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miércoles, 2 de junio de 2010



Sr. Presidente de la República de Chile

Sebastian Piñera Echeñique Pte.

Las organizaciones evangélicas pro-vida y pro-familia abajo firmantes y que componemos una parte importante dentro de los 3.5 millones de personas que constituyen el Pueblo Evangélico de Chile y que no nos sentimos representados por las organizaciones de pastores y de obispos adherentes a su gobierno ni a la UNE Mesa Ampliada, ante la eventual aprobación del proyecto de ley Medidas contra la Discriminación y el de Uniones Civiles, junto a toda una batería de proyectos legislativos pro-gay y en contra de la Familia y el Matrimonio, se hacen un deber ético y moral declarar, conforme a los antecedente ético-espirituales, fundados en las Sangradas Escrituras, ante usted lo siguiente:

La inmensa mayoría de los chilenos vive, o al menos así lo desea, conforme al modelo de familia ordenada, con valores y principios firmes que le dan vida y proyectan, con esperanza, a un futuro mejor. Pero éste modelo de Familia no es ni antojadizo ni fruto de una “simple” evolución o desarrollo cultural, sino muy por el contrario, resulta ser muy anterior y superior a todo ello, ya que emana de la misma divinidad de Dios y es conforme a su Eterno Plan Redentor para con el hombre.

Es esa misma mayoría la que ve con perplejidad, inconformidad y demasiada impotencia la sistemática destrucción de la familia y de la vida por parte de una minoría estridente y degenerada que se encuentra muy bien financiada por países que se precian de ser “desarrollados y avanzados” pero que han superado todos los límites en cuanto a descomposición, desmoralización y libertinaje (verbigracia, España y Holanda) y que han hecho de nuestra clase política, y lamentablemente de algunos ministros de su gabinete también, sus verdaderos títeres en pro de sus aspiraciones y en claro desmedro de la gran mayoría de las Familias y ciudadanos chilenos. Aunque ésta frase fue pronunciada por un intelectual en el diario El Mercurio la semana recién pasada en otro contexto, me permito usarla por ser tan ilustrativa de la realidad que actualmente vive nuestro país: “La Politocracia u Oligarquía Chilena (es decir, el gobierno de los políticos o de unos pocos y no del pueblo, que es en quien verdaderamente reside la soberanía, por tanto, está muy lejos de ser una Democracia como quieren hacernos creer), narcisistamente encerrada en sus Palacios y Hemiciclos que sólo recurren o se acuerdan del Pueblo Evangélico cuando necesitan sus votos, ahora nos quitan o privan, impunemente, lo más preciado y valorado estatuido por Dios en las Sagradas Escrituras: La Familia”.


La publicidad homosexual y la “Agenda Gay” ha conducido a una buena parte de la opinión pública a una desinformación y desorientación tal y con tanta mentira (haciendo gala del manejo y uso del principio enunciado por el ministro nazi de propaganda de Hitler, Joseph Gebel: “una verdad es una mentira repetida 100 veces”), que hoy muchos aceptan y reconocen como “natural” la desviación o degeneración de la sexualidad humana llamada homosexualismo y se atreven, incluso, a reivindican el “derecho” a manifestar esa desviación en público, en colegios o por medio de publicidad sin ser “discriminados”, a pesar de que todo ello atenta, según nuestras leyes y la Constitución, contra la moral y las buenas costumbres.

En estos días, el mismo Rolando Jiménez interpuso, en representación de un estridentes y minúsculo grupo de homosexuales, una demanda a la empresa operadora del Transantiago Su bus por medio de uno de los abogados más caros de la plaza (no sólo reciben dinero para financiar su propaganda, sino también para costear costosos bufetes de abogados que jamás estarían al alcance de un ciudadano medio para defender sus más básicos derechos), por no aceptar difundir su degenerada propaganda, pero ¿Quién defiende a la inmensa mayoría de chilenos que se sienten insultados y vejados por una publicidad tan perversa y que atenta contra la Familia y el orden social, contra la moral y las buenas costumbres?

Su gobierno, en vez de responder a los requerimientos de quienes los eligieron, y que son precisamente esas mayorías de que hablamos más arriba y que valoran y desean una familia ordenada y de acuerdo a la Ley Natural, esas mayorías que también perciben que la familia es la base de una sociedad tranquila, con bienestar, justa y moralmente elevada, se ha dedicado más bien a entregar su beneplácito y se ha rendido, incondicionalmente a ellos, comprometiéndose a promover todo tipo de iniciativas que, en última instancia, sólo buscan destruir la Familia (varios ministros de estado y un subsecretario han “valorado” y se han “comprometido” a apurar el Proyecto de Ley Medidas Contra la Discriminación, sin contar que Usted mismo, y públicamente por TV, manifestó su apoyo a las “Uniones de hecho” o “Uniones Civiles”, que no es más que un matrimonio homosexual encubierto).

Sin embargo, Usted debiera considerar antes de cualquier cosa, la sabiduría de Dios que se expresa con absoluta exactitud y claridad en la Biblia cuando dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios; y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra”. (Gen.1:27-28). “Se unirá el hombre a su mujer y serán una sola carne” (Gn. 2:24), principio que es reafirmado por Nuestro Señor Jesucristo en Mateo 19:5-6 cuando dice que “Así que ya no son más dos, sino una sola carne, por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”

Fundamental resulta decir que la institución matrimonial se basa en un vínculo libre, permanente y exclusivo entre un varón y una mujer, en orden a la ayuda mutua y a la procreación y educación de los hijos y es la más importante de las instituciones sociales, fundamento de todas las demás. Es, sin lugar a dudas, la base de la sociedad y cuyos fines principales son: La procreación y la educación de los hijos por una parte y el auxilio mutuo por la otra. Respecto de la primera, es muy evidente que la procreación es necesaria para la perpetuación de la especie y consecuencia natural de la unión del varón y de la mujer, siendo la educación la consecuencia inmediata de la procreación, puesto que quien da el ser queda obligado a dar los medios para que éste siga existiendo. En cuanto al segundo, el mutuo auxilio y la satisfacción recíproca de las tendencias e impulsos físicos y morales, sólo es viable y saludable entre un hombre y una mujer (el 70% de los portadores y enfermos de SIDA en nuestro país son homosexuales). La Familia y el Matrimonio conforman un auténtico bien para la sociedad. El vínculo matrimonial responde a un hecho fundamental de la realidad humana: su condición sexuada. No es fruto del arbitrio humano, ni se puede reconfigurar según las épocas, culturas o intereses de grupos particulares, como es el caso de los homosexuales. La heterosexualidad que se observa en todo el reino animal, se halla superiormente presente en la naturaleza humana en el hecho de la división de los sexos con aptitudes y cualidades diferentes de lo que se evidencia que No puede ser Natural las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo (aunque pretendan hacerlo “normal” con la dictación de una norma jurídica que así lo establezca, más no por ello dejará de ser Contra- Natura).

Además, si se atiende a la génesis del Estado, se verá claramente que éste tuvo su origen, de uno u otro modo, en entidades preexistentes cuya materia prima es precisamente la familia (comunidad de vida y amor entre un varón y una mujer con sus hijos), por lo tanto, el Estado y la sociedad tienen el deber de proteger el matrimonio, y por consiguiente a la Familia, por ser ellas las que le dieron origen y la sustentan. La familia, integrada por un padre y una madre, es el mejor ámbito para el desarrollo pleno de los niños y con ese fin el Estado debe adoptar medidas de promoción y consolidación del matrimonio y la familia y no de su destrucción o, en el mejor de los casos, de su relativización. En los casos en que, por diversas circunstancias debidamente justificadas, el niño se encuentra en situación de desamparo, la adopción se presenta como una institución privilegiada para garantizar al niño su derecho a crecer en el seno de una familia formada por un padre y una madre. La pretensión de adopción por parte de dos personas del mismo sexo desdibuja la finalidad de esta institución, que deja de estar en función del interés superior del niño. Ante las situaciones de particular vulnerabilidad de la niñez y la familia, es necesario el apoyo de la sociedad y la autoridad política, a fin de garantizar la dignidad y derechos fundamentales de cada ser humano.

El matrimonio es el ámbito privilegiado donde no sólo se genera la vida humana, sino también se la acoge, gesta, fortalece y humaniza. Allí la persona se capacita para entablar vínculos interpersonales y para desempeñarse en la sociedad desplegando sus dones y capacidades, por lo que el matrimonio y la íntima vinculación entre amor y vida que lo caracteriza, y que da origen a la familia, hace de él una realidad de una enorme relevancia social imposible de no considerar. El matrimonio, por ser una institución social con perfiles jurídicos precisos, hace que las uniones civiles o uniones de hecho (o como quiera que se le nomine) entre personas del mismo sexo son esencialmente distintas e incompatibles con la institución matrimonial fundada en la unión de varón y mujer y, por tanto, con la Familia. Tales uniones no deben ni pueden, aunque nuestro legislador tozudamente pretenda darles aquel estatus, cumplir la misma función social ni mucho menos ser equiparados al matrimonio, aunque tenga el nombre de Uniones civiles o Uniones de hecho, ya que los efectos jurídicos que esta nueva institución tendrían, son exactamente lo mismo que posee el matrimonio, independientemente de cómo se les llame. Dicho de otra manera, lo que se nos pretende imponer, por vía legal, es un matrimonio homosexual encubierto con otro nombre, lo que rechazamos abiertamente y con todas nuestras fuerzas por no ser más que la legalización del Pecado, de la Degeneración y Perversión de la sexualidad humana y, por sobre todo, por ser Anti-Natura y contra la Ley de Dios, que es anterior y superior a cualquier ley humana.

Hay una Ley que es anterior y superior a cualquier creación de nuestro legislador, que nos manda hacer el bien y evitar el mal, que nos da a los hombres el derecho a nuestra vida, a nuestra integridad física, a la libertad de hacer lo que es lícito, a nuestra honra, a nuestra reputación, a la estabilidad de nuestra familia. Esta ley no viene del Estado, el cual no hace más que reconocer su existencia pues su fuente se llama Derecho Natural, y su nombre se desprende porque se deduce de la propia naturaleza del hombre, y por eso mismo, obliga a todos los hombres, ya que estos derechos que vienen de Dios, están impresos en la propia naturaleza y constituyen el orden fundamental por el cual Dios quiere regir el mundo. Son pues derechos indispensables, inmutables y universales. Los Diez Mandamientos son el resumen y compendio más perfecto de la Ley Natural y nuestro Señor Jesucristo constituyó a la Iglesia como garante, maestra y defensora de esa Ley Natural y de la Ley Revelada en el mundo entero por su amor y gracia, y ambas son el fundamento de la llamada civilización cristiana occidental, tan alicaída en nuestros días con éste tipo de legislaciones.

Vemos hoy en nuestra nación, con total preocupación, cómo su gobierno se ha doblegado totalmente a las demandas de los grupos homosexuales criollos, financiados como siempre por naciones extranjeras, y ya ha dado luz verde a la tramitación del perverso y degenerado Proyecto de Ley Medidas contra la Discriminación, lo que aparece como algo inminente. Al menos así lo ha manifestado públicamente la División de Organizaciones Sociales de gobierno (DOS), representada por su director José Ignacio Pinochet el 07 de abril pasado, lo que se ha ratificado con sucesivas reuniones como la sostenida con el subsecretario Desbordes o con la ministra del SERNAM Carolina Schmidt, la que ha manifestado su total apoyo a dicho proyecto de ley y se comprometió, el 20 de abril pasado, a “realizar todas las gestiones que contribuyan a dar urgencia a la tramitación de esta norma”, y peor aún, la ministra, en representación de su gobierno, “valoró y aplaudió, la labor del Movilh”, y este apoyo ya es visibles en el centro de Santiago con varios anuncios publicitarios que contienen imágenes y leyendas que hacen apología de la perversión sexual, personas del mismo sexo besándose y acariciándose. Muy pronto veremos, y esperamos que así no sea, esos y muchos otros afiches, tan o más degenerados que los que ya son observables, enseñando que aquello es “normal” a pesar de ser contra natura.

Si consideramos que más de 160.000 abortos se producen en nuestro país, aunque reconocidos son solamente 40.000 y esto sin contar las incalculables destrucciones de vidas humanas producidas por las píldoras abortivas y del día después, hoy disponibles y comercializadas libremente en Chile. Que el aumento de personas que consumen drogas ilícitas ha llegado a más de 500.000 el año 2004 (según conace), siendo el mayor porcentaje los consumidores de Marihuana. Que de cada 100 personas infectadas con VIH, 70 son homosexuales y existían 15.000 personas con SIDA el 2004 y que, según dan cuenta las últimas noticias, el abandono de niños y sus muertes provocadas por sus madres, quienes tienen el deber de brindarles cuidados, o el alto número de femicidios y demás calamidades que hoy nos azotan, no son más que la consecuencia más directa y natural del menosprecio por la vida humana que se manifiesta a través de nuevos sistemas institucionales y legales que favorecen el matrimonio homosexual, la anticoncepción o el micro-aborto por medio de fármacos que se están entregando, indiscriminadamente, a cualquier adolescente. Se destruye así, día a día y avasalladoramente, la inocencia de los niños mediante la pornografía, la educación sexual, Internet y videojuegos con sexo; se acosa a los jóvenes a través de publicaciones a la vista en los kioscos, con propaganda obscena que se encuentra en todas las esquinas, con el creciente desnudismo con el calificativo de “arte”; en fin, con programas de televisión que hacen apología de la violencia, de la vulgaridad y de la inmoralidad y que se encuentran presente en todos los hogares, a todas las horas del día y sin ningún tipo de control.

Por otro lado, no menos grave nos parece la situación de intromisión en nuestros asuntos internos por parte del Reino de los Países Bajos (Holanda) y creemos que ello amerita, al menos, una nota de protesta ante dicho gobierno por lesionar tan descaradamente nuestra Soberanía Nacional. Creemos que ha de usarse la misma fuerza que se usó contra El Reino Unido ante la detención de Pinochet, momento en el cual se reivindicó, una y otra vez, la Soberanía Nacional y la incompetencia de un tribunal extranjero para juzgar a nuestros compatriotas. Hoy, la Corte Interamericana de Derechos Humanos exige, a partir de los casos de las lesbianas Karen Atala y Emma de Ramón, que se legalice la degeneración y no se “discrimine” a aquellos que tienen una “orientación sexual” distinta. Ello no es más que simple fraseología y falacia, ya que esos conceptos son meras construcciones teóricas y no hechos de la naturaleza. Además, ha sido la mismísima Corte Suprema la que ha ratificado y reiterado por boca de su presidente que el fallo que les afectara a ellas, es totalmente apegado a derecho, por lo cual, ceder a esas presiones extranjeras es arriar nuestra bandera de soberanía y rebajar, a uno de los Poderes del Estado y su más Alta Corte, a un simple tribunal sin competencia ni facultad de imperio con sus connacionales.

En relación a Holanda, ¿Qué cree Ud. Señor Presidente que pasaría si la embajada de Chile en Holanda financiara una campaña para derogar la ley de matrimonio homosexual, o de eutanasia, o de aborto que ellos mantienen? Ciertamente el Gobierno de ese país exigiría a usted que suspendiera inmediatamente ese financiamiento, so pena de interrumpir las relaciones diplomáticas, por ese atentado contra su soberanía. Muy evidente es que lo que vale para ellos, debería valer también para nosotros. La reciprocidad y el respeto a la no ingerencia en asuntos internos de otros Estados son las normas más básicas del Derecho Internacional. Sin embargo, el Gobierno de Holanda, a través de su Embajador desconoce públicamente tales normas y se permite financiar al movimiento homosexual chileno para publicar gigantografías en la vía pública y carteles de propaganda en los buses de transporte público y hasta un costoso bufete de abogados para presionar a su gobierno y a nuestro legislador en favor de la aprobación de la ley de no discriminación en segundo trámite legislativo en el Congreso y ésta no es la primera vez que lo hacen, ya que hace precisamente un año este mismo movimiento homosexual declaró que gracias a la ayuda de Holanda se difundió el pervertido “Manual” que mostraba las conductas homosexuales como perfectamente naturales entre nuestros estudiantes secundarios. Hoy, en el Bicentenario de nuestra Independencia Nacional, somos sometidos, nuevamente, a esta especie de neo–colonialismo, donde el Gobierno de Holanda hace la parte del “civilizado y tolerante (permitiendo el matrimonio entre tres personas –sin especificar el sexo de ellos- o un partido político pedófilo, recientemente, autodisuelto)”, que nos impone a los “bárbaros e intolerantes” chilenos sus recetas y sus normas legales. No podemos aceptar, como chilenos y como nación libre y soberana, esta tutela de una Nación que no tiene ningún derecho a inmiscuirse en nuestras leyes e instituciones y conculcar nuestra Soberanía. Si no lo hacemos ahora, mañana estos holandeses se sentirán con libertad para financiar campañas para matar a los chilenos en el vientre materno (aborto) y a los ancianos considerados inútiles (eutanasia), para que, de este modo, aprendamos a ser tan “tolerantes y civilizados” como ellos.

Usted mismo Señor Presidente, en su discurso del 21 de mayo, resaltó la importancia de la Familia y sus valores a la que hay, según dijo, que fortalecer y, por tanto, en virtud de ello, exigimos el pronunciamiento de su gobierno al respecto a través del Ministro de Relaciones Exteriores y que se haga llegar, en forma inmediata, una Nota de Protesta ante dicho gobierno para que se suspenda del financiamiento a tan degenerada campaña porque No queremos ni debemos permitir que nos impongan un ateo, perverso, inmoral y degenerado tipo de sociedad.

Esperando su más íntima reflexión al respecto y que dispense todas las acciones pertinentes para fortalecer a la Familia, el Matrimonio y la Vida en nuestro país, se despide atentamente a Ud.

Pastor José Lema Tello

Presidente del Movimiento Social Cristiano

Vocero de las Organizaciones Firmantes.


Unión de Pastores Evangélicos de Chile

Movimiento Social Cristiano

Ministerio Evangélico y Misionero de Chile

Ministerios Unidos de la Región Metropolitana

Unión de Iglesias por la Sana Doctrina y la Defensa de la Fe

Unidad Evangélica de Concepción

Unidad Pastoral de Peñaflor

Ministerio Cruzada de Poder

Radio Yungay, Palabra Viva (1460 AM)

Iglesia Cristiana Betel

Ministerio Restaurados por la Palabra

Ministerio Visión Apostólica Internacional

Iglesia Unión Pentecostal.

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