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lunes, 3 de octubre de 2011

CARABINEROS DETIENE Y GOLPEA A REPORTERO INDEPENDIENTE EN CONCEPCIÓN

Por: resumen.cl
Durante este año los medios de comunicación levantados desde la propia comunidad, han sido soporte de las movilizaciones por la educación. Difundiendo ideas, datos, denuncias, se han convertido en alternativa para quienes ya no creen en los medios empresariales.
Muestra de ello es que los estudiantes de la Universidad de Concepción tienen un espacio en su Federación, que es de Contra Información, precisamente ocupado por Metiendo Ruido, medio de comunicación donde trabaja Nicolás Salazar, quien fue detenido y golpeado por carabineros en las jornadas de protesta del pasado 29 de septiembre.
Ser periodista es uno de los oficios más peligrosos, más todavía cuando se intenta retratar con honestidad situaciones en el contexto de un Estado antidemocrático.
En conversación con Resumen, Nicolás explica que “alrededor de las 9 de la noche del 29 de septiembre, efectivos policiales entraron a la Universidad luego de un duro y largo enfrentamiento con los manifestantes… fueron alrededor de 100 efectivos los que ingresaron.
Frente a la arremetida yo también ingrese al campus para registrar lo acontecido adentro. Con mi credencial de prensa en una mano (suministrada por los compañeros del periódico Resumen) y mi cámara en otra, me dispuse a grabar hacia un lugar en donde escuchaba los gritos de dolor de una persona. Al acercarme divise un cuerpo sin polera y tirado en el suelo mientras lo golpeaban los policías.
Al verme rodeado absolutamente de pacos y sin ningún civil cerca pensé varias veces en si me acercaba o no. Después de un segundo y al seguir escuchando los golpes y los gritos, decidí acercarme. Una oscuridad peligrosa recubría la escena. En el suelo estaba un joven al cual golpeaban con combos y patadas. Luego de registrar los sucesos, diversos efectivos policiales se me acercaron preguntándome qué hacia ahí, de manera prepotente, mientras me pegaban en la mano en que tenía la cámara y en el rostro. Permanentemente me intentaban sacar mi cámara, pero no la solté.
En el forcejeo me quedó lesionada mi mano derecha. Empezamos a forcejear y logre sacar mi carnet de prensa, con lo cual me dijeron que me fuera mientras me pegaban un par de patadas. Por una milésima de segundo me creí haber salvado.
Miré para todas partes para elegir por donde irme, pero mi sorpresa fue mayúscula al darme cuenta que en todas partes habían policías. No podía irme para ningún lado, porque adonde fuera habían fuerzas especiales, todos estaban sumamente alterados y buscando con quien descargarse. Lo único que atiné a hacer fue a dirigirme a la Facultad de Derecho, donde había un poco de luz y estaban algunas mujeres. Cuando estaba ahí, diversos efectivos de fuerzas especiales se pusieron a conversar y un tipo que presumo era el jefe, ordenó que me quitaran la cámara y que me llevaran detenido. Mientras se acercaban y subían la escalera de la facultad, lo primero que atiné a hacer fue a sacarle la tarjera de memoria a mi cámara y lanzarla al suelo. Cuando los pacos estaban encima mío me golpearon nuevamente con sus escudos. Mientras me golpeaban me decían “te gusta tirar piedras conchatumadre”. Finalmente lograron sacarme la cámara de video. Sin embargo no encontraron la memoria, entonces me devolvieron la cámara, pero sin batería.
Mientras explicaba que era prensa y al darse cuenta que se les había pasado la mano con los golpes me llevaron hacia un individuo que estaba entre un grupo de fuerzas especiales. Era un sujeto joven con una cámara fotográfica de las cototas. Los pacos le mostraron mi credencial, pero el tipo dijo que yo “no era periodista”, como diciendo que por eso debían llevarme detenido. El sujeto es uno de los soldados de los medios masivos, un fotógrafo-sapo, amigo de la policia, de esos con su título de periodista bajo la manga, pero con ninguna ética periodística en la cabeza.
Luego el cuento es sencillo, me llevaron a la comisaria y me soltaron a las 3 de la mañana. Nunca me devolvieron la batería de mi cámara, mi instrumento de trabajo. Otros compañeros estaban sumamente golpeados y se les prestó una atención médica mínima. Mi constatación de lesiones fue muy breve, me cortaron un pedazo de uña sin anestesia y mientras gritaba por el dolor, siempre hubo un policía al lado diciéndome que me callara. Terminé con algunos moretones en el cuerpo y una lesión en mi pulgar derecho, en definitiva lesiones leves y nada más grave que la humillación de ser golpeado por querer transmitir un mensaje sincero.
La memoria fue encontrada unas horas después por un amigo al cual le contaron que había sido golpeado y se me había quitado la cámara en los alrededores de la facultad de derecho. Naturalmente tuvo la iniciativa de ir al lugar de los hechos y encontró la pequeña tarjeta SD que contenía el video.

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