Tremendo susto se llevaron, el último sábado, los sencillos habitantes de Lolol, terremoteada zona de Colchagua. Al mediodía, una amenazante flotilla de helicópteros militares “Puma” aterrizó. Muchos se acordaron de la terrorífica Caravana de la Muerte de la dictadura
Pero no. Esta vez, militares y aviadores participaron en una campaña mediática destinada a lavar su imagen, deteriorada en los últimos días luego de tanto sumario de la Contraloría.
Los mismísimos comandantes en jefe del Ejército y de la Fach, parlamentarios, autoridades regionales y prensa, mucha prensa, iban en los helicópteros, acompañando al ministro Andrés Allamand a escuchar la cuenta del trabajo realizado en la zona por los uniformados luego del 27F.
El alcalde de Lolol, Marco Marín, cómo no, agradeció los trabajos de limpieza y remoción de escombros, así como la instalación de un colegio improvisado en buses de Metalpar, equipado con un moderno laboratorio informático.
Pero de reconstrucción... hasta ahora muy poco. "Se nos cayeron más de 1.100 casas, 33 de ellas del casco histórico; nos llegaron 950 mediaguas para guarecer a los vecinos. ¿Solución definitiva? El Serviu nos dejó para fines del 2011 o comienzos del 2012", dijo resignado a Cambio21.
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