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domingo, 2 de enero de 2011

Exclusivo: Norteamericana detenida en 1973 en el Estadio Nacional "vuelve al sitio del suceso"

Exclusivo: Norteamericana detenida en 1973 en el Estadio Nacional "vuelve al sitio del suceso" y revela los traumáticos episodios que vivió: “En tres días vi como mataban a 500 personas”

Luego de 37 años, Patricia Garret volvió a Chile y recorre los lugares donde fue violentada por los militares golpistas. Ella y un grupo de presos políticos están trabajando para hacer un monumento a los muertos, torturados y desaparecidos en el principal recinto deportivo del país. Asegura que volver al lugar ha sido en "estado de shock, porque revives todo".

Siguiendo una tendencia mundial, como las rutas para conocer los campos de concentración en Europa (sólo Auschwitz recibe más de un millón de visitas anuales), o los restos del muro de Berlín, en Santiago los antiguos centros de detención y tortura abiertos al asumir el poder la dictadura de Augusto Pinochet en 1973 se están convirtiendo en verdaderos museos visitados por un número creciente de extranjeros.

Uno de ellos es el Estadio Nacional que entre el 12 y el 13 de septiembre del 73 se habilitó como recinto para los detenidos, transformándose el más grande que existió, llegando a tener unos 15 mil detenidos, según estimación de la Cruz Roja Internacional.

Una película que postuló al Oscar a fines de los 70 recreó la tortura de un detenido desaparecido de nacionalidad norteamericana. Esa película se llamó Missing (Desaparecido) y en el papel principal trabajó el afamado gran actor Jack Lemmon que hizo el papel del padre de un joven norteamericano que vivía en Chile y es arrestado por los militares golpistas que lo llevan detenido justamente al Estadio Nacional. Este padre viaja a Chile (en la película) a buscar rastros de su hijo y ahí se da cuenta de la participación de la embajada de Estados Unidos de la época (como no) en la asonada golpista. Obviamente su hijo no apareció nunca.
La historia es real y la película se grabó en México (obviamente la dictadura no permitió su grabación) y mostró la crueldad de los militares con los cerca de quince mil detenidos que pasaron por nuestro principal coliseo deportivo.

De ese número, la misma fuente estima que entre 200 a 300, eran extranjeros de diversas nacionalidades. Este lugar estaba al mando de un coronel del Ejército ( Jorge Espinoza Ulloa), y hasta allí fueron trasladadas personas provenientes de todos los lugares de Santiago, detenidas en circunstancias y con características muy diversas.

37 años después se revive el dolor

Hoy, después de 37 años, la socióloga estadounidense Patricia Garret, es una de los extranjeras que recorre el recinto, donde -según nos cuenta- vivió los momentos más duros y fuertes de su vida durante ese periodo. Su recorrido le sobrecoge con los recuerdos tenebrosos de ese año.

"Conocí el miedo, viví con este sentimiento durante mucho tiempo, pero no por mí sino más bien por mi familia y mis amigos, porque creía que les podría pasar algo por mi culpa", relata la mujer de profesión socióloga.


Garret fue tomada prisionera por accidente, como cuenta en conversación con Cambio21: "Yo vivía junto a mi esposo chileno -que también fue detenido- por el simple hecho de ayudar a unos vecinos que necesitaban comida. Mi intención no era otra que pedir ayuda para ellos porque tenían un bebé y él necesitaba alimentarse".

"Evite involucrarme en el mercado negro y cosas así para evitar que me hicieran algo, pero aún así sucedió y me llevaron junto a mi esposo al Estadio Nacional", señaló la estadounidense.

Para ella volver al recinto fue doloroso: "Siempre quise hacerlo, pero tenía miedo, además pensaba que algo podía pasarme, entonces no estaba en condiciones de poder asimilar esta situación, que es como un verdadero shock...porque en el fondo revives todo"

Patricia Garret fue agredida pero nunca fue torturada, aunque asegura que su marido sí recibió golpes. "Creo que fuimos afortunados porque a pesar de la pesadilla que vivimos, no fuimos dramáticamente violentados como los otros extranjeros. Nosotros vimos personalmente el fusilamiento en tres días de 400 o 500 personas, en grupos de 30 o 40 en el Estadio Nacional", afirma.

"Es muy difícil para nosotros establecer el número total de detenidos. Sin embargo, estaba en constante crecimiento. Cuando fuimos registrados en el Estadio Nacional, nuestros nombres fueron anotados en un libro especial para extranjeros. En ese momento el libro estaba abierto en su mitad y las páginas abiertas que nosotros firmamos contenían alrededor de 40 nombres. Unos sacerdotes marianistas norteamericanos me dijeron que habían contabilizado 153 extranjeros en sus salas; nosotros vimos un grupo cercano a 50 latinoamericanos siendo liberados, todos estaban organizados por países y representaban prácticamente a toda América Latina", aseguró la socióloga.

Tras su difícil experiencia, Garret junto a otros extranjeros, están buscando los recursos para crear un monumento a la memoria en el Estadio Nacional. "Quiero dedicarme a eso, porque es algo que no debemos olvidar".

La vida de los prisioneros

Los detenidos en el Estadio Nacional dormían en los camarines y en el salón de la torre, lugares que carecían de camas, con excepción de las dependencias habilitadas para mujeres, que disponían de colchonetas.

Algunos organismos internacionales humanitarios, posteriormente donaron frazadas, las que en todo caso fueron manifiestamente insuficientes para el alto número de personas privadas de libertad en ese lugar.

Los detenidos permanecían en un régimen de incomunicación, por cuanto no estaban autorizadas las visitas de familiares o abogados, y en general de personas provenientes del exterior. A las familias de los prisioneros, sólo se les permitía llevarles vestuario y alimentación.

Los detenidos pasaban la mayor parte del día sentadas en las graderías, por donde se paseaba una persona encapuchada reconociendo a militantes de izquierda, los que eran separados del resto de los detenidos. Luego de la remodelación del Estadio Nacional, la ex presidenta Bachelet convino con las agrupaciones de detenidos políticos, declarar zona de monumento nacional a un pedazo de las graderías en la denominada escotilla ocho, donde aún existen los mismos maderos que existieron para 1973 y donde los detenidos solían tomar sol o un poco de aire.

Se tiene evidencia de la práctica de torturas y grandes malos tratos a los detenidos del Estadio Nacional, por ejemplo en el recinto de la enfermería que en algunas oportunidades se utilizó para esos fines; también se sabe de simulacros de fusilamiento y otros métodos inhumanos. En general, los detenidos eran sometidos a constantes e intensos interrogatorios.

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