“Mi padre murió por propia decisión como un gesto de dignidad”
"Mi padre había dicho con toda claridad que él no saldría vivo de La Moneda. Quería demostrar con un gesto de dignidad que los presidentes constitucionales tienen que ejercer su mandato hasta el final”, sostuvo la parlamentaria. "Nosotros no tenemos dudas, creemos fehacientemente la versión de los médicos que estuvieron con mi padre", declaró.
La senadora Isabel Allende, hija del ex Presidente Salvador Allende, está segura de que la investigación judicial sobre la muerte de su padre ratificará que se suicidó para no rendirse a los golpistas y que “murió por propia decisión y voluntad como un gesto de dignidad”.
“Nosotros no tenemos dudas, creemos fehacientemente la versión de los médicos que estuvieron con mi padre”, explica Allende en nombre de su familia en relación a la apertura de un proceso judicial sobre la muerte de Salvador Allende en el asalto al Palacio de la Moneda en 1973.
Este proceso se encuadra en las 726 querellas por violación de los derechos humanos planteadas por la fiscalía ante la Corte Suprema.
En una entrevista concedida a EFE en Palma de Mallorca (este de España), la senadora socialista destaca que la denuncia judicial sobre la muerte de su padre es la más simbólica de un conjunto de querellas destinadas a satisfacer los derechos de muchas familias de víctimas de la dictadura que “no tienen la versión completa o no han podido encontrar o identificar los restos” de desaparecidos.
“Esto cerraría un ciclo en la medida en que se concluyan todas esas investigaciones”, defiende Allende, orgullosa del trabajo político y judicial de revisión de los crímenes de la dictadura de Pinochet, pues ha permitido a los chilenos reencontrarse “en los valores del ‘nunca más’”.
-¿Cómo reaccionó al conocer que se abre una investigación judicial sobre la muerte de su padre?
-Es una excelente medida dejar todas las causas en manos de la justicia de tal manera que estén absolutamente a disposición de los familiares para que puedan aportar datos. Después de tantos años todavía hay familiares que no tienen la versión completa o no han podido encontrar o identificar sus restos.
-¿Cuándo supo que se presentarían las querellas?
Tengo que reconocer que dos días antes de salir de Chile (hacia España, adonde llegó el pasado día 25) me habló un juez de la Corte Suprema, el magistrado Sergio Muñoz, que tenía la idea de que la justicia debería dejar absolutamente todo abierto, incluso aquellas causas que no habían llegado a los tribunales, para poder darle oportunidad de investigación a todos los muertos y desaparecidos entre el 11 de septiembre del 73 y el 90, cuando se recupera la democracia.
-Hay miles de páginas escritas sobre la muerte del presidente Allende. ¿Qué puede aportar la investigación?
Hasta ahora nunca se había hecho judicialmente. Nosotros no tenemos dudas, creemos fehacientemente la versión de los médicos que estuvieron con mi padre. Por otro lado, nosotros hicimos una exhumación (y una autopsia) en el año 90 para trasladar sus restos, que habían sido enterrados anónima y obligadamente en el cementerio de Santa Inés (Viña del Mar).
Mi padre había dicho con toda claridad que él no saldría vivo de La Moneda. Quería demostrar con un gesto de dignidad que los presidentes constitucionales tienen que ejercer su mandato hasta el final. Él no iba a ser de esos presidentes que toman el avión exiliados, iba a pagar con su vida la lealtad a los trabajadores.
-¿Teme que la investigación reabra heridas en su familia?
Siempre es doloroso, porque no solamente fue mi padre, hubo mucha gente que le fue leal y que los asesinaron. Mi padre murió por propia decisión y voluntad como un gesto de dignidad. Hubo gente que estuvo con él, que salió viva y fueron torturados, asesinados, desaparecidos.
¿Cree que con estas nuevas investigaciones se completa el proceso de revisión de lo que ocurrió en la dictadura de Pinochet?
-Esto cerraría un ciclo en la medida en que se concluyan todas esas investigaciones, porque estos son los ochocientos y tantos casos que no había estado en manos de la justicia.
En los primeros años prácticamente hubo denegación total de justicia. Siempre he dicho que fue después de la detención de Pinochet, gracias a lo que ocurrió con el fiscal (Carlos) Castresana y Baltasar Garzón, a raíz de la demanda que hizo el abogado Juan Garcés y los 508 días de detención en Londres, que cambió la percepción en Chile y eso fue lo más importante. Hasta ese momento incluso Pinochet gozaba de una inmunidad parlamentaria, que era algo grotesco.
Después incluso las fuerzas armadas, con los tres últimos comandantes en jefe, dieron un giro en el cual hacen por primera vez el reconocimiento institucional, como ejército, de que nunca debía haber ocurrido esto.
-¿Cómo ve el caso de España tras el intento del juez Garzón de investigar la desaparición de represaliados del franquismo?
Soy respetuosa con lo que hace cada país. Nosotros tenemos el orgullo de decir que el primer gobierno democrático, el propio presidente (Patricio) Aylwin constituyó una comisión que se llamó ‘de verdad y reconciliación’. No fue fácil, incluso en un inicio trataron de desconocer los resultados, y costó, pero lo logramos hacer y eso fue uno de los hitos nuestros de la transición.
En España les faltó el que se intentara hacer la legítima reivindicación de esas sepulturas anónimas que todavía existen. Lamento mucho el final que tuvo para el juez Garzón. Es bien reprobable que haya culminado de esta manera. Esto indica que a veces no es tan fácil superar los obstáculos. Es deseable para una sociedad siempre conocer la verdad. La verdad nunca hace daño.
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