase a través del debilitamiento de la negociación colectiva y de los sindicatos”.A su juicio, lo que se produjo después del golpe de Estado de 1973 fue una “reestructuración o retorno del poder del sector oligárquico”, la cual hoy tiene su máxima expresión “en los cuatro grupos económicos que dominan nuestro país, de acuerdo a la revista Forbes: los Angelini, los Luksic, los Matte y los Piñera, sumado a las instituciones que protegen a los grandes gremios empresariales, como la Sofofa y la CPC”.
Falencias en declive
Identificado el problema, llama la atención que hayan sido las propias autoridades del gobierno, en conjunto con los principales legisladores de la derecha, quienes sentenciaran que “gracias” a las políticas sociales implementadas en la gestión de Michelle Bachelet aumentara la pobreza y empeorara la distribución del ingreso, opinión que destacaron la vocera de Palacio, Ena Von Baer, el ministro de Planificación, Felipe Kast, y el secretario general de la UDI, senador Víctor Pérez (“¿dónde quedó el crecimiento con igualdad y el modelo de protección social?”, preguntó con ironía).Sin embargo, en un análisis más profundo, Micco califica como de “apresurado” el diagnóstico entregado desde La Moneda, toda vez que “el ingreso per cápita mejoró desde el 2006 al 2009 y el rango de la distribución entre el decil más bajo y el decil más alto cayó de 34 veces a 32,5 veces. Tampoco fue enfatizado el hecho que las políticas públicas sí ayudaron a acortar la brecha”.“El año 82, cuando llegó la crisis, no había una capacidad de repunte como hoy. Antes las familias dejaban de mandar a sus niños al colegio para responder a sus demandas económicas. En cambio, en las últimas décadas podemos decir que la cobertura educacional es mucho más amplia y esa vacancia escolar es menos. Lo que falta es aumentar la calidad”, explica el analista de Cieplan.“Lo que hemos visto en los últimos años es cómo las empresas del retail, las finanzas y la gran minería atesoran millonarias utilidades mientras siguen existiendo bajos salarios y baja productividad, con lo que se ven afectadas las clases más vulnerables. Esa es la verdad del caso”, interviene Antonio Leal, cientista político y sociólogo del PPD.A pesar de las críticas, el ex diputado admite con mesura que “no basta con políticas paliativas, programas sociales y beneficios o aumentar el gasto público para que disminuya la mala distribución”. “La Concertación continuó con las políticas neoliberales heredadas de la dictadura”, alega Marcel Claude, “porque cortó la libertad de expresión y siguió protegiendo a los poderosos”.Con humildad, la ex Presidenta Bachelet declaró en el acto de aniversario de la Democracia Cristiana que “hay que mirar lo que hicimos bien y lo que nos faltó por hacer o si hay algo se hizo mal… nunca a nosotros nos ha caracterizado la ausencia de autocrítica”.
Educar y reformar
Detectada la enfermedad, los remedios y antídotos están a la orden del día. Sólo falta aplicarlos y esperar que se produzca el milagro y el infectado mejore, y por qué no, sane definitivamente.En tal sentido, Claude propone “cambiar las políticas económicas y el sistema tributario, dado que en la actualidad toda la carga impositiva la tienen que pagar los trabajadores, los consumidores y los más pobres. Si se aplica un royalty minero de verdad y re-nacionaliza el cobre podría ser un buen comienzo. En la época de Salvador Allende, la fuerza de los trabajadores y sus excedentes llegaba al 82% y hoy apenas llega al 33%. No es una condena eterna que Chile tenga una mala distribución del ingreso de por vida. Es revocable”.Coincide en la receta Antonio Leal al demandar una “reforma estructural profunda en el sistema de impuestos, en el que se suba el pago de tributos del 17 al 25 por ciento. Es muy poco lo que pagan las empresas. Tienen que haber leyes laborales que protejan a los trabajadores, porque hoy se despide amparado en las necesidades de la compañía”.El problema es que mientras no exista una voluntad política para formular estos cambios, todo queda esbozado en el “terreno neoliberal del chorreo económico que no le llega a todos por igual”, según el dirigente, como también la educación, pero como elemento “de muy lenta solución que toma varias generaciones en aplicarse”, en palabras de Fernando Escobar.“Si se hubiera tomado en serio y en conciencia el tema de la educación en los orígenes de la República y en la independencia misma o más delante de parte de los propios gobernantes, hoy no sería tema la mala distribución de los ingresos. Un dato. Con la forma como se forjó la patria, hoy el pobre que no es educado podrá a lo mejor recibir ayuda social del gobierno, pero, claramente, no se acercará a los que son más cultos para cultivarse más o crecer. Es decir, gracias a la falta de estadistas, Chile se transformó en un país mal educado y de muchas diferencias”, argumenta.Para el cierre, Micco le asigna al sistema financiero (bancos e instituciones) un gran valor “para que financie todas las ideas de emprendimiento que ayudan a crecer económicamente a las personas. Es un hecho, el acceso amplio a créditos descentraliza la riqueza. Algo se ha mejorado, pero falta, porque antes sólo quien tenía la suerte de tener a una familia adinerada para costear los proyectos individuales podía surgir. Hoy no es tan así”.Como para pensar que las respuestas están alcance de la mano y que no es necesario esperar décadas para que términos como "desigualdad", "pobreza" y "falta de oportunidades" sean erradicadas del léxico del chileno medio o "de a pie" ad portas del primer Bicentenario del país.

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